UNA BOMBA DE TIEMPO

Las prohibiciones de popotes o bolsas de plástico son apenas un pequeño golpe contra un torrente de basura.

Lucy Bravo
Columnas
Foto: Especial
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El explorador Victor Vescovo pasará a la historia por haber hecho el más grande y el más decepcionante hallazgo a más de diez mil metros de profundidad marina: más allá de convertirse en el primer hombre en alcanzar ese punto de inmersión, el estadunidense nos enseñó hasta qué punto hemos contaminado los océanos al encontrar una bolsa de plástico y algunos envoltorios de dulces en el fondo del lecho submarino.

Desde la ballena que se halló recientemente a las orillas de Filipinas con más de 40 kilos de bolsas de plástico en el estómago hasta los informes que comprueban que las diminutas fibras de este material que se acumulan en los peces acaban en nuestro estómago: la crisis de los plásticos es una realidad. Nos guste o no.

Se estima que la humanidad ha producido 8.3 mil millones de toneladas de plástico desde que se inventó. Cada uno de estos productos tarda 450 años en desintegrarse, mas nunca se elimina por completo. Y estamos tan acostumbrados a su uso que se espera que la producción anual de plástico se triplique para 2050, a pesar de todas las advertencias de los expertos. En México, por ejemplo, se generan diariamente alrededor de 102 mil toneladas de residuos y alrededor de 11% es plástico.

En las últimas tres décadas los principales exportadores de residuos plásticos, incluidos Estados Unidos, Japón y Reino Unido, enviaron alrededor de 168 millones de toneladas de estos desechos a China para su reciclaje. Pero en 2018 el gobierno de Xi Jinping anunció un alto total a esas importaciones, lo que provocó una crisis en el sistema mundial de residuos.

La mayor parte de ese plástico se redirigió entonces hacia el sudeste asiático, a países como Malasia, Vietnam, Tailandia e Indonesia que al no contar con la infraestructura necesaria optan por simplemente incinerarlo o verterlo al mar.

Rumbo

Pero eso está a punto de cambiar. Algunos de estos países han puesto un alto a las importaciones de los residuos plásticos de las grandes potencias. Recientemente Malasia anunció que devolverá más de tres mil toneladas de estos desechos a países como EU, Canadá y Arabia Saudita, por haberlos etiquetado incorrectamente como reciclables cuando no lo eran. Kuala Lumpur devolvió cinco contenedores de residuos a España el mes pasado. Y la lista sigue.

Está claro que Asia ya no tolerará ser un basurero. Todos —tanto industria como consumidores— debemos estar dispuestos a enfrentar este problema, revisando cómo producimos y consumimos los plásticos y liberándonos de nuestra adicción a los mismos.

Las imágenes desgarradoras de los animales que sufren por nuestros desechos plásticos han ayudado a inspirar un nuevo movimiento para combatirlos. Pero las prohibiciones de los popotes o bolsas de plástico en algunas regiones del mundo son apenas un pequeño golpe contra un torrente gigantesco y creciente de basura. Hoy solo se recicla 9% del plástico en el mundo. El resto seguirá habitando la tierra durante al menos 500 años, cifra que supera por mucho la expectativa de vida del millón de especies que podría extinguirse en las siguientes décadas si no cambiamos radicalmente el rumbo.