MILITARIZACIÓN, DEBATE INÚTIL

Los pactos sociales sin espada carecen de viabilidad y funcionamiento.

Carlos Ramírez
Columnas
Foto: Especial
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El tema de la organización de los efectivos de la Guardia Nacional y de su mando operativo abrió e internacionalizó el tema de la participación de los militares, vía paso obligado a retiro, en labores de seguridad pública en grado de seguridad interior. Pero el debate será desgastante no solo por la politización sino porque se quiere dejar sentir que los militares son un peligro para la vida civil.

Sin embargo en México no existe militarización:

1. Los militares no son una casta particular ni un estamento social. Son los responsables de defender la soberanía del Estado, los únicos con facultades para combatir con letalidad a los enemigos del Estado.

2. En 1984 hubo un gran debate entre Pablo González Casanova y Manuel Camacho Solís —el primero al recibir el premio nacional de Ciencias y el segundo como operador ideológico del grupo De la Madrid-Salinas— y ahí quedaron claras las dos características del Estado mexicano y el papel de las Fuerzas Armadas: un Estado antigolpe y un Estado antiintervención.

3. Las Fuerzas Armadas son el Estado pretoriano para enfrentar tres amenazas contra la soberanía popular del Estado: el imperialismo expansionista, el crimen organizado y la inestabilidad social derivada de la pobreza y la desigualdad.

4. Los militares fueron convocados en diciembre de 2006 porque las organizaciones criminales habían rebasado a la seguridad pública y habían comenzado a apoderarse de territorio e instituciones del Estado cayendo en el terreno de la seguridad interior. En doce años la estrategia de seguridad se apoyó en las Fuerzas Armadas, sin ceder ni un milímetro de las instituciones civiles de política y gobierno.

Límites

5. La configuración del Estado mexicano asume a las Fuerzas Armadas como parte de las instituciones de gobierno y el presidente de la República es el “comandante supremo” de las Fuerzas Armadas. El secretario de la Defensa Nacional es parte de la estructura institucional controlada por organismos civiles.

6. Las acciones del crimen organizado y ahora del crimen desorganizado como delincuencia al menudeo han llevado a construir nuevos organismos de seguridad en función del mandato constitucional de seguridad interior. La labor de la Guardia Nacional nada tiene que ver con contención de protestas sociales.

7. La hegemonía de la soberanía del Estado requiere del uso de la fuerza regulada. Al crear la teoría del Estado-Leviatán en 1651 Thomas Hobbes hizo un señalamiento válido: los pactos sociales sin espada carecen de viabilidad y funcionamiento.

8. Ante la capacidad de corrupción y de fuerza de los organismos criminales sobre los cuerpos de seguridad, justicia y comunidades sociales, la doctrina militar de la soberanía del Estado es la última línea de defensa de supervivencia del mismo Estado.

9. En los doce años de participación directa en labores de apoyo a la seguridad pública ninguna institución o personalidad militar quiso salirse de sus límites institucionales; es decir, no hubo ninguna militarización institucional de áreas políticas y sociales del Estado.

10. Los militares fueron llamados de emergencia a la seguridad pública en grado de seguridad interior debido al fracaso, incompetencia e incapacidad de las instituciones de seguridad pública para encarar a las organizaciones criminales que llegaron a ocupar territorios e instituciones del Estado.