GUARDIA NACIONAL, NO SISTEMA DE SEGURIDAD INTERIOR

Había una guerra criminal por el control de territorios y estructuras de poder del Estado.

Carlos Ramírez
Columnas
Foto: Especial
Ilustración

La puesta en marcha de manera oficial de la Guardia Nacional el domingo 30 de junio cerró el ciclo de organización del sistema nacional de seguridad pública. Sin embargo dejó dos huecos fundamentales:

1. La crisis de inseguridad no fue de seguridad pública sino de seguridad interior. Es decir, no fue de policías y ladrones sino de la existencia de una estructura criminal que le fue expropiando zonas de soberanía del Estado nacional.

2. La Guardia es apenas un cuerpo de seguridad presencial y de proximidad en zonas de alta incidencia criminal. La parte sustancial de la inseguridad se debe a delitos de fuero común que corresponden a la autoridad, la fuerza y el control de los estados y municipios. Y a seis meses de administración el gobierno federal no ha podido poner orden en las fuerzas estatales y municipales de seguridad.

La clave para entender la crisis de seguridad y los referentes de su posible solución radica en el hecho de que se trata de una ruptura de la seguridad interior, un concepto cívico militar que forma parte de la doctrina de defensa nacional del Estado: cuando la inseguridad supera la fase de ladrones y se convierte en estructuras de poder criminal que le disputan hegemonía al Estado en zonas territoriales.

El enfoque de seguridad del gobierno lopezobradorista no varió el modelo analítico de los gobiernos de Felipe Calderón (2006-2012) y de Enrique Peña Nieto (2012-2018): los cárteles estaban formados por delincuentes. Había, sin embargo, una diferencia: los ladrones tradicionales buscan apropiarse de la riqueza ajena por la vía de la violencia delincuencial; los cárteles, en cambio, construyeron estructuras de poder económico, político, social y moral para desplazar al Estado de zonas territoriales de su soberanía e implantar un gobierno criminal con las reglas de gobierno de los delincuentes.

Lo primero fue expresión de la seguridad pública; lo segundo acumuló evidencias de que había una guerra criminal por el control de territorios y estructuras de poder del Estado: seguridad interior. La intervención del Ejército en la lucha contra la inseguridad fue motivada por el avance criminal en las estructuras del Estado.

Enfoque

La Guardia Nacional era una necesidad urgente para superar las deficiencias de la Policía Federal y de la Gendarmería. Y aunque solamente ha dicho que combatirá la inseguridad pública quedó como la única fuerza con capacidad para combatir a los cárteles en la disputa por el Estado, si bien sin funciones legales al respecto, aunque pudiera darse el caso de que ya haya definido en su interior —sin magnificarlos— a cuerpos especiales de lucha contra los cárteles y sus dirigentes.

El Estado mexicano creó la Dirección Federal de Seguridad en 1947 a recomendación de la CIA como parte de la Guerra Fría entre modelos productivos que se disputaron el mundo después de la Segunda Guerra Mundial. La DFS se corrompió cuando se convirtió en un cuerpo de protección de cárteles (1982-1985, durante la gestión de Manuel Bartlett como secretario de Gobernación) y el Centro de Investigación y Seguridad Nacional se diluyó ante la ausencia de un consejo de seguridad nacional.

El enfoque de seguridad interior en la crisis de inseguridad deberá llevar a cuerpos especiales de combate a los capos y sus relaciones de poder con el Estado. Si no, la Guardia terminará en una policía más.