PLAN NACIONAL DEL (MISMO) MODELO DE DESARROLLO

La propuesta del PND 2019-2024 se queda en la retórica y no propone un nuevo papel detonador de la economía.

Carlos Ramírez
Columnas
Foto: Especial
Ilustración

La polarización inducida desde las conferencias mañaneras en Palacio Nacional impedirá que el debate sobre el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 en el Congreso ayude a definir el contenido real de la propuesta de Cuarta Transformación.

La proposición general del presidente López Obrador debiera ser analizada sin apasionamientos políticos e ideológicos dentro del triángulo del proyecto nacional existente y del que se quiere proponer: modelo de desarrollo/política económica/Estado de bienestar.

El proyecto-consenso nacional de la Revolución Mexicana duró de la Constitución de 1917 a la reforma constitucional para un Estado autónomo de Miguel de la Madrid/Carlos Salinas de Gortari en el periodo 1983-1993. Y el modelo mercantilista/monetarista de Salinas de Gortari vivió del Plan Nacional de Desarrollo 1989-1994 al 1 de julio de 2018 por la victoria de López Obrador.

El debate debe darse en función de la propuesta central del PND de López Obrador (página 8 de la primera parte) de un modelo “posneoliberal” con el objetivo de “convertirla en un modelo viable de desarrollo económico”.

La contrarrevolución neoliberal de Salinas de Gortari modificó el carácter del Estado, colocó al mercado como el eje de la dinámica productiva-distributiva y redujo el bienestar social solo al derivado de la productividad y no de la justicia social. El saldo fue evidente: PIB de 2%; 80% de mexicanos con una a cinco carencias sociales; atención social estatal únicamente a los más pobres, y construcción de una plutocracia nacida de la privatización de las empresas del Estado, de la globalización productiva y de la acumulación privada de la riqueza social.

Variables

Ante este escenario la propuesta del PND 2019-2024 se queda en la retórica: no propone un nuevo papel detonador de la economía por parte del Estado y acepta los candados macroeconómicos del modelo neoliberal. Por eso la meta de 4-6% será imposible sin una reformulación del Estado y sin una nueva política económica ni una estrategia antiinflacionaria estructuralista y no monetarista.

La actual estructura productiva del modelo de desarrollo vigente no permite crecer el PIB más de 2.5% porque está ahogada en cuellos de botella que solo se pueden desbloquear con una gran reforma económica-industrial. Un solo dato basta: ninguna economía puede crecer sin tener una potente industria de bienes de capital, que en México liquidó el gobierno de López Portillo. Y la inflación con alto crecimiento se controla con un mercado interno fuerte en el cual el salario mínimo es apenas una de las variables.

La política económica lopezobradorista necesita de una revolución conceptual en Banco de México, pero en el PND se declara el “respeto a las decisiones autónomas del Banco de México”. Y la clave central de una nueva política económica/nuevo modelo de desarrollo requiere de una reformulación teórica de la inflación porque el Banxico sigue dominado por el mandamiento monetarista de Milton Friedman-FMI de que la “inflación es en todo tiempo y en todo lugar un fenómeno monetario”.

El PND de López Obrador acierta en señalar la inviabilidad del neoliberalismo salinista, pero no ofrece una alternativa general de reorganización total del modelo de desarrollo y un nuevo consenso conducido por el Estado.