EL INSTITUTO NACIONAL DE OTROS DATOS

Hay un adversario excepcional que no ceja y tampoco tiene color: se llama realidad.

Redacción
Todo menos politica
Foto: Especial
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Por Katia D’Artigues

Me llegó por WhatsApp, esa aplicación que sustituye ya al correo electrónico que ahora se usa (¡qué cosas!) para el envío de comunicaciones formales; era un meme, un chiste: en fondo guinda-Morena, con el escudo nacional, cuatro siglas y lo que representan: “INOD. Instituto Nacional de Otros Datos”.

Me reí; luego me puse algo triste. Así es cuando el humor da en el clavo: hace pensar. Decía Sigmund Freud: “Todo chiste, en el fondo, encubre una verdad”.

El presidente Andrés Manuel López Obrador lo dice seguido en sus conferencias de prensa mañaneras: “Yo tengo otros datos”.

No importa que las mediciones citadas por reporteros o think tanks de la sociedad civil provengan de su gobierno sobre la caída de la producción de Pemex (que él niega) o de hoteleros de Cancún que lidian con el sargazo (no es un problema tan grave).

Esos “otros datos” suyos se amparan bajo la premisa de su credibilidad personal: él no miente, no engaña y no traiciona al pueblo. Y demostrará que así es… ahora o en el futuro, “me canso ganso”.

Pasó también con la refinería de Dos Bocas en Paraíso, Tabasco. Ilustra el punto e incluso algo más interesante: prueba la democratización de los “otros datos”. AMLO mismo tiene derecho a tener otros datos distintos a los que él mismo había expresado. (Sí, yo sé que uno se queda, lector, lectora, con cara de Santas confusiones, Batman).

Voluntad

Hago resumen ejecutivo: en mayo anunció que su gobierno, con Pemex y bajo la coordinación de la secretaria de Energía, Rocío Nahle, hará la refinería. Empresas probadas en construcción habían sido invitadas a participar en una licitación para crearla a más tardar en 2022 y con un presupuesto máximo de ocho mil millones de dólares.

Pero como dijeron que no era posible realizarla en ese tiempo o con ese presupuesto se canceló la licitación y ahora se hará péjele a quien le peje. No importan los “otros datos” que tenía AMLO y que había citado como una de las razones para invitar a otras empresas a concursar: hacía 40 años que Pemex no hacía refinerías y necesitaban actualización.

Algo me recuerda esos “otros datos” amlianos. El 22 de enero de 2017, recién había llegado al poder Donald Trump, su entonces secretaria de prensa, Kellyanne Conway, se enfrascó en un debate de cifras con medios sobre la asistencia de personas a la toma de posesión de su jefe. Trump decía que eran más de los que habían visto o calculado los medios.

Ya sabe, la prensa en Estados Unidos que critica a Trump es fifí y conservadora. Ah, no, perdón… eso es aquí. Bueno, allá son solamente mentirosos y difusores de “noticias falsas” (fake news).

Total, que Conway acuñó un término en una entrevista con el famoso programa Meet the Press que provocó revuelo: “Tenemos datos alternativos (alternative facts)”. Se enfrentó a críticas y risas catárticas (también hemos de agradecer al humor eso: es, como en mi caso, un mecanismo de subsistencia).

Las personas y sus circunstancias cambian en el gobierno. Es normal: no es lo mismo estar en el “cielo de la oposición”, criticar y decir que algo se resolvería rápido si ellos gobernaran, a de pronto ya ser los responsables de que algo —o todo— funcione. Son otras circunstancias.

El tema es que no todo se resuelve con voluntad, que sin duda alguna nuestro presidente la tiene y de sobra. Al resolver grandes temas nacionales hay, ahí sí, un adversario excepcional que no ceja y tampoco tiene color. Se llama realidad.

El filósofo José Ortega y Gasset es continuamente citado porque en su obra Meditaciones del Quijote escribió: “Yo soy yo y mi circunstancia”. Pero seguido se nos olvida que esta conocida frase no termina ahí. La frase completa es: “Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo”.