EU: FIN DEL NACIONALISMO

El nacionalismo ha sido, en la lógica de la vecindad inevitable, el eje de la doctrina mexicana de seguridad nacional.

Carlos Ramírez
Columnas
Foto: Especial
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Lo único que salvó a México en 1848 para no ser anexado en su totalidad por Estados Unidos fue el nacionalismo. De 1848 a 1857 los liberales frenaron la opción de los conservadores miramares de traer a un príncipe extranjero como emperador.

El nacionalismo evitó el porfirismo estadunidense, frenó el expansionismo en 1914, protegió a Cárdenas por la expropiación petrolera y apuntaló al PRI como el partido del nacionalismo. A pesar de que los modelos de desarrollo se crearon en función de aprovechar la vecindad estadunidense, cuando menos el nacionalismo se utilizó como un dique cultural: socios, sí, subordinados, también, parientes pobres, ni modo; pero cada quien por su lado.

A partir del enfoque de las relaciones exteriores realistas el historiador Lorenzo Meyer publicó en la revista Foro Internacional de El Colegio de México en 2006 un ensayo con un título provocador: “Estados Unidos y la evolución del nacionalismo defensivo”, revisando las relaciones en sus conflictos y sobre todo en la cesión que representó el tratado comercial y los desafíos del ciclo antiterrorista derivado de los ataques del 9/11.

El nacionalismo ha sido, en la lógica de la vecindad inevitable, el eje de la doctrina mexicana de seguridad nacional y un obstáculo para el expansionismo militar y estratégico neoimperialista de EU desde Richard Nixon. Pero el nacionalismo fue aplastado… en México por los planes globalizadores de Salinas de Gortari: el TLCANarrió la bandera del nacionalismo y en 1992 canceló el concepto de Revolución Mexicana en el PRI e introdujo el de “liberalismo social”. El pragmatismo sin nacionalismo gobernó con Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto.

El gobierno de López Obrador es el más discursivo en materia de nacionalismo histórico pero parece que no pasó la prueba de la realidad. Ante la orilla de grandes decisiones que debían optar entre la resistencia con crisis de comercio exterior o cesión de soberanía en aras de mantener los beneficios magros del acuerdo comercial se decidió por salvar al tratado, manteniendo paradójicamente en alto la bandera de los símbolos de Juárez y Cárdenas, dos nacionalistas hasta el conflicto.

Pragmatismo

En 1848-1853, explica Charles A. Hale en su ensayo histórico La guerra con los Estados Unidos y la crisis del pensamiento (http://secuencia.mora.edu.mx/index.php/Secuencia/article/view/280/260), el nacionalismo salvó a México de una absorción total por parte de EU después de la guerra de 1847 que clamaban los conservadores luego de la pérdida de la mitad del territorio y pudo construir una resistencia liberal-juarista que combatió el emperador importado Maximiliano hasta su fusilamiento.

En la negociación del canciller Marcelo Ebrard con el gobierno de Trump no hubo el sentimiento de nacionalismo defensivo de última instancia y prevaleció el pragmatismo de ceder todo lo que pidieron en aras de mantener vivo el tratado sin aranceles especiales que hubieran provocado una crisis económica en el gobierno lopezobradorista. Es decir, Ebrard negoció el último final del nacionalismo para aferrarse al tratado neoliberal salinista.

Lo malo del sacrificio del nacionalismo radica en que seguirá vigente el tratado salinista que ha logrado, en 25 años de existencia, un PIB promedio anual de apenas 2.4 por ciento.