TESOROS OCULTOS

Leyendas y anécdotas de veracidad incierta que contribuyen a su seductora mitología.

Juan Carlos del Valle
Columnas
Foto: Especial
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En la Ciudad de México coexisten ofertas culturales que tienen la capacidad de atraer al público de forma masiva, a la vez que hay tesoros de enorme relevancia histórica y cultural que, paradójicamente, permanecen en el olvido y el deterioro.

A continuación enumero cuatro que he tenido la oportunidad de visitar recientemente.

1. Casa Rivas Mercado. Esta construcción fue rescatada de la demolición apenas en 2008. Se trata de una joya arquitectónica del siglo XIX ubicada en la histórica colonia Guerrero, antigua mansión del arquitecto Antonio Rivas Mercado, creador, entre otros proyectos del Ángel de la Independencia. Desde esta casa vio pasar la Revolución la niña Antonieta Rivas Mercado, quien se convertiría en una mujer excepcional y apasionada; escritora, activista política y promotora de las artes, durante su vida estuvo vinculada a personajes como Manuel Rodríguez Lozano, Xavier Villaurrutia, Salvador Novo y José Vasconcelos. Gracias a un trabajo de restauración casi milagroso se puede admirar la belleza de la ecléctica fachada y andar por las antiguas habitaciones, ya vacías y silenciosas, donde alguna vez se reunieron los artistas e intelectuales más importantes de nuestro país. Visitar la Casa Rivas Mercado es hoy un paseo nostálgico y un ejercicio de imaginación.

2. Casa Fuerte del Indio Fernández. Esta casa con aspecto de fortaleza fue la residencia de uno de los más grandes iconos de la historia del cine mexicano y uno de mis directores predilectos, Emilio el Indio Fernández. Fue construida por su amigo cercano, el célebre arquitecto Manuel Parra —sobrino, por cierto, del arquitecto Rivas Mercado. Es emocionante recorrer sus habitaciones laberínticas y visualizar a los artistas e intelectuales de la época, así como a las luminarias del cine de oro mexicano y Hollywood, reunidos en el comedor, nadando en la alberca o cantando hasta la madrugada en la sala de música. Al igual que el propio Indio la casa está rodeada de leyendas y anécdotas de veracidad incierta que contribuyen a su seductora mitología: se dice que muchas de las puertas y ventanas de la casa provienen directamente de los sets de algunas de las películas más famosas del Indio y que el suelo fue traído pieza por pieza de Palacio Nacional. En una de las habitaciones de la casa hay un mural pintado por Diego Rivera, sin embargo hoy este espacio lo ocupa un joven artista que lo utiliza como estudio privado y el mural no está a la vista del público.

Cofre

3. Parque ecológico. El Batán Al visitar este parque hace unos días descubrí con asombro, cercada por una pequeña reja blanca e ignorada por los tenistas y familias haciendo picnic en las áreas verdes, la última obra monumental de Diego Rivera. Titulada poéticamente El espejo de la estrella consiste en una fuente (hoy seca) cuyo fondo está decorado con bellísimas imágenes de criaturas y dioses prehispánicos alusivos al tema del agua, realizadas a partir de pequeños mosaicos, mármoles y ónix en diferentes colores. De acuerdo a la casi inexistente información que encontré al respecto la obra fue comisionada por Dolores Olmedo, musa, mecenas, coleccionista, amiga cercana de Diego y antigua dueña de la finca que hoy constituye El Batán.

4. Museo Casa de León Trotsky. Aquí vivió y fue asesinado el revolucionario ruso que llegó a México pidiendo asilo político en 1937 tras ser perseguido por Stalin. La casa es una cápsula de tiempo, de energía casi fantasmal, donde se exhiben los muebles y objetos personales de Trotsky. Pueden verse los agujeros de bala en las gruesas paredes, vestigio de los atentados contra su vida —en uno de los cuales participó Siqueiros. Y, en una especie de homenaje evocativo de su trágico final, está la estela funeraria diseñada por Juan O’Gorman donde hoy descansan los restos del revolucionario y su esposa. Los jardines, algo descuidados, y la fachada rayada con grafiti le dan a la casa un aire decadente y ruinoso.

Estas cuatro propiedades tienen la característica compartida de que, a pesar de haber sido destacados puntos de encuentro de artistas e intelectuales en el pasado, así como de ser hitos indiscutibles de la historia nacional y lugares de gran interés artístico, hoy son mayormente ignorados. Descubrirlos es como abrir un viejo cofre olvidado que contiene un fulgurante tesoro adentro.