MÉXICO EN EL CONTEXTO GEOPOLÍTICO

Es muy importante reconsiderar los aspectos fundamentales de la posición geopolítica de nuestro país.

Javier Oliva Posada
Columnas
Foto: Especial
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Con frecuencia tengo la impresión de que en las élites burocráticas y gubernamentales de nuestro país, sin distingo de partido o nombres, no existe una visión y conciencia de lo que México implica en el rejuego de intereses mundiales: no hay nada nuevo en señalar que el mundo es convulso y dinámico: el problema es tomar decisiones sin considerar esa variable permanente, sistemática y que genera serias consecuencias en cada rincón de todos los países.

De forma análoga a lo que ocurre con las redes digitales de comunicación lo simultáneo, aunque no esté relacionado, a partir de que se conoce y difunde por supuesto que adquiere una notable influencia en las dinámicas sociales, económicas y políticas. Veamos como ejemplo la emergencia de líderes políticos con base en su popularidad y en el hartazgo de gobiernos o funcionarios indolentes, abusivos y corruptos. Sea Brasil, México o Estados Unidos podemos observar que la emergencia sincrónica en muy buena medida atiende a lo que los sociólogos denominan desde hace muchos años como tendencias.

Nuestro país observa esas tendencias desde la Nao de China hasta el “telegrama Zimmermann”, pasando por la frustrada construcción del aeropuerto en Texcoco (que en realidad era una infraestructura tricontinental Asia-América-Europa) que sería un paso obligado entre continentes y, por supuesto, entre océanos. Allí tenemos además los Tratados Mon-Almonte y McLane-Ocampo del siglo XIX, que evidenciaban los apetitos imperialistas sobre nuestro territorio, negociados/aceptados por representantes mexicanos, liberales y conservadores, a cambio de un fugaz apoyo para gobernar México.

Inercia

Hoy parece que por la inercia que se vive desde hace varios sexenios, al menos desde 1988, volvemos a observar cómo las dinámicas externas, incluso las de los países fronterizos con el nuestro, sea por tierra o por mar, no se consideran en la toma de decisiones para mejor reforzar y proyectar nuestros intereses nacionales a fin de estar así en condiciones de fortalecer, a su vez, el poder nacional de México.

Desde las alianzas comerciales, pasando por la política exterior, la diplomacia, la difusión de los ingentes recursos culturales —cabe recordar que de acuerdo con la UNESCO somos la sexta potencia mundial en la materia—, sin dejar de lado el turismo ni los intercambios educativos, son variables que debieran incorporarse de forma obligatoria en cualquier proyecto de nación, como es por antonomasia el Plan Nacional de Desarrollo.

Las tendencias aislacionistas, como las expresadas por la Casa Blanca, generan más perjuicios que beneficios, afectando por principio de cuentas a la población de ese país. México es un jugador de primer nivel en el concierto geopolítico mundial. La enorme superficie (cinco millones de kilómetros cuadrados) terrestre, marítima y aérea, con una gran disposición de recursos naturales, implica una sólida plataforma de proyección para consolidar una sociedad más justa y un Estado más eficiente. De allí que es muy importante reconsiderar los aspectos fundamentales de la posición geopolítica de nuestro país ya que las dinámicas tanto contemporáneas como futuras de ninguna manera nos esperarán, ni menos aún dejarán espacios libres en el concierto de intereses mundiales.

Incluso si lo analizamos desde la perspectiva del gobierno de Benito Juárez, en su momento fue el gobierno de República Dominicana el que propuso su denominación como Benemérito de las Américas. Una visión y proyección internacional de aquel insigne presidente.