ESPAÑA CONSOLIDA SU GIRO A LA IZQUIERDA

Estamos ante una sociedad pueril que desvincula los actos de sus consecuencias.

Redacción
Política
Foto: Especial
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Es de madrugada. En vez del barullo de la gente desgañitándose por la victoria confundida entre aplausos y vítores solo se escuchan las guitarras y las trompetas del mariachi que acompasan la voz del cantante entonando Cielito lindo.

Suena a recomendación para curar las heridas, aquello del “canta y no llores”. En la calle Génova, aquí en Madrid, en la sede del Partido Popular (PP) están prácticamente de luto tras perder las elecciones generales.

Nadie se asoma. No se ve ni a Pablo Casado ni a ningún otro de sus asesores más cercanos, mientras algunos reporteros buscan las primeras reacciones porque el partido que hasta mayo del año pasado gobernaba con el presidente Mariano Rajoy (después lo removió una moción de censura promovida por el Partido Socialista Obrero Español, PSOE) acaba de perder más de la mitad de sus escaños en el Congreso de los Diputados y el control total del Senado.

Casado, quien prometió sacar a Pedro Sánchez de la Moncloa en una especie de mantra —como si pretendiese vengar el vilipendio de la moción sufrida por Rajoy—, ha llevado a su partido a los peores resultados que se recuerde en la historia reciente del PP: pasó de tener 137 a 66 diputados y en el Senado el batacazo fue aún mayor tras perder 75 escaños y conservar únicamente 55.

La jornada electoral del pasado 28 de abril ha dejado varias claves de sol. La primera, el giro a la izquierda de un electorado que salió a votar masivamente azuzado por el temor a la extrema derecha y a la resurrección de los peores días de un franquismo rancio que las mujeres españolas no están dispuestas a consentir.

El PSOE ha sacado provecho de ese rescoldo haciendo una campaña con base en remover esos viejos temores y en decirle al electorado que si “en ocho meses de gobierno” han tomado una serie de medidas sociales ¿qué no harían si les dieran más tiempo?

Repartos

Al final la mayoría de los votantes concedió a Sánchez cuatro años de oportunidad, tras ganar remontando los resultados de 2016, cuando el PSOE obtuvo 85 diputados (con los que actualmente gobierna en minoría) y que mejoró en las recientes elecciones al obtener 123 escaños a favor; hasta en la España vacía, la de los tres mil pueblos desolados, allí también ganaron los socialistas.

Asimismo mejoró su posición en el Senado: mientras que el PP se desinfló, el PSOE, que tenía 43 senadores, prácticamente triplicó su presencia a 121 logrando una mayoría absoluta ya que la cámara alta tiene 208 escaños. Serán por ende un pivote importante para evitar, por ejemplo, que vuelva a prosperar la aplicación del artículo 155 en Cataluña relacionado con la intervención de los poderes autonómicos.

Mientras Casado ha sido la imagen de la derrota en cal viva, algunas horas después de los resultados del escrutinio suceden diversas purgas internas en el PP.

Por su parte en la calle Ferraz en Madrid todo es sonrisas porque el PSOE, sorprendido por el resultado, empieza a jugar sus bazas acerca de cómo presentarse a la próxima investidura, si en solitario o bien coaligándose con otros partidos.

El Congreso está formado por 350 escaños; la mayoría absoluta son la mitad más uno. El presidente Sánchez, con 123 diputados, se ve abocado a buscar pactos para lograr dicha sumatoria absoluta, esto es, 176. No obstante, en todo caso las fórmulas le favorecen para revalidarse en la Moncloa.

Le ha ayudado muchísimo la copiosa votación del domingo 23 de abril: se trató de una jornada extenuante y cerca de las 14:00 horas los colegios electorales reportaban que más de 60% del padrón electoral había acudido a sufragar.

Las elecciones generales tuvieron el rostro de las mujeres que acudieron en masa a votar. Lo hicieron de todas las edades: lo mismo las que se estrenaban por vez primera, que muchas mujeres muy mayores acompañadas inclusive por sus cuidadores particulares, pero que no quisieron perderse la oportunidad de expresarse en democracia y revalidar su ciudadanía.

Se movilizó el electorado de la izquierda como hacía mucho no lo hacía. Fue la respuesta al movimiento de Colón, cuando las derechas se plantaron en la explanada en Madrid arropados por miles de personas con las banderas españolas ondeando ante la mirada altiva de Pablo Casado, del PP; de Albert Rivera, de Ciudadanos, y de Santiago Abascal, de Vox. Fue el día que Casado y Rivera le abrieron la puerta grande a la ultraderecha de Abascal.

Tras las elecciones el mapa político en el Parlamento queda reajustado de la siguiente manera en número de escaños de diputados: PSOE con 123, PP con 66, Ciudadanos con 57, Unidas Podemos con 42 y Vox se estrena con 24 curules.

Y en el Senado el mapa legislativo ha cambiado incluso más: PSOE, 121 escaños; PP, 56; ERC, once; PNV, nueve; Ciudadanos, cuatro; NAT, tres; Juntos por Cataluña, dos, y ASG y Bildu, uno cada cual. Podemos, el partido de la izquierda radical que se ve como el socio favorito para formar gobierno con Sánchez, perdió toda su representación en el Senado, que no era poca: 16 senadores.

Clave de sol

Quedan días para que el presidente Sánchez busque las fórmulas necesarias para su investidura. Esperará a que pasen las elecciones europeas y municipales del domingo 26 de mayo.

Se barajan varias opciones, como sumar con Unidas Podemos, el ala izquierda más radical, así como con los nacionalistas vascos, buscando evitar a los grupos independentistas catalanes; en todo caso los pequeños partidos, tanto de Cataluña como del País Vasco, ponen como condición para apoyar la investidura de Sánchez otro referéndum en Cataluña y uno en el País Vasco, precisamente para preguntarle a la gente si quieren seguir formando parte de España.

En la Moncloa quieren librarse de este chantaje del “te apoyo a cambio de mis peticiones”. Esa fue precisamente la reivindicación del líder del PSOE a lo largo de la campaña electoral: que la gente le diera su voto para no tener que depender de dichos grupos para gobernar y tener capacidad de sacar avante las iniciativas progresistas en el Congreso.

Para la vicepresidenta en funciones, Carmen Calvo, la intención del equipo socialista es tener un gobierno en solitario, esto es, evitar asfixiantes corsés para los próximos cuatro años.

“Pensamos que tenemos un respaldo más que suficiente para ser el timón de este barco. Sabemos perfectamente que Unidas Podemos nos ha ayudado mucho y nos refuerza en sentido progresista. Pero pensamos que podemos seguir avanzando en esta fórmula que hemos iniciado. Es una fórmula con la que hemos sacado las convalidaciones de nuestras normas con todos los grupos de la cámara”, afirmó Calvo.

¿Plausible? Primero hay que negociar tête à tête el tema de la investidura, porque con 123 diputados Sánchez solo podría ser investido si Unidas Podemos se abstiene de votar al igual que Ciudadanos. Esto a cambio de ofrecer que no habrá ningún pacto con los grupos nacionalistas.

Unidas Podemos, que lidera Pablo Iglesias, se vende como un eslabón imprescindible; la estabilidad de un gobierno pasa también por tener cierto margen de maniobra en el Legislativo y por lo que apunta la derecha fragmentada entre tres partidos será un bloque de rechazo contundente.

Una derecha en la que dos partidos, PP y Ciudadanos, han salido a decir que son liberales y más bien de centro. La pelea actual está en apoderarse de dicho centro.

La clave de sol del resultado electoral es que la nueva radiografía política ibérica arroja que la ultraderecha entra por vez primera en democracia y tras la dictadura de Francisco Franco en un órgano de poder tan importante como el Congreso de los Diputados.

Vox ha obtenido 24 diputados, aunque no logra colarse en el Senado. Ahora bien, para ser su irrupción en las Cortes el resultado no es tan espectacular como los estrenos de Podemos o de Ciudadanos: el primero logró en las elecciones generales de 2015 más de 20% de los votos, lo que le dio 69 diputados; y Ciudadanos, en esas mismas elecciones, consiguió 40 diputados.

Por otro lado, en el termómetro de la nueva realidad española en Cataluña la gente salió a darle más sufragios a los grupos independentistas; fue un voto de castigo contra la Moncloa y también contra los llamados grupos constitucionalistas.

En estas elecciones los candidatos que se presentaron por Esquerra Republicana (ERC) permanecen en la cárcel de forma provisional, enfrentando un juicio por rebelión. Su líder, Oriol Junqueras, ganó un escaño impulsado sobre todo por la campaña de su portavoz, Gabriel Rufián.

En total, sumados a Junqueras, son cinco los presos provisionales electos por Juntos por Cataluña (JxCat): Jordi Sánchez, Jordi Turull y Josep Rull, así como el senador electo Raúl Romeva, de ERC.

“Los siete magistrados de la Sala de lo Penal tendrán que resolver esta cuestión antes del 21 de mayo, día de la constitución de las nuevas Cortes Generales. El día 6 se abre el plazo para acreditar su condición de electos”, indican las autoridades.

Desafíos a la vista

Desde Bruselas los poderes de la Unión Europea (UE) celebraron la victoria de Sánchez. Jean Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, envió una misiva a la Moncloa congratulándose al respecto: “En nombre de la Comisión Europea y el mío propio tengo el placer de expresarle mis más cordiales felicitaciones por la victoria de su partido en las elecciones generales”.

En la carta Juncker conminó al líder español “a formar rápidamente un gobierno estable” y a seguir trabajando juntos en “los retos de la Unión europea”, pues el reciente triunfo del PSOE le da un respiro también al cónclave europeo, atenazado por el incremento de la ultraderecha y otros grupos radicales nacionalistas, primordialmente eurófobos que van haciéndose cada vez más un hueco dentro de la política europea.

Hasta el momento España y Portugal han logrado liderar el movimiento de izquierda capeando la amenaza de la ultraderecha, en vísperas de las elecciones para el Parlamento Europeo del domingo 26 de mayo.

Luis Herrero, analista nacional, disecciona el actual panorama político español en dos bloques, de cuyo tamaño dependerá que se puedan pactar mayorías. “Ahora ya sabemos que la alta participación, mucho más elevada de lo que pronosticaban las encuestas, se ha debido a la movilización de la izquierda y de los partidos independentistas. Bien, ¿y qué? Con la izquierda más movilizada que nunca, la derecha ha sacado una décima más de porcentaje que la izquierda. ¿Acaso es eso una pésima noticia?”, apuntó.

No obstante, Herrero aceptó que es “altamente probable que Sánchez sea presidente del gobierno” durante la próxima Legislatura, una que avizora “corta y problemática, salvo en el supuesto de que Sánchez se decida de una vez por todas a romper la legalidad constitucional a cambio de permanecer en la cabecera del banco azul. Y si es así tal vez sea menos corta, pero resultará mucho más problemática”.

En opinión de Félix Ovejero, profesor de la Universidad de Barcelona, los resultados electorales, y sobre todo el entusiasmo con el que han sido recibidos por parte de la izquierda, no invitan a la tranquilidad. “El infantilismo catalán se premia. Hay una prueba definitiva: Rufián ha sido el político más votado. Ha vencido a los dos mejores candidatos de las últimas elecciones: dos mujeres”, expresa.

Él insiste en que el diagnóstico se impone: “Estamos ante una sociedad pueril que desvincula los actos de sus consecuencias. No sucede solo en Cataluña. Es una conocida patología de la moderna democracia: los votantes prefieren el pan para hoy y eligen a quienes escamotean los problemas”.

Cataluña y su crecida independentista es el problema, el gran desafío para el presidente Sánchez en los próximos cuatro años. Y lo seguirá siendo de forma permanente hasta que encuentre una solución.

El articulista Jesús Cacho refiere que hay numerosas incertidumbres. También ubica a Cataluña como “una sociedad rota e irrespirable” cuyos medios de comunicación, públicos y privados, “siguen intentando exprimir un golpe de Estado que continúan jaleando”.

El separatismo catalán “ha subido su representación en el Congreso de 17 a 22 diputados, mientras que el nacionalismo vasco ha pasado de siete a diez. No menos preocupante es la deriva económica. No hay margen para aumentar gastos y subir impuestos en un contexto de desaceleración, en el actual escenario internacional y con un déficit estructural alto”, indica.

En una autorreflexión Cacho cuestiona el futuro gobierno: “Ninguna de las dos fórmulas que se han barajado —el gabinete monocolor, con apoyos puntuales en la cámara o un Ejecutivo en el que podría entrar Podemos— se antojan equipaje suficiente como para aguantar cuatro años de legislatura, con envites tan cruciales por delante como el del separatismo o el puramente económico”.

Aún no forma gobierno. Apenas el presidente Sánchez está citando a los líderes de las otras confluencias para reunirse en privado con cada uno a fin de buscar puntos de comunión que le permitan valorar con qué respaldo podría contar. Apenas han pasado unos días desde las elecciones y las voces de los analistas alertan sobre un gobierno que podría terminar minado y fracturado antes de tiempo.

Los grupos de oposición podrían convertirse en el principal dique del nuevo gobierno: primero la política canalla, después las necesidades reales de los ciudadanos.