TRAGEDIA HUMANA

Víctimas del fracaso económico de un régimen corrupto, antidemocrático y militarista, los venezolanos luchan por su libertad.

Arturo Moncada
Política
Foto: Especial
AFP

Sin duda el conflicto venezolano es complejo: hay ramificaciones geopolíticas y múltiples fuerzas en juego; el país se encuentra virtualmente en la ruina financiera; bajo el régimen de Nicolás Maduro su economía se halla devastada y empeora cada día; la militarización se ha impuesto en lugar del vacío que ha dejado la falta de ley y de vida institucional; el hambre recorre las ciudades y el campo por igual; el orden social está roto…

Datos de Borgen Project señalan que 90% de la población vive en pobreza extrema. Hay desabasto de medicina, agua y electricidad. Hoy Venezuela vive una tragedia humana, donde diariamente se lucha por la supervivencia.

“La hoguera de la esperanza por la libertad no se apaga”, se oye decir con mayor fuerza cada día entre los venezolanos; por el contrario, añaden, “crece un incontenible anhelo por vivir en democracia”.

Resistencia

Los primeros meses del año registran una historia de progresivo encono entre el gobierno de Maduro y la oposición política, mayormente aglutinada en el legislativo venezolano.

El pasado 23 de enero, durante la conmemoración del día que cayó la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, se juramentó como nuevo “presidente interino” de Venezuela frente a una multitudinaria masa de seguidores a los que prometió convocar a nuevas elecciones y restaurar completamente el orden constitucional tan pronto como Maduro abandone el poder…

Así respondió la oposición venezolana a las elecciones presidenciales del año pasado, calificadas de fraudulentas por numerosos organismos internacionales, donde Maduro —cuyo índice de aprobación apenas superaba 20%— de alguna manera ganó con casi 70% de los votos. Y a pesar de las protestas de la oposición y las duras críticas que recibió a escala mundial asumió el cargo en enero.

El hecho, no obstante, precipitó de nuevo la crisis política e institucional de ese país, sumido desde hace más de un lustro en un estrepitoso trance económico y social, jamás visto en su historia desde la guerra federal.

Si bien el acto político de Guaidó tuvo un fuerte impacto lo magnificó además el inmediato reconocimiento como presidente interino por parte de Estados Unidos y de otros países del continente, como Canadá, Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Perú —integrantes del Grupo de Lima— y posteriormente 19 naciones de la Unión Europea.

A nivel doméstico la decisión de Guaidó revivió la ofensiva de 2017 contra el régimen de Maduro, cuando una ola de manifestaciones entre abril y julio de ese año por una verdadera apertura democrática dejó como saldo más de 100 muertos, además de numerosos heridos, presos políticos e invalorables pérdidas materiales que repercutieron gravemente en la ya deprimida economía nacional.

Desde entonces el desafío contra Nicolás Maduro se deja sentir por los cuatro costados de Venezuela con base en diversas manifestaciones que confirman el hastío nacional contra el actual gobierno.

Y ahora los venezolanos entran en una nueva etapa de lucha contra lo que consideran “un régimen autoritario, corrupto y antidemocrático, que no se preocupa ni ocupa para restaurar la economía devastada por el régimen militarista de Nicolás Maduro”, afirma la oposición.

Ofensiva

Durante la madrugada del pasado 30 de abril los venezolanos despertaron entre fuertes rumores de un levantamiento cívico militar encabezado por Juan Guaidó, acompañado de uno de los más férreos opositores al régimen, Leopoldo López. Guaidó anunció que fuerzas de seguridad se unían al esfuerzo para derrocar al asediado presidente Nicolás Maduro y que por ello López, quien estaba bajo arresto domiciliario, fue liberado por sus guardias y participaba en las protestas libremente. En los alrededores de la base aérea de La Carlota el juramentado presidente interino llamó a sus seguidores a salir a las calles y al ejército a ayudar para derrocar al gobierno en lo que llamó “la fase final de la Operación Libertad”.

Hoy “valientes soldados, patriotas, hombres apegados a la Constitución han acudido a nuestro llamado. Nos hemos encontrado definitivamente en las calles de Venezuela. Hoy se vence el miedo. Hoy como presidente encargado, legítimo comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, convoco a todos los soldados y a toda la familia militar a acompañarnos en esta gesta. En el marco de la lucha no violenta que hemos hecho en todo momento”, puntualizó el dirigente de Voluntad Popular, el mismo partido al que pertenece Leopoldo López.

Este a su vez explicó que su liberación se produjo tras un indulto de Guaidó a todos los presos políticos, una decisión a la que no se opusieron los integrantes del Sebin (Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional) que lo custodiaban.

En la jornada hubo episodios de violencia y represión en los alrededores de esa base aérea. Una tanqueta lanzó gases lacrimógenos contra los opositores que a mediodía se concentraron en la Plaza Altamira, símbolo de las manifestaciones antichavistas, y en otros puntos del este de Caracas, la capital.

El gobierno de Maduro respondió a la ofensiva política movilizando de inmediato a las Fuerzas de Acciones Especiales (Faes) y la Guardia Nacional para bloquear los accesos a la base de La Carlota.

Las movilizaciones ese día no terminaron con el resultado que esperaba Guaidó pero la oposición mantiene su desafío a Maduro ya que en su opinión no hay marcha atrás: el presidente de la Asamblea Nacional está decidido a mantener la presión en la calle hasta el final.

“Le pido hoy a toda Venezuela, y sé que hemos dado mucho, hasta la vida, y pedir más a veces es injusto, pero se lo pido porque siempre he dado la cara: mientras mantengamos la presión en las calles estaremos más cerca”, afirmó el 1 de mayo.

Ese mismo día lanzó además un llamado a realizar una serie de paros escalonados hasta alcanzar una huelga general.

Hasta el cierre de esta edición las protestas han dejado cinco muertos y más de 300 heridos.

Libertad

Para María Corina Machado, líder del partido Vente Venezuela y durante años uno de los rostros más reconocidos del “antichavismo”, la apuesta de Guaidó tarde o temprano arrojará los resultados esperados. “Lo importante, además de la confianza y legitimidad que tiene Juan Guaidó, es el espíritu indoblegable que hay en los venezolanos. Es importante que el mundo sepa esto: no vamos a permitir la destrucción de Venezuela, no hay vuelta atrás. Los venezolanos estamos decididos a derrotar no a una dictadura, porque esto no es una dictadura convencional sino a un Estado criminal que se propuso acabar con la nación. Y la única manera de sacarlo del poder es aplicando toda la fuerza cívica interna y a nivel internacional para provocar una ruptura”.

Por su parte Leopoldo López, líder de Voluntad Popular, aseguró desde la residencia del embajador de España en Venezuela, donde se encuentra como huésped invitado, que se reunió con los comandantes y generales de diversos componentes de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) y de la policía.

“Durante más de tres semanas tuve reuniones en mi casa con representantes de distintos componentes de la FANB y organismos policiales que se comprometieron con el cese de la usurpación. Lo que comenzó el 30 de abril es irreversible”, afirmó López.

Explicó que ha mantenido conversaciones con aliados y algunos gobiernos del mundo. “La coalición a favor de la libertad en Venezuela es la mayor de los últimos tiempos, y la meta concreta en la que todos coincidimos es la de elecciones libres en Venezuela: no queremos imponer un gobierno de facto. Lo que se logrará es una elección libre”, indicó.

En tono tajante López precisó que está comprometido con lograr la libertad de Venezuela y añadió que se encuentra alojado en condición de huésped en la sede diplomática española y que mantendrá esa condición.

“Quiero decirles algo: yo el 18 de febrero de 2014 me presenté voluntariamente (ante las autoridades); a mí no me agarraron en una redada o saliendo del país: yo me presenté voluntariamente porque así lo decidí, y a partir de ese momento estuve en la cárcel. Pasé casi tres años y medio en una situación de aislamiento; no fue fácil; pasé más de dos años totalmente aislado, sometido a tortura, de la cual también fue víctima mi familia”, agregó.

“Tengo todo el optimismo y toda la convicción de que vamos a conquistar la libertad. Nosotros no vamos a descansar ni un solo minuto, bajo ninguna circunstancia, en el reto y el compromiso que nos hemos trazado de lograr el cese de la usurpación. Hablar de libertad en Venezuela es hablar de niños que puedan comer y no se sigan muriendo por la desnutrición creada por la dictadura. Es hablar de que venezolanas y venezolanos dejen de morir por carecer de acceso a medicinas”, puntualizó.

La actual situación de López tensó la relación de España con el gobierno de Maduro porque luego de que este ordenó capturar al activista el Ministerio de Exteriores español advirtió que en ningún caso prevé su entrega a las autoridades venezolanas.

Entorno

Bajo la óptica de la comunidad internacional Venezuela es un país con una profunda crisis de credibilidad política e innumerables denuncias de abuso de poder y fraude constitucional. Hay una clara democracia fallida: polarización, exclusión y desigualdad. Venezuela vive desde hace años una severa crisis de derechos humanos que el gobierno de Nicolás Maduro niega a toda costa. Esta desigualdad, indican expertos, se ha convertido en la mayor debilidad para su economía y para su democracia.

El Estado venezolano asumió un sistema de división de poderes que se degrada paulatinamente y ello ocasiona, junto a la falta de una oposición adecuadamente organizada, la desconfianza de un gran sector de la población en la política y en el poder democrático.

Todo ello da lugar a que se considere al régimen político de Nicolás Maduro como una dictadura enmascarada en una democracia participativa, no solo en el interior del país sino también por parte de la comunidad internacional.

Junto a la crisis política e institucional se viven una profunda crisis social y una situación económica difícil, caracterizada por una galopante inflación, el desabastecimiento de productos básicos y una situación de pobreza que alcanza niveles muy elevados.

Según un informe del Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS) durante el primer semestre de 2018 en Venezuela se registraron mil 391 protestas por servicios básicos: 514 por agua potable, 381 por gas doméstico y 496 por electricidad.

Constantes fallas eléctricas repercuten en la productividad del país y también afectan el funcionamiento de quirófanos o salas de emergencia. La Encuesta Nacional de Hospitales, realizada por la Asamblea Nacional, afirma que 79% de los hospitales tiene problemas en el suministro de agua. Las escuelas públicas también carecen de suministro del vital líquido. Un derecho humano fundamental es violado de manera irresponsable.

La falta de medicinas y de acceso a vacunas en Venezuela, sumados al “éxodo masivo” de profesionales del sector de la salud, devastan los hospitales públicos del país.

Alberto Paniz, doctor en Patología, denuncia que “otra herida mortal a la salud pública venezolana fue la politización de los programas de salud. Aun con sus defectos era un sistema efectivo, hecho a pulso con experiencia y trabajo, y con una cobertura casi universal de la población pero la crisis sanitaria venezolana fue crónica de una muerte anunciada”.

Por si fuera poco Venezuela es percibido como el país más corrupto de América Latina. “Es innegable que la corrupción es la causante de la crisis económica”, señala Freddy Superlano, jefe de la Comisión de Contraloría del Parlamento.

Y mientras Nicolás Maduro afirma que ningún gobierno del mundo combate la corrupción como el suyo, Mercedes de Freitas, directora de Transparencia Internacional en Caracas, deduce que se instaló un modelo con los “elementos de una cleptocracia” en el país.

“Hay evidencias de que la crisis económica es consecuencia de la malversación de fondos”, explica De Freitas.

A las críticas de corrupción se suman las conductas antidemocráticas del régimen de Maduro. Vivo ejemplo de ello fue la instalación de la Asamblea Constituyente con la cual, según expertos, se consumó la dictadura.

El economista y politólogo Juan González Calderón advierte sobre la degradación de la idea democrática que esta “no se agota en el proceso electoral: su columna vertebral consiste en el respeto a los derechos de las personas. Y cuando aludimos al derecho hacemos referencia a la facultad de usar y disponer de lo propio y no al uso del fruto del trabajo ajeno por medio de la fuerza”.

Venezuela es ejemplo de ello: “Presos políticos, torturas a opositores, persecución a la prensa, elecciones amañadas, adoctrinamiento escolar y universitario, migraciones en masa para huir del régimen, hiperinflación galopante, economía y marcos institucionales destruidos, marchas multitudinarias del descontento con lo que ha venido ocurriendo en los últimos tiempos, da muestra de la antidemocracia en ese país”, expresa González Calderón.

La militarización es otro de los grandes problemas que enfrenta la oposición. Phil Gunson, analista principal del centro de investigaciones International Crisis Group, destaca que con la llegada al poder del fallecido presidente Hugo Chávez los militares venezolanos salieron de los cuarteles para ocupar posiciones de mando en otras áreas. “Antes los uniformados estaban más o menos confinados en las barracas pero Chávez los dejó salir y les dio acceso a puestos en el gabinete, así como al control de bancos y otros servicios financieros”, comenta.

Por su parte Rocío San Miguel, directora de la ONG venezolana Control Ciudadano, señala que el chavismo ha usado tres vías diferentes para asegurarse el respaldo de los militares. Una de estas es lo que denomina como “incentivos a la lealtad”. Se trata, agrega, de “una ruta que ya había adelantado Chávez desde su ascenso al poder y que significó, en primer lugar, incorporar a los militares en actividades de la burocracia, en las que se manejan enormes cantidades de dinero. Es un mecanismo que se ha perfeccionado en el gobierno de Maduro, quien lo plasmó muy claramente con el aumento de ministros en el gabinete”.

Según cifras de Control Ciudadano entre 2014 y 2017 los ministros uniformados en el gobierno de Maduro pasaron de representar 25% del gabinete a 48 por ciento.

San Miguel menciona que en 2018 ese porcentaje se redujo nuevamente a 25% debido al cambio en la situación del país. “A los militares ya no les interesan los cargos burocráticos porque en los ministerios ya no hay dinero. Así que los incentivos económicos a la lealtad empezaron a gestionarse por medio de tres líneas vinculadas a la burocracia: la petrolera estatal PDVSA, que dirige un general de la Guardia Nacional; la estatal minera Camimpeg, bajo el mando de un general del Ejército, y la administración de la Gran Misión Abastecimiento Soberano (GMAS), que dirige directamente el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López”.

De acuerdo con Rocío San Miguel los militares venezolanos están sometidos además a la vigilancia del aparato de inteligencia y contrainteligencia que se usa para detectar a quienes tienen alguna actitud contraria a la revolución chavista, quienes luego sufren las consecuencias.

“En una primera etapa eso significaba la separación de cargos y la falta de asignación de cargos a oficiales. Posteriormente vino la adopción de resoluciones mediante las cuales dieron de baja de forma masiva a los militares. Eso no tenía precedente en la historia contemporánea. Y en los últimos años incluso la privativa de libertad para algunos grupos de oficiales de manera ejemplarizante”, comenta la experta.

Respeto y soberanía

Si bien voces radicales insisten en que la salida militar es hoy el único camino posible para derrocar a un Nicolás Maduro que mantiene prácticamente intacto el apoyo y la devoción de sus tropas, los expertos expresan que la gravedad de la crisis venezolana demanda un tratamiento inclusivo e incondicional de diálogo, como la iniciativa de mediación diplomática ya presentada por Uruguay y México, que además auspician Naciones Unidas y la Unión Europea.

Para los especialistas cualquier intervención más allá de la diplomacia por parte de países como Estados Unidos, Rusia o Cuba en el conflicto perjudicará todavía más a una población venezolana que como puede, en medio de graves carencias económicas, alimentarias, sanitarias y de toda índole, hoy persiste en luchar por su libertad.

Antidemocracia en Venezuela

Poder judicial cooptado por el gobierno Nicolás Maduro nombró en sesiones extraordinarias a doce de los 32 jueces del Tribunal Supremo de Justicia, con una mayoría inferior a los dos tercios que exige la ley.

Bloqueo del referéndum revocatorio El Consejo Nacional Electoral (CNE) cerró el 21 de octubre de 2016 por primera vez la posibilidad de que se exprese la voluntad popular cuando paralizó el referéndum revocatorio que impulsaba la oposición para que los venezolanos decidieran si querían seguir siendo gobernados por Maduro.

Sin elecciones libres y limpias El 18 de octubre de 2016 el CNE anunció sin mayor explicación que posponía para 2017 los comicios regionales pautados para diciembre.

Órgano político por encima de la Constitución Instaurada el 4 de agosto de 2017 la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), que solo tenía la función exclusiva de redactar una nueva Constitución, asumió mediante decreto presidencial poderes que le permiten intervenir en la política cotidiana, como si fuera un Parlamento real pero mucho más poderoso.

Disolución del Poder Legislativo Como prueba de su carácter absolutista el 21 de octubre de 2017 la ANC disolvió la Asamblea Nacional, el Parlamento legítimo y constitucional de Venezuela. También resolvió “asumir las competencias para legislar sobre las materias dirigidas directamente a garantizar la preservación de la paz, la seguridad, la soberanía, el sistema socioeconómico y financiero, los bienes del Estado y la preeminencia de los derechos de los venezolanos”.