ARDE EL NUEVO TEMPLO ESCARLATA

Elementos que sazonarán las jornadas beisboleras del nuevo recinto escarlata.

Alejandro Zárate
Todo menos politica
Foto: Especial
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Un nuevo templo para el rey de los deportes abre sus puertas: el recinto que alojará las hazañas presentes que escriban los Diablos Rojos de México. Las entrañas del nuevo estadio Alfredo Harp Helú huelen a azufre y prometen convertirse en un icono para todo el beisbol mexicano.

Los Pingos errantes llegan a su nuevo hogar después de 19 años de ser desterrados del Parque del Seguro Social, su casa por 45 años. El estadio de la colonia Narvarte vio abarrotar sus gradas en sinfín de partidos en la época dorada del beisbol en la capital.

Para los más nostálgicos aficionados aún es doloroso el recuerdo del derrumbe de lo que fuera la catedral del beisbol mexicano para dar paso a un centro comercial que vio cómo los bates, guantes y pelotas fueron reemplazados para quedar solo en los nombres con que bautizaron los espacios de estacionamientos del nuevo mall.

Mientras que los Tigres —el otro equipo capitalino que compartía casa con los Escarlatas del México— optaron por cambiar su sede hasta Puebla y posteriormente a Quintana Roo, los Diablos Rojos eligieron mudarse al Foro Sol, un estadio compartido con conciertos, carreras de automovilismo y un sinfín de eventos de entretenimiento que hicieron tortuosa su estadía en el recinto de la Magdalena Mixhuca.

El inminente regreso de la Fórmula Uno al Autódromo Hermanos Rodríguez los expulsó del Foro, porque no era viable jugar mientras se realizaba la drástica remodelación al trazado que atravesaba gran parte del jardín y el diamante.

En 2014 el dueño del equipo, Alfredo Harp Helú, anunció el proyecto de construcción de un nuevo estadio, que estaría disponible para 2017. Mientras, los Pingos se mudaron a lo que ha sido su más humilde casa, el Estadio Fray Nano. Este recinto, que aloja una liga local amateur, tuvo que ser remodelado y en poco tiempo pasó de tres mil a cinco mil butacas.

Tridente

El tan esperado nuevo estadio vio aplazar la entrega final de la edificación en varias ocasiones. Una de las principales limitantes fue la construcción de un recinto situado dentro del trazado de un circuito de F1 en activo. A esto se sumaron complicaciones de la instalación del techo y una pausa tras el sismo de septiembre de 2017, pero finalmente llegó la conclusión de la obra.

Así los Diablos Rojos tienen un hogar acorde a su historia, confeccionada con las letras de oro de 16 títulos, de los que cuatro fueron consumados en sus recientes años de nómadas. La estructura infernal ya brilla por luz propia con su impresionante techo, que asemeja a un imponente tridente.

Los murales del artista oaxaqueño Francisco Toledo, la superficie de pasto sintético de última generación, sus 400 pies por jardín central para retar a los más poderosos toleteros en su intento por volar la cerca y el color rojo del cielo al caer la tarde, son elementos que sazonarán las jornadas beisboleras del nuevo recinto escarlata.

Los Diablos Rojos cayeron ante San Diego en el partido inaugural por pizarra de 11-2, pero eso ya quedó como simple estadística, porque la lucha con los Tigres ahora los espera para su serie inaugural en la temporada 2019 de la Liga Mexicana de Beisbol. El apocalipsis rojo acaba de iniciar y promete diabluras bíblicas.