MÁS QUE EL PAPÁ DE FRIDA

En 1928 se le encargaría ilustrar un libro sobre la historia de la Revolución Mexicana.

Alberto Barranco
Columnas
Foto: Especial
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Aludido en centenares de libros como el padre de la atormentada pintora Frida Kahlo, o el suegro joven del maestro Diego Rivera, el alemán Wilhem Külo, cuyo nombre castellanizaría como Guillermo Kahlo, fue algo más que el constructor de la Casa Azul o el que espetó al muralista en la pedida de mano de su hija, señalándole que sería como un matrimonio entre un elefante y una paloma…

El fotógrafo del México en camino del progreso. El testigo impecable de la monumentalidad de su tiempo y la monumentalidad del pasado. El que captó el nacimiento de las aristocráticas colonias Juárez y Roma. El que plasmó el esqueleto de construcciones imprescindibles como la Casa Boker o el Casino Español. El reportero gráfico de la inmortal publicación El Mundo Ilustrado que dirigiera el poeta Luis G. Urbina.

El viajero incansable en pro del catálogo de construcciones religiosas en el escenario del porfirismo.

Convertido el hebdomadario en El Mundo Semanal Ilustrado, Kahlo llegó a promover su trabajo en la publicación, señalando que su especialidad eran edificios, interiores de habitaciones, fábricas, maquinaria, advirtiendo que no tenía problema para viajar fuera de la Ciudad de México.

La dirección de su estudio se ubicaba en la Plazuela de Juan Carbonero 4, esquina Mina, muy cerca de donde llegaría el legendario Salón México.

Guillermo Kahlo llegó a Veracruz a los 18 años, vía el barco Borussia que había zarpado de Hamburgo en 1890.

Su primer trabajo fue en la joyería alemana Diener, donde conocería a su primera esposa, María Cardona, quien murió al dar a luz a su segunda hija.

Al día siguiente del velorio pediría la mano de Matilde Calderón, hija de un fotógrafo que lo iniciaría en la pasión de su vida.

Obra

De espíritu taciturno y retraído por su temor a sufrir en público uno de los ataques epilépticos que le provocara un accidente en su infancia, Kahlo cruzó como tenedor de libros de varias casas comerciales alemanas, entre ellas la tienda de importaciones Boker.

Justamente su dueño, Roberto Boker, patrocinaría la edición de uno de sus libros fundamentales: Méxiko 1904. Sus edificios, monumentos y paseos. Ahí están desde el castillo de Chapultepec hasta las cuatro líneas del tranvía que partían de la Plaza de la Constitución, pasando por el Monumento a Colón.

La obra se alargaría con el catálogo de iglesias de México, cuyos textos escribiría el pintor Gerardo Murillo, conocido como Doctor Atl, ambos bajo el patrocinio de la Secretaría de Hacienda.

Casi 20 años antes, en 1904, emprendería una larga travesía en búsqueda de las iglesias expropiadas durante los gobiernos juaristas, en este caso bajo el mecenazgo del ministro de Hacienda, José Ives Limantour.

La obra se publicó en 25 volúmenes.

En 1928 se le encargaría ilustrar un libro sobre la historia de la Revolución Mexicana.

Durante los aciagos años de la revolución Kahlo sobrevivió haciendo postales de la ciudad, a las que refería de su puño y letra en español e inglés.

Su última fotografía está fechada en 1932, posando con su hija Magdalena Carmen Frida, tras la muerte de su madre, Matilde Calderón.

Hace algunos años se presentó en Alemania una exposición con sus fotografías de gran formato, bajo el título de Más que el padre de Frida.

El alemán que retrató a México.