DESIGUALDAD: NI NEOLIBERALES NI POPULISTAS

Para recuperar lo perdido el PIB debería ser superior a 6 por ciento.

Carlos Ramírez
Columnas
Foto: Especial
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Más allá del inservible modelo de analizar un gobierno a partir de sus 100 días el debate nacional debe centrarse en el problema número uno del país: la desigualdad social, ricos que son muy ricos, pobres que son muy pobres y clases medias que más bien son bajas, y esta situación social como trasfondo de la insatisfacción, las protestas y hasta la violencia.

El presidente López Obrador ha comprometido lograr una meta anual de 4% a finales de sexenio, sobre un promedio de 2.2% en el largo ciclo 1983-2018 y de 6% en el periodo 1934-1982. Al primer ciclo se le ha llamado neoliberal y al segundo se le conoce como populista.

El problema es otro: detrás de ambas cifras se esconde el principal inconveniente de la economía mexicana: la distribución del ingreso entre los habitantes, desfavorable a los marginados igual en los periodos de PIB de 6% que de 2.2%. En los años dorados del desarrollo estabilizador y del populismo 1958-1982, por ejemplo, 10% de las familias más pobres bajó su participación en el ingreso nacional de 2.2 a 1.6%. Y en los años del neoliberalismo 1983-2018 ese mismo 10% mantuvo una participación del ingreso de 1.6 a 1.7 por ciento.

En la riqueza y en la pobreza la crisis de las mayorías se ha encontrado en un modelo de desarrollo y una política económica que no relacionan crecimiento económico con distribución social de la riqueza.

Por eso la meta de 4% de PIB representa nada en la estrategia de desarrollo. En todo caso el dato mayor radica en el hecho de que a lo largo de 35 años de neoliberalismo cuando menos dos terceras partes de la población (60%) quedaron fuera de los beneficios del PIB, bajo, pero algo es algo. Si la meta ideal para atender las demandas de bienestar anuales de los mexicanos que cada año se incorporan a la economía formal es de 6%, lograr 4% dejaría a un tercio de la población fuera del desarrollo. Y lo más grave radica en la acumulación de desigualdades de 35 años de neoliberalismo de 2.2% de PIB. Para recuperar lo perdido, entonces, el PIB debería ser superior a 6 por ciento.

Evidencias

Los tres principales datos de la desigualdad deben ser el referente no solamente del PIB sino de políticas de distribución de la riqueza:

1. 70% de los mexicanos de abajo tiene 36.74% del ingreso nacional, cifra casi igual a la que acapara 10% de las familias más ricas: 36.30 por ciento.

2. 80% de los mexicanos vive con una a cinco carencias sociales y solo 20% de los mexicanos vive sin carencias ni preocupaciones con su bienestar.

3. El poder adquisitivo del salario hoy tiene una pérdida de compra de 70% porque los precios han aumentado más alto que los salarios. Esto quiere decir que los mexicanos hasta con cinco salarios —más de la mitad— deben trabajar más para superar la pérdida de poder adquisitivo con dos o tres empleos o salirse de la bolsa del empleo formal con prestaciones para tener más ingresos sin prestaciones en el sector informal, que acapara 60% de la fuerza laboral.

Ante estas evidencias 4% significa nada, solo una cifra referencial y por cierto abajo de 6% indispensable para salir tablas cada año.

De ahí que el compromiso del presidente López Obrador no debiera ser el PIB sino presentar un nuevo modelo de desarrollo con efecto simultáneo en el PIB y en la distribución de la riqueza. Y fijar una meta que se comprometa a subir el ingreso a las familias más pobres —40% cuando menos— y bajar el ingreso a las familias más ricas —20%— que se quedan con 51.68% del ingreso.