MÉXICO-EU: BALANCE DE PODER

En Washington creen que México estaría metiéndose en la elección presidencial estadunidense.

Carlos Ramírez
Columnas
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Ilustración

Si el principal punto de referencia de México en su historia se define en función de sus relaciones con Estados Unidos, los diferentes gobiernos mexicanos han carecido de un enfoque de seguridad nacional. La principal confusión radica en suponer que la resistencia a presiones es sinónimo de soberanía.

En este contexto el principio rector del gobierno del presidente López Obrador radica solo en “una buena política interior”. Sin embargo los analistas de la geopolítica asumen que esa buena política interior debe conducir a un nuevo principio de la geopolítica: el interés nacional, es decir, la soberanía como Estado de seguridad nacional.

Todas las relaciones entre Estados —que no entre naciones— deben funcionar en torno de la soberanía como seguridad nacional: el balance de poder, sea militar, político, social y hasta de leyes.

En alguno de sus textos sobre diplomacia el estratega de la geopolítica y el balance de poder Henry Kissinger definió la política exterior de un Estado como “aquella parte de la política general formada por el conjunto de decisiones y actuaciones mediante las cuales se definen los objetivos y se utilizan los medios de un Estado para generar, modificar o suspender sus relaciones con otros actores de la sociedad internacional”.

El especialista Alejandro Muñoz Alonso señaló, en el mismo contexto, que “desde la aparición, tras la Paz de Westfalia (1648), del moderno sistema de Estados, que hace de estos los grandes actores de las relaciones internacionales, la idea de interés nacional ha sido el criterio directivo de la política exterior”.

A partir de la asimetría y dependencia de las relaciones internas de México respecto de la economía y la seguridad de EU el balance de poder debe implicar un equilibrio entre los intereses de seguridad nacional de Washington vis a vis el interés nacional del proyecto de soberanía de México.

2020

En este sentido la política exterior de López Obrador ha definido solo su política interior, pero no ha querido determinar el interés nacional de México en sus relaciones de equilibrio de poder con Washington, a partir de que la suma de política interior e interés nacional definen el proyecto de soberanía en la relación de un Estado débil con un imperio en constante expansión.

La crisis en las relaciones México-EU por el tema de los migrantes centroamericanos que cruzan nuestro país enfrenta los intereses estadunidenses por cierto tono antiestadunidense de la actual élite gobernante morenista. Lo malo es que el cruce de centroamericanos a EU es parte de una política exterior de seguridad nacional de la Casa Blanca, en tanto que México estaría usando a los centroamericanos como factor de presión contra Trump. Es decir, lo estratégico contra lo coyuntural.

El problema mayor radica en la lectura estratégica que hagan en la Casa Blanca del conflicto con migrantes, porque hay indicios de que en Washington creen que México estaría metiéndose en la elección presidencial estadunidense de 2020, ensuciándole el ambiente a Trump con los demócratas.

La pasividad mexicana en la permisividad de migrantes centroamericanos hacia EUno define ningún interés nacional, pero el costo pagado con las amenazas de Trump y los cierres parciales de la frontera afectan la estabilidad mexicana.

México necesita un balance de poder con Washington, no fricciones innecesarias.