UNA DEMOCRACIA DEBE RESPETAR PROPIEDAD, INVERSIÓN Y LIBERTAD

La igualdad es un mito. La igualdad tiene que ser ante la ley.

Ángel Hernández
Columnas
Foto: Especial
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Los países que han progresado son los que garantizan la propiedad, la inversión y la justicia, afirma el analista en temas financieros y económicos Luis Pazos de la Torre, para quien es erróneo considerar que con la mera aplicación de la justicia social se ayudará a los pobres ya que, por el contrario, asegura que ello ha tenido efectos negativos para la sociedad.

El también académico resalta que para que una democracia lo sea realmente tiene que respetar también el derecho a la vida y la libertad, y dentro de esta a la libertad de empresa.

Refiere que los países que aplican políticas sociales de distribución a los sectores más pobres generan que los impuestos aumenten, la salida de inversiones, así como la caída del empleo.

“El gasto social ha tenido un efecto contraproducente porque eleva el gasto de los gobiernos, se aplican más impuestos, aumentan los déficits presupuestales y los préstamos y vemos que no ha resuelto el problema de la pobreza”, puntualiza.

—En su más reciente libro, Justicia social injusta. Robo legalizado, habla de los efectos negativos de la justicia social…

—Da la impresión de que por medio de la aplicación de la justicia social se ayudará a los pobres. El problema es que las acciones que se han hecho mediante este término han tenido efectos negativos para la sociedad. Este término sustituyó a otro llamado justicia distributiva que se usó en la Rusia soviética y en China, que significaba quitarle a los que tienen para darle a los que no tienen, con lo que el gobierno se convertía en distribuidor de riqueza. Con esto se legaliza que le quiten recursos a los que trabajan y acumulan capital para darle a los pobres.

—¿Qué experiencias internacionales demuestran esta situación?

—En la actualidad la de Venezuela; en los setenta del siglo anterior, con Salvador Allende, en Chile, y Francia, donde se empleó mucho la justicia social: se aumentaron impuestos a más de 60% y lo único que se logró fue que se fueran muchos inversionistas y cayeran la producción y el empleo.

Luis Pazos menciona que es un término peligroso porque mucha gente de buena fe lo adopta pero se contrapone con la justicia a secas, que es dar a cada quien lo suyo.

Recuerda que en la historia de la civilización una vez que el hombre deja de ser nómada y se convierte en sedentario se crea la propiedad y para protegerla nace la justicia. “Y la justicia social viola la justicia a secas. ¿Por qué? Porque legaliza que si alguien, por ejemplo, tiene muchas vacas, pues se le quiten para dárselas a quien no tiene; y eso no ha dado resultado en ningún país. Tampoco mediante impuestos a los que producen para darle a los que no producen”.

—¿Qué ocurre en países que no aplican la justicia social?

—Los países que no la han utilizado, como Estados Unidos, crean muchos empleos. El que se hace rico trabajando, no robando, tiene la protección de las leyes. Aquí en México el campo está pobre porque con la excusa de que había quienes tenían grandes latifundios se los quitaron y se los dieron a otros. Nuestro país es un ejemplo de justicia distributiva y social, y sin embargo el campo mexicano se quedó atrasado. La justicia social es injusta porque va en contra de la justicia, de la producción, del Derecho, de la propiedad, de la inversión y del empleo.

—Cómo se puede combatir la pobreza con respeto a las garantías individuales y las libertades previstas en las leyes?

—La civilización surge en Babilonia porque se respeta el derecho a la propiedad: es uno de los derechos fundamentales. Muchos se dicen defensores de los derechos humanos y no saben que uno de ellos es el derecho a la vida, a la propiedad y a la libertad, y la justicia social va contra los derechos fundamentales de la propiedad. A nadie le gusta que se metan en su propiedad pero a muchos les gusta tomar la propiedad de otros.

Insiste en que el problema de la justicia social es que permite al gobierno tomar las propiedades de otros por medio de altos impuestos, de expropiaciones y la excusa para legalizar esa expropiación es que se la va a dar a los pobres. “En ningún país ha servido; reto a cualquiera que demuestre lo contrario, que quitándole a los que trabajan para dárselo a los que no trabajan se haya resuelto el problema de la pobreza; al contrario, se ha agudizado”.

—¿Cuáles son las mejores prácticas en las democracias para generar condiciones de igualdad en la población sin afectar libertades?

—Aquí tenemos un equívoco. El Premio Nobel de Economía 2015, Angus Deaton, dejó claro que el problema no es la desigualdad sino la pobreza. El problema social es la pobreza y con la excusa de la igualdad de ingresos se justifica quitarle a los que tienen para darles a los que no tienen. La igualdad es un mito. La igualdad tiene que ser ante la ley: si un rico mata o roba tiene que ir a la cárcel; si un pobre roba o mata, tiene que ir a prisión. En los salarios se busca la igualdad entre hombres y mujeres, sean de una raza u otra: esa es la igualdad que se busca, pero en ningún país ha habido la igualdad económica.

—¿Por qué es importante la libertad de empresa en las democracias liberales?

—La democracia para que lo sea tiene que respetar el derecho a la vida, a la propiedad y a la libertad, y dentro de la libertad está la libertad de empresa, lo que algunos llaman liberalismo o neoliberalismo. Estados Unidos ha sacado de la pobreza a millones de personas, entre ellas a millones de mexicanos, porque hay inversión, porque hay respeto a la propiedad, porque ahí no ven mal que alguien se haga rico, mientras lo que hacen los gobiernos socialistas o neosocialistas es convertirse en repartidores de riqueza, expropian la propiedad, generan más pobres y ahuyentan la inversión.

Pazos de la Torre resalta que se debe distinguir entre el rico productivo, que lo es por los negocios que tiene o por su emprendimiento, y el rico que ha robado en el gobierno.

Asevera que en México tenemos federaciones de ricos que se han enriquecido robando desde el gobierno y se debe acabar con ellos pero el rico que es empresario, que vende libremente un servicio o un producto, ese es el que necesita un país, porque crea empleo y riqueza. “Los países que se han quedado atrás son los que ponen énfasis en la distribución de la riqueza a través del gasto y de la justicia social. Los países que han progresado son los que garantizan la propiedad, la inversión y la justicia, dar a cada quien lo suyo”, asegura.

—¿Para usted qué es la libertad?

—La libertad es algo inherente al ser humano, a todo ente de razón. Es la facultad de decidir qué es lo que vamos a hacer con nuestra vida y hacer lo que queramos, siempre y cuando no perjudiquemos a otro. El que quiera trabajar que trabaje, el que no quiera hacerlo que no lo haga pero que sufra las consecuencias; el que quiera ser católico, cristiano, evangelista o ateo, que lo sea; y el gobierno tiene que proteger a cada uno de ellos. Todas las políticas económicas en un sistema democrático, en un sistema liberal, en un ambiente de libre empresa, los intercambios deben ser libres y voluntarios, no tiene que haber una coacción para que alguien compre algo y para que alguien imponga un precio: ese lo pone el mercado. Los países que más se han acercado a ese sistema, como Singapur, Alemania después de la Segunda Guerra Mundial y Estados Unidos, por ejemplo, son los que han generado mayor riqueza, mayor empleo en el siglo pasado. Entonces la libertad es la facultad de decidir del hombre, de ejercer su libre albedrío sin que perjudique a terceros.

Luis Pazos es profesor de Teoría Económica en la Facultad de Derecho de la UNAM y de Economía Política en la Escuela Libre de Derecho. Es editorialista sobre temas económicos y financieros. Autor de 41 libros sobre temas económicos, históricos y políticos. Los más recientes: Los ricos del gobierno, Políticas económicas y Desigualdad y distribución de la riqueza. Fue presidente de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública, en la Cámara de Diputados (2000-2003). Fue también director general del Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (2003-2006) y presidente de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (2006-2012). Actualmente es director del Centro de Investigaciones Sobre la Libre Empresa AC.