VAMOS MUY BIEN

Más importante todavía es promover una mayor inversión productiva.

Sergio Sarmiento
Columnas
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“Vamos bien, vamos mucho muy bien”. Esta es una de las frases que repite constantemente el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, en sus conferencias de prensa y en otras presentaciones públicas.

El mandatario usó la frase de manera enfática este 1 de mayo cuando un reportero le preguntó sobre la información que un día antes había dado a conocer el INEGI según la cual la economía del país había sufrido una contracción de 0.2% en el primer trimestre de 2019 en comparación con el trimestre inmediatamente anterior.

“Nada más recomendaría a los expertos y a los analistas conservadores que revisaran cómo fue el primer trimestre del inicio del gobierno de Ernesto Zedillo”, dijo el presidente, quien no pudo evitar una risa socarrona antes de continuar: “Nada más les recuerdo que el primer trimestre del inicio del gobierno de Zedillo hubo un decrecimiento: menos 7. Sin embargo, por los conservadores ese gobierno está calificado como un buen gobierno, aun con el Fobaproa, porque fue genial esto de convertir las deudas privadas en deuda pública. Entonces, bravo, bravo”.

La información no es exacta, aunque no hay duda de que el primer trimestre del gobierno de Zedillo, el inicial de 1995, fue el peor en la historia económica registrada, con una caída de 5.9% contra el trimestre inmediato anterior. Fuera de ese, el de López Obrador es el peor inicio de gobierno registrado en las décadas recientes. En el primer trimestre de Vicente Fox la economía creció 0.1%, en el de Felipe Calderón la cifra fue de 0.7% y en el de Enrique Peña Nieto de 0.3%. Un trimestre, sin embargo, es demasiado poco tiempo para proyectar el éxito o fracaso de un sexenio.

Factores

En su Plan Nacional de Desarrollo, que entregó al Congreso el 30 de abril, el gobierno proyectó un crecimiento de 6% anual al final del sexenio, la misma meta de Peña Nieto y de Calderón y un punto menos de aquel 7% que prometió Fox en su momento. Y aquel 4% que López Obrador había propuesto y que se había supuesto era un objetivo para el último año del sexenio, sería más bien un promedio para todo el gobierno.

La meta no es imposible si consideramos el potencial económico de nuestro país, pero los resultados que hemos tenido en las últimas décadas son decepcionantes, con un promedio apenas superior a 2% al año. El presidente López Obrador considera que 4% en promedio se puede lograr impulsando el mercado interno y está convencido de que su política económica, especialmente por los subsidios sociales, permitirá esta expansión.

Ojalá, aunque es difícil saber si esto ocurrirá realmente. Por lo pronto la pequeña contracción del primer trimestre de este 2019 es decepcionante. Las razones por las cuales se ha enfriado la economía nacional son bastante claras. En el trimestre se canceló el aeropuerto de Texcoco, la principal obra pública del gobierno anterior, y se registró una fuerte escasez de gasolina y diésel como consecuencia del combate contra el robo de combustible. Otro factor en la contracción son las altas tasas de interés, que buscan impedir una depreciación del peso, pero que hacen cara la contratación de créditos.

Todos estos problemas pueden corregirse. Impulsar el mercado interno como propone el presidente es, por supuesto, una medida que favorece el crecimiento. Pero más importante todavía es promover una mayor inversión productiva. Si esta sube, sí podremos decir con confianza que vamos bien, que vamos muy bien.