CRECER MÁS LENTAMENTE

No hay más varita mágica para el crecimiento que la inversión productiva eficiente.

Sergio Sarmiento
Columnas
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Ilustración

El Banco de México anunció este 27 de febrero una reducción en su previsión de crecimiento de la economía nacional para 2019. El producto interno crecerá, según la institución, entre 1.1 y 2.1% este año. Es una baja significativa frente al rango de 1.7 a 2.7% que se preveía con anterioridad.

Hay factores externos e internos en este cambio de proyección. La desaceleración en el comercio exterior, producida en parte por las medidas proteccionistas de Donald Trump en Estados Unidos, genera un ambiente internacional menos conducente al crecimiento. Algunas medidas tomadas por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, por otra parte, también tienen consecuencias negativas.

Alejandro Díaz de León, gobernador del Banco de México, mencionó entre los nuevos factores de riesgo para el país los conflictos laborales en el norte y el aumento del salario mínimo, el cual puede generar un alza en la inflación en 2019. Puede haber también presiones sobre el tipo de cambio.

Todo inicio de sexenio en nuestro país genera una desaceleración económica. En parte esto se debe a la disminución de la inversión pública conforme se terminan los proyectos de un gobierno y empiezan los del nuevo. Hay una curva de aprendizaje. A los nuevos funcionarios les toma tiempo aprender a manejar las burocracias y los presupuestos a su cargo.

Este año la desaceleración de principio de sexenio puede ser peor. Para empezar, algunos de los proyectos de inversión que debieron haber sido transexenales se han detenido. El más importante es el Nuevo Aeropuerto Internacional de México en Texcoco, cancelado por el presidente López Obrador. Este pasado jueves 28 de febrero el gobierno pagó 34 mil millones de pesos a los tenedores de la Fibra E del aeropuerto. Es una enorme cantidad de dinero que el gobierno gasta no en inversión productiva sino en cancelar el proyecto de inversión más ambicioso del sexenio pasado, el cual tenía un avance de 30 por ciento.

Deseos

El mismo día en que el Banco de México bajaba su proyección para el crecimiento en 2019, López Obrador se reunía con los integrantes del Consejo Coordinador Empresarial y atestiguaba la toma de protesta del nuevo presidente del organismo, Carlos Salazar. Este propuso a López Obrador un compromiso para acabar con la pobreza extrema en seis años y hacer de la “inversión una obsesión” para crecer 4% al año en este sexenio. El presidente aceptó y añadió un tercer compromiso: “Acabar con la corrupción”.

Los compromisos, sin embargo, son solo buenos deseos si no tienen fundamentos en la economía real. Acabar con la pobreza extrema de manera permanente no es algo que se pueda lograr con subsidios sino con crecimiento económico. Para que haya crecimiento se necesita inversión y esta difícilmente podrá realizarse si el gobierno usa sus recursos para cancelar inversiones antes que para promoverlas. Acabar con la corrupción, por otra parte, no es algo que se pueda lograr por una simple decisión política. Requiere del fortalecimiento de las instituciones reguladoras, de la transparencia y de los contrapesos al poder.

De momento en este 2019 veremos al parecer una disminución en el ritmo de crecimiento económico. En el futuro todo dependerá de las políticas públicas que aplique el gobierno. No hay más varita mágica para el crecimiento que la inversión productiva eficiente. Y solo con crecimi