EL MALENTENDIDO

Pemex ha perdido dinero en la producción y distribución de gasolina, en tanto que la producción de crudo ha sido rentable.

Sergio Sarmiento
Columnas
Ilustracio?n
Foto: Especial

La declaración del subsecretario de Hacienda, Arturo Herrera, al Financial Times generó una gran sorpresa, pero también una reacción positiva en los mercados. El subsecretario afirmó: “Nosotros no autorizaremos (la construcción de la nueva refinería de Dos Bocas) hasta que no tengamos una cifra que no sea muy diferente de los ocho mil millones de dólares originales”. Los dos mil 500 millones de dólares que se habían presupuestado para la inversión inicial en la refinería podrían emplearse, reflexionó, para realizar inversiones en petróleo crudo.

Debido a que el Financial Times se publica primero en Londres, con un avance de varias horas sobre México, la noticia se expandió como reguero de pólvora en los mercados y el peso se fortaleció. Los inversionistas consideraron el anuncio como una magnífica noticia y como una prueba de que el presidente Andrés Manuel López Obrador sí puede corregir cuando toma decisiones equivocadas.

El optimismo, sin embargo, era prematuro. El mismo 11 de marzo el presidente López Obrador desmintió la declaración del subsecretario. No solo sí se iniciará este año la construcción de la refinería, que todavía no tiene proyecto ejecutivo ni manifiesto de impacto ambiental, sino que la licitación podrá anunciarse el 18 de marzo, aniversario de la expropiación petrolera.

“Fue un malentendido —afirmó el presidente—. Nosotros tenemos presupuesto. Desde hace muchísimo tiempo hemos venido sosteniendo que debemos darle valor agregado a la materia prima, que no podemos estar vendiendo petróleo crudo y comprando gasolinas, que es como vender naranja y comprar jugo de naranja”.

Rentabilidad

Es poco probable que la declaración del subsecretario haya sido un malentendido, como tampoco fue un malentendido que Alfonso Romo, el jefe de la Oficina de la Presidencia, haya señalado durante la transición que el nuevo aeropuerto de Texcoco sí terminaría por construirse. Lo que estamos viendo es la confirmación de que las decisiones fundamentales de la economía no se toman en la Secretaría de Hacienda sino en Palacio Nacional, algo muy distinto a lo que sucedía en el periodo del desarrollo estabilizador de las décadas de 1950 y 1960 en que Antonio Ortiz Mena tomaba las decisiones económicas y los presidentes se encargaban de manejar la política.

El problema es que la economía no se puede administrar con metáforas. Ni las naranjas son petróleo crudo ni la gasolina es jugo de naranja. Debido a las características de la prospección y extracción de petróleo, y a la existencia de un cartel muy importante, la Organización de Países Exportadores de Petróleo, la rentabilidad del crudo es mucho más elevada que la de la gasolina. Pemex ha perdido dinero durante décadas en la producción y distribución de gasolina, en tanto que la producción de crudo ha sido rentable incluso tras los impuestos descomunales que la Secretaría de Hacienda le ha cobrado a Pemex.

La decepción entre los especialistas por el desmentido del presidente al subsecretario de Hacienda es muy lógica. Los analistas saben que la inversión en la nueva refinería, que será significativamente más elevada que los seis mil a ocho mil millones de dólares que ha declarado la secretaria de Energía, Rocío Nahle, no será rentable y restará recursos a la redituable inversión en petróleo crudo. Este desperdicio de recursos muy valiosos, como ocurrió en el aeropuerto de Texcoco, aumentará la deuda ya excesiva de Pemex. No pasará mucho tiempo para que la empresa pierda su preciado grado de inversión.