DIFUSIÓN DE LA SEGURIDAD NACIONAL E INTELIGENCIA EN COLOMBIA

Mientras persista la improvisación, las visiones cortoplacistas seguirán predominando.

Javier Oliva Posada
Columnas
Foto: Especial
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En días pasados tuve oportunidad de visitar Bogotá. En particular el lunes 13 de mayo recibí la enorme distinción de ser el conferencista inaugural en la ceremonia de lanzamiento del diplomado La seguridad nacional, la defensa y la inteligencia estratégica en las democracias modernas, que organizan la prestigiada Universidad Javeriana y oficinas de gobierno de Colombia.

La intención del diplomado es acercar a la ciudadanía interesada en estos temas, para que poco a poco se hagan a un lado los prejuicios que existen alrededor de materias que en un tiempo no gozaban de atractivo ni menos aún de prestigio.

El país sudamericano, al igual que México, ha enfrentado una grave situación de violencia que ha llegado a cuestionar la viabilidad de las instituciones y del conjunto de las actividades sociales. Es por ello necesario no solo que se estudien las causas del profundo desajuste sino también preparar a los cuadros necesarios para tratar de contener, y de ser posible revertir, el deterioro al que se encuentra sometido el país en varias partes de su geografía.

Como se sabe Colombia pasa por un muy complejo proceso de posconflicto, resultado de las negociaciones entre la dirigencia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el gobierno. Luego de poco más de 50 años de una fuerte lucha, con elevadísimos costos en vida y destrucción, los acuerdos, como es de esperarse, no han dejado satisfechos a los principales actores ni a la sociedad misma, pero sí hay consenso en persistir para alcanzar una paz duradera y estable.

Condiciones

Por eso la difusión, el estudio y el análisis de los temas concernientes a la seguridad nacional, la defensa y la inteligencia resultan fundamentales para que la opinión pública, la academia y los medios de comunicación —entre otros actores de primer nivel en la sociedad colombiana— aborden la realidad desde una perspectiva bien articulada y fundamentada.

Lo mismo podemos decir de nuestro país: mientras persista la improvisación, las visiones cortoplacistas seguirán predominando sobre los planteamientos de largo plazo y de profundidad. Los ambientes de violencia en ambos países, es decir, Colombia y México, solo pueden ser estudiados a partir del pleno reconocimiento de sus causas.

De ahí que el predominio de los enfoques socioantropológicos podrá permitir evaluar las posibles soluciones a problemas estructurales. Así, conforme se traten de forma abierta y pública conceptos como el de inteligencia y sus relevantes funciones para la toma de decisiones, estaremos en condiciones de aplicar mejores medidas que contribuyan a contener las dinámicas que auspician y dan paso a las diversas violencias, que pueden ir en el caso de Colombia de la política a la subversión, pasando desde luego al crimen organizado y común.

Para nuestro país, en medio de un notable repunte de los principales indicadores en cuanto a los delitos de alto impacto, las referencias a otros casos nacionales como el aquí tratado permiten señalar que en la proporción de la conciencia y tareas que la ciudadanía tiene para la construcción de la paz el estudio de los temas, como es el caso del diplomado impartido por la Universidad Javeriana, implica ampliar la base de una convivencia social sana.

En México ya se hacen esfuerzos, pero aún estamos distantes de procurar las mejores condiciones para el estudio de los temas de la seguridad nacional, la defensa y la inteligencia.