ESPAÑA: ENTRAMPADA EN LA ARITMÉTICA

La incertidumbre política se profundiza a medida que el bipartidismo empieza a caerse en pedacitos.

Redacción
Política
Pedro Sánchez
AP

En los últimos 70 años Italia ha tenido 63 primeros ministros. Su dialéctica política ha marcado constantes altibajos al país de la bota, que en la última cita electoral el año pasado logró romper los cánones de la teoría política con un pacto entre dos polos yuxtapuestos: el ultraizquierdista Movimiento 5 Estrellas y el ultraderechista La Liga; así Giuseppe Conte fue nombrado primer ministro con el apoyo de ambos y Matteo Salvini (La Liga) y Luigi de Maio (5 Estrellas) fueron nombrados viceprimeros ministros.

En los últimos años el rostro de la política italiana —su vorágine— viene siendo una máscara copiada por otros países europeos donde los procesos electorales no han bastado en las urnas para legitimar el poder de las mayorías, quedando así la formación de gobierno a merced del toma y daca de los grupos minoritarios en el Parlamento. Si no suma, no hay investidura.

Otro país del Mediterráneo padece su propia virulencia: en España el presidente Pedro Sánchez (del Partido Socialista Obrero Español, PSOE) anunció para el próximo 28 de abril elecciones adelantadas para presidente y parlamentarios.

El día 5 de marzo las Cortes quedarán disueltas, dando paso a un breve periodo de campañas.

La incertidumbre política se profundiza a medida que los partidos columna vertebral del bipartidismo en España empiezan a caerse en pedacitos: el Partido Popular (PP) y el PSOE, que contribuyeron a construir 40 años de democracia, no logran adaptarse a los nuevos tiempos ante una sociedad urgida de cambios y harta de escuchar sendos escándalos de corrupción en ambos institutos políticos.

Y ahora Sánchez se ha visto imposibilitado para sacar avante los Presupuestos Generales de 2019 al no contar con los votos necesarios en el Parlamento y tras la negativa de los grupos independentistas de avalarlos.

El gobierno no cumple nueve meses desde que removió de la Moncloa al entonces presidente Mariano Rajoy (PP) gracias a una moción de censura que prosperó (la primera en la historia de la joven democracia) liderada por los socialistas y a la que se sumaron Podemos y otros grupos, entre estos los secesionistas catalanes.

No ha sido fácil: Sánchez no le ganó en las urnas a Rajoy (quien iba por su segundo periodo de cuatro años de mandato) sino que utilizó un recoveco constitucional amparado en el artículo 113 para promover la moción de censura ante los escándalos en ciernes de corrupción y la parálisis con Cataluña por la aplicación del artículo 155 constitucional que les dejaba con la gestión autonómica intervenida y maniatada desde el centro.

Desde que Sánchez fue investido el gobierno ha logrado sacar adelante 13 leyes y 25 reales decretos pero los presupuestos, que serían “los más sociales de los últimos 20 años”, quedaron estancados.

De las primeras medidas del nuevo gobierno del PSOE hubo una con carácter de urgencia: sacar del Valle de los Caídos los restos del dictador Francisco Franco, enterrado allí desde su muerte el 20 de noviembre de 1975, “porque una democracia” no puede permitir la exaltación de un dictador en un monumento público.

Había que ejecutar lo que la Ley de Memoria Histórica ya recogía dentro de sus principios, pero que no alcanzó a llevarse a cabo durante la presidencia de José Luis Rodríguez Zapatero.

Ese empeño tan, pero tan inmediato, removió el avispero de un país que tiene una sociedad que piensa en blanco o negro y que rumbo a 2020 sigue con una enorme herida abierta a 80 años del aniversario del final de la Guerra Civil.

Hay muchos mayores que siguen siendo franquistas y una parte de las nuevas generaciones, criadas al calor del romanticismo de la dictadura contada por sus padres, creen que Franco fue un héroe de la patria.

El avispero se ha removido no solo por el pasado sino también porque el tema de Cataluña es uno de los mayores desafíos para la democracia ibérica; no hay bombas ni terrorismo, pero al menos la mitad de los catalanes están dispuestos a la secesión… y no parece que terminará el tema por más que se use todo el peso de la Constitución, de las instituciones y del Estado.

A estos dos ingredientes se agrega la polarización de las opiniones de una sociedad cada vez más dividida y confrontada por temas políticos. La manifestación que el domingo 10 de febrero pasado concentró a varios miles de ciudadanos en la Plaza de Colón para exigir elecciones inmediatas y el respeto a la unidad de España es interpretada por algunos analistas como un parteaguas porque “las derechas” unidas reunieron a esa multitud.

Dicho bloque acusa al presidente Sánchez de pactar “en lo oscurito” una justicia blanda para los acusados y presos en las cárceles por llevar a cabo el referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017 en Cataluña; le acusa de haber pactado una mesa de partidos con la figura de un relator para “arbitrar” y tomar testimonio de las conversaciones mantenidas entre ambas administraciones para solucionar la crisis catalana. Y en un tono más frenético aún le acusa de pactar la ruptura de España a cambio del voto de los independentistas para los presupuestos.

En opinión de Enric Juliana, director de La Vanguardia, se ha creado un momento político destituyente en medio de una escena de protesta con muchos factores combinados.

“Sánchez ha hecho lo que era previsible: convocar a elecciones adelantadas. Su intención es advertir: o el partido socialista sale más reforzado o se reproduce el escenario de la Plaza de Colón; es una disyuntiva fácil de explicar a los electores con vistas al 28 de abril. Solo una objeción: la historia nos advierte de los riesgos de convocar a Barrabás”, subraya Juliana.

Nuevos partidos, ¿mismos aires?

Las nuevas generaciones lubrican un cambio político-partidista dándole la oportunidad a profesionales que sin mucha experiencia en el quehacer político han encontrado en la formación de nuevas fuerzas una plataforma para acceder al poder.

Bajo este cariz surgió Ciudadanos, fundado en Barcelona en 2006 por Albert Rivera. Su proyección nacional emergió gracias a la plataforma cívica Ciutadans de Catalunya. Se autodefine como un partido constitucionalista y progresista.

Después está Podemos, la formación de ultraizquierda. Nació en las aulas de la Universidad Complutense nutrida por el pensamiento de varios de sus profesores. Tuvo su oportunidad gracias al espontáneo movimiento social del 15-M en Madrid, convertido en un grito catártico para miles de personas afectadas por la larga crisis económica. Fue fundado oficialmente el 16 de enero de 2014 por Pablo Iglesias, Íñigo Errejón y Juan Carlos Monedero.

Su antítesis es Vox, un partido de ultraderecha constituido en 2013 y que preside Santiago Abascal junto con Javier Ortega. Hasta hace poco —coincide justo con la llegada del presidente Sánchez a la Moncloa— tenía escasa proyección, pero ha logrado colarse hasta la cocina de Andalucía ya que en las pasadas elecciones de diciembre las derechas (PP, Ciudadanos y Vox) sumaron esfuerzos para desalojar al PSOE de su feudo tradicional. Vox cuenta con doce escaños.

Rumbo a una nueva cita electoral y la crispación social flotando en los aires gracias al tema de los independentistas catalanes, la pregunta entre los analistas españoles es si España estará entrando a ese proceso de italianización de su política.

Una balcanización que corre el riesgo de convertirse en un bucle de partidos que ganan en las urnas pero que no pueden gobernar porque no suman los apoyos parlamentarios decisivos para formar gobierno, mientras que los grupos extremistas de minorías se convierten en los principales beneficiarios. Por ejemplo, Vox con su discurso retrógrada y amenazante estilo la España de Franco de 1970 ya se frota las manos para entrar de lleno en las Cortes de España.

De acuerdo con los primeros sondeos difundidos por la prensa ibérica la intención del voto a mediados de mes de febrero (realizado por GAD3) le concedía a Vox 16 escaños en el Congreso de los Diputados.

Como explica el articulista Kiko Llaneras, respecto del pulso del voto en las zonas rurales y urbanas, “tampoco queda claro cómo afecta el sesgo rural a Ciudadanos, ahora que ronda 18% de votos, o a Vox, que es una incógnita”.

A la pregunta de por qué se tambalea la mayoría de derechas cuando Vox se mueve entre 6 y 9% de votos, Llaneras responde que algo pasa en algunas provincias medianas porque el partido derechista pierde varios escaños que se van al PSOE o Podemos en provincias como Toledo, Coruña, Asturias, Baleares o Cádiz. “En Málaga, cuando Vox supera 9% de voto le arrebata un escaño que de otra forma sería para el PSOE”.

¿Y las izquierdas? El experto en análisis político considera que “el PSOE y Podemos podrían sumar una mayoría solo si las encuestas diesen un vuelco de ocho puntos, aunque les valdría recuperarle tres puntos a PP, Ciudadanos y Vox para reducir drásticamente sus opciones de gobernar con una fórmula como la andaluza”.

Objetivo: desalojar a Sánchez

Cataluña está fagocitando a toda España, escindiendo dos posturas claras entre el bloque de las izquierdas y el bloque de las derechas. El primero quiere dialogar con los independentistas y encontrar una solución política al atolladero, mientras que el segundo quiere que la Constitución, las leyes y las instituciones se impongan por encima de todo.

Si el presidente Sánchez ya dejó claro que “con la Constitución todo, sin la Constitución nada”, el Partido Popular en voz de su líder Pablo Casado ofrece que de llegar a la Presidencia instaurará otra vez el artículo 155 contra Cataluña.

En esas divisiones, hace unos días el PP presentó en el Congreso una proposición de ley para penalizar a aquellos que convoquen a referéndums ilegales… que no prosperó porque todos los legisladores del PSOE le dieron la espalda.

No hay un punto de convergencia claro entre los diversos grupos políticos: todos los partidos llevan su calculadora en el bolsillo haciendo sus respectivas conjeturas.

El PSOE, señalan las encuestas preliminares, ganará las elecciones generales del 28 de abril, pero Sánchez “no logrará ser investido como presidente” porque los partidos Ciudadanos, Vox y Partido Popular votarán en su contra.

En la actualidad el PSOE tiene 85 escaños y el 28 de abril obtendría hipotéticamente hasta 119 curules; el PP tiene 137 escaños y se anticipa que perdería varios hasta quedar en 97; Ciudadanos de 32 pasaría a 60; Unidos Podemos de 71 a 32, y por vez primera la ultraderecha lograría tener representación en las Cortes, con Vox conquistando alrededor de 16 escaños.

De confirmarse estas previsiones, si suman PP, Ciudadanos y Vox la calculadora arroja 173 escaños: es decir, aunque Sánchez ganase el voto de los españoles en las urnas, paradójicamente no contaría con la aritmética a su favor para investirse en el Parlamento.

El líder socialista se lo juega todo a cara o cruz y podría terminar siendo el mayor damnificado con el gobierno más corto de la historia de la democracia, un poco más de ocho meses, y el que llegó a la Moncloa gracias a una moción de censura.

Para el escritor Marius Carol, el presidente Sánchez no es un político que tenga mal de altura, porque es capaz de arriesgar y eso es lo que hizo convocando a elecciones generales para el 28 de abril.

“Tiene su mérito porque las encuestas de un tiempo a esta parte producen casi tanto vértigo como los precipicios. Sánchez podría seguir gobernando con los presupuestos de Mariano Rajoy hasta 2020, pero finalmente ha decidido anunciar elecciones”, añade.

Carol explica que la fecha elegida tiene sus ventajas para el PSOE: “A las fuerzas de la derecha les coge demasiado pronto, sobre todo al PP de Casado, en fase de formación, con Vox restándole clientela y al independentismo le pilla sin demasiadas ganas con el juicio por el 1 de octubre lejos de la conclusión. El líder socialista piensa que es el momento de situarse en la centralidad política y ocupar este espacio que otros han abandonado”.

¿Corre riesgo España de italianizarse políticamente hablando? En opinión de Antonio Caño, ex director de El País, es imprescindible ser más conscientes de la fragilidad de la democracia y el enorme sacrificio que ha costado alcanzarla.

Caño cita la lectura de Democracy and dictatorship in Europe, de Sheri Berman, un libro que explica “el doloroso y larguísimo tránsito que Europa tuvo que atravesar para superar siglos de absolutismo, autoritarismo y radicalismo” hasta llegar a un sistema mayoritario de convivencia pacífica y democrática.

Para él nada ha degradado más a la democracia en España que el surgimiento de un nacionalismo radical en Cataluña: “Que como en el caso de Trump, otro nacionalista, menoscaba el valor de la verdad, ignora la función crítica de los medios de comunicación, divide a la sociedad, menosprecia a sus adversarios, señala enemigos externos y se ha burlado de la justicia y de las leyes”.

Cataluña está fagocitando a España. La corrupción lubrica a partidos de minorías. La crispación social y la polarización política atraen a ciertas masas enojadas a ubicarse en lo más radical de cada polo político. Votar con las vísceras es malo.

Perspectiva electoral en España

Partidos Escaños ahora Escaños estimados 28 abril

PSOE85119

PP13797

Ciudadanos 3260

Unidos Podemos 7132

Vox016

ERC911

PDECAT86

PNV56

EHBIDU12

CC11

Fuente: GAD3