LA AMPLIACIÓN DE LA AGENDA MILITAR EN EL MUNDO

Estamos muy lejos de suponer que las instituciones armadas desaparecerán o disminuirán su presencia.

Javier Oliva Posada
Columnas
Foto: Especial
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En ocasiones tengo la impresión de que prevalece en la opinión pública y de la ciudadanía en general la idea de que las actividades que desarrollan las Fuerzas Armadas de nuestro país corresponden a un caso excepcional y hasta único. Sin embargo nada más distante de la realidad: hay una marcada tendencia en las instituciones militares, desde hace por lo menos 20 años, a diversificar su presencia en una ya larga lista de actividades que en general tienden a fortalecer a los poderes civiles respectivos y a la misma democracia. Aunque muchos no lo piensen o crean así.

Tan solo frente a la severa crisis migratoria que se vive en Centro y Norteamérica, Estados Unidos ha desplegado poco más de tres mil soldados del Ejército de tierra (Army) en la frontera con nuestro país, para apoyar las labores de la Patrulla Fronteriza (Border Patrol). Si bien se encuentran vigilando la delimitación entre ambos países sin armas, han debido recibir cierto adiestramiento para actuar como “policías de migración” de manera coyuntural.

Lo mismo puede observarse desde hace años con otras Fuerzas Armadas en el continente americano; por ejemplo, con el Ejército de tierra en Brasil, cuando el anterior presidente ordenó que se hiciera cargo por seis meses de la seguridad pública en el estado de Río de Janeiro y su capital, del mismo nombre.

La formación militar multilateral más importante del mundo, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), ha debido coordinar la instrumentación de la Operación Aurora en la frontera más mortífera del mundo, el Mar Mediterráneo, mediante el apoyo de embarcaciones de las Armadas de Alemania, Francia, Reino Unido, España e Italia, entre otras, para tratar de controlar los flujos migratorios que salen de las costas del Magreb, así como los que proceden, vía terrestre, de Turquía y otros países de la antigua órbita soviética.

Fundamentales

El caso italiano y de sus Fuerzas Armadas es muy interesante. Se encuentra desplegado en varias partes de la hermosa isla de Sicilia, con el objetivo de disuadir y prevenir actos del crimen organizado. En labores de apoyo a la policía local, así como al cuerpo militarizado de seguridad que son los Carabinieri, los integrantes del Ejército y la Armada italiana cumplen un papel muy importante para que Palermo, capital de la isla, y otras importantes poblaciones puedan mantener la tranquilidad en el desarrollo de sus actividades cotidianas.

Otro tanto puede decirse de Fuerzas Armadas en Latinoamérica que en las décadas recientes han sido el principal recurso institucional para hacer frente al crimen organizado, sobre todo en países andinos como Perú, Colombia y Ecuador, en la faceta de productores y traficantes de cocaína. El crecimiento voraz del consumo de dicha droga —sobre todo en EU— y la disposición de potentes armas en el mercado ilegal exigen la implicación de los militares para enfrentar a la delincuencia en zonas remotas e incluso en pequeñas ciudades.

Por otro lado, pero al mismo y quizá hasta de mayor relevancia, se observan las implicaciones de los militares en labores de apoyo a la población en situaciones de desastre. Allí tenemos la presencia de las Fuerzas Armadas británicas en el norte de Escocia en 2017, ante inundaciones que arrasaron aldeas e infraestructura de una buena parte del norte de ese país.

Así que estamos muy lejos de suponer que las instituciones armadas vayan a desaparecer o a disminuir su presencia. Por el contrario seguiremos viendo cómo su papel resulta fundamental para garantizar la seguridad exterior, la seguridad nacional, la seguridad interior, así como la seguridad pública.

Tal como sucede en México.