GUARDIA NACIONAL Y FUERO DE GUERRA

No hay dato, estudio o estadística que sostenga la desconfianza mostrada por el Senado.

Javier Oliva Posada
Columnas
Foto: Especial
Foto: Especial

De forma inexplicable aún hay entre la comunidad de analistas quienes persisten en confundir el fuero de guerra con pretendidas acciones del estamento militar referidas/orientadas a la impunidad, abuso de autoridad y evasión del brazo de la ley.

Muchos de ellos son destacados académicos, como Lorenzo Meyer, quien en su más reciente colaboración periodística llegó inclusive a señalar que se persiste en defender el “decimonónico fuero militar” a propósito de la vital discusión de la Ley Orgánica de la Guardia Nacional.

Incluso el pleno del Senado de la República, con una sola abstención contra 114 votos a favor, aprobó lo que de forma equivocada se argumenta como “mando civil”, cuando en realidad se trata de la “responsabilidad” en la conducción de este nuevo cuerpo federal destinado a la seguridad pública.

Hay que reiterarlo: es evidente que la confusión señalada nos impide avanzar en la consolidación no solo de las atribuciones que tiene el poder civil sobre el poder militar en cuanto a la última razón de aplicación de la fuerza sino también en los severos daños que generan en la disciplina militar.

Veamos. Con niveles de impunidad de entre 95 y 98 en los delitos cometidos en este país, sean de fuero común o federal, ¿a un militar en qué ámbito le resultaría más conveniente ser juzgado? En sentido estricto, en donde haya más condiciones para lograr mediante procedimientos ilegales una absolución o una pena francamente mínima. Y además no hay dato, estudio o estadística que sostenga la desconfianza mostrada por el Senado, ni la obsecuencia expresada por el presidente de la Junta de Coordinación Política, Ricardo Monreal, respecto de organismos multilaterales u organizaciones como Amnistía Internacional respecto de “sistemáticas violaciones a los derechos humanos”.

Si fuera cierta esa aseveración la pregunta es: ¿entonces para qué llamar por enésima vez al estamento militar para hacerse cargo de la seguridad pública frente al evidente fracaso de la responsabilidad civil en la materia? Esto sucede desde hace décadas y la inercia no cambia, aunque sí se incrementan las descalificaciones, insidias e incluso abiertas difamaciones respecto de las labores de las Fuerzas Armadas en apoyo a la recuperación de la paz pública y la vigencia del Estado de Derecho en todo el país.

Garantía

El fuero de guerra es la parte fundamental y vertebral de la disciplina militar. Sin él las posibilidades de desarticular una institución fundamental del Estado crecen y peor aún en las condiciones que se viven en varias partes del país.

La razón sustancial de la vigencia en México (y en cualquier otro sistema jurídico, cuestión que también les hace falta a muchos colegas consultar) de una ley específica para el personal profesional de las armas representa, a su vez, la mejor garantía de que en la aplicación de la fuerza en territorio nacional y con civiles tiene y tendrá un límite.

Por eso llama la atención que los propios coordinadores de los grupos parlamentarios en el Senado celebren como una especie de victoria (¿sobre quién o en función de qué objetivos?) haber votado algo que resulta sumamente riesgoso para la medida más importante que tomará el gobierno del presidente López Obrador en materia de seguridad pública: en una corporación integrada en 80% por militares —porcentaje que puede aumentar si a su vez el personal de la Policía Federal decide no sumarse al proyecto de la Guardia Nacional— habría que pensar dos veces en suprimir el fuero de guerra.