EUROPA: DEMOCRACIA INTIMIDADA

En España Pedro Sánchez ganó las elecciones de abril pero no ha podido formar gobierno.

Redacción
Política
Foto especial
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Por Claudia Luna Palencia

De un tiempo a la fecha Europa enfrenta serias dificultades para mantener gobiernos estables: los resultados electorales cada vez más fragmentados obligan a los ganadores a buscar pactos que no siempre proporcionan estabilidad ni gobernabilidad.

La suma de minorías para conseguir una mayoría obliga a coaliciones absurdas y hasta ideológicamente contrarias. El botín es el poder pero la segmentación parlamentaria entre las distintas fuerzas políticas muchas veces termina convirtiéndose en un gran escollo para que prospere la maquinaria legislativa.

En España la falta de apoyos para sacar avante los Presupuestos Generales de 2019 desembocó en un adelanto electoral y sigue a la fecha con un gobierno interino tras el fracaso —la semana pasada— de la investidura de Pedro Sánchez.

Suecia tuvo elecciones generales en septiembre de 2018 y logró gobierno hasta mediados de enero pasado. Stefan Löfven, primer ministro desde 2014 por el Partido Socialdemócrata, contendió para otro periodo de gobierno y ganó con 28.3%, un dato por sí mismo insuficiente para salir investido, obligando a pactos y a coaliciones. Luego de largas conversaciones surgió una base de entendimiento con los partidos centristas y los liberales, mientras el espectro de la ultraderecha se fortaleció con 62 escaños conseguidos por Demócratas de Suecia. Löfven gobierna en minoría.

En Holanda, en marzo pasado, los resultados de las legislativas le complicaron el gobierno liberal al primer ministro Mark Rutte, víctima de las urnas al perder el Senado ante el ultraderechista Foro por la Democracia.

Aún hay más vaivenes: en Bélgica desde diciembre de 2018 el primer ministro Charles Michel convocó a elecciones generales anticipadas tras romperse el cuatripartito de gobierno porque suscribió el Pacto Migratorio de la ONU y eso molestó a sus socios, los nacionalistas flamencos. Las elecciones celebradas en mayo pasado mantienen a Michel de interino, con el alma en vilo porque en otoño próximo será el nuevo presidente del Consejo Europeo y quiere irse dejando la estafeta sin que surja una nueva larga ausencia en la figura del premier; y en circunstancias en que la ultraderecha del partido Vlaams Belang se ha fortalecido con 18 escaños a su favor.

Luego está Grecia cuya debacle económica hace cuatro años metió en el poder a la ultraizquierda de Syriza, con Alexis Tsipras al frente enarbolando un discurso rupturista; apenas tomar las riendas, unos meses después convocó a elecciones y las volvió a ganar aquel año de 2015. Sin embargo en los comicios autonómicos y municipales efectuados en junio Syriza derrapó en toda Grecia, mensaje ciudadano que el primer ministro atajó con un nuevo adelanto electoral: el 7 de julio Kryriakos Mitsotakis, del partido conservador Nueva Democracia, obtuvo el triunfo. La ventaja para él es que cuenta con mayoría en el Congreso.

Reino Unido y España, ruleta rusa

La democracia, escribió el filósofo italiano Norberto Bobbio, nació como una contraposición a los regímenes monárquicos, al absolutismo más rancio y para derrumbar los totalitarismos.

Su naturaleza radica en representar no un sentido individualista sino una necesidad colectiva. Pero de cara a 2020 ¿qué tipo de futuro le aguarda a la democracia en momentos veleidosos y quebradizos?

El desequilibrio en este sistema democrático, a reflexión de Bobbio, comienza cuando se deja de representar a las mayorías, bien por ostracismo, bien porque incrementa la abstención o los votos de castigo.

Hoy Europa es fiel reflejo de ese sistema democrático parlamentario cuestionado por su funcionalidad y pulverizado, a tal grado que si el partido que gana no pacta no puede llegar a gobernar.

Suceden acuerdos ideológicamente impensables. Por ejemplo en Italia los dos polos ultra, el de la extrema derecha y el de la extrema izquierda, terminaron uniéndose para desplazar al centro y a la izquierda más moderada.

Tras 88 días de arduas conversaciones Giuseppe Conte fue nombrado primer ministro con el apoyo de la Liga (ultraderecha) y el Movimiento 5 Estrellas (ultraizquierda).

Matteo Salvini, de la Liga, y Luigi di Maio, del Movimiento 5 Estrellas, fueron nombrados viceprimeros ministros. Y es tal la popularidad de Salvini y su creciente poder, que Italia en cualquier momento enfrentará elecciones generales.

Ese crisol italiano va replicándose con la dureza de los comicios electorales en Europa, con un electorado cada vez más desencantado, lo que se suma al surgimiento de muchos partidos con ideas radicales que llevaban años sepultados en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial.

En España, Pedro Sánchez triunfó en las elecciones generales el pasado 28 de abril pero no ha podido formar gobierno: es un mandatario en funciones con un gabinete en la misma situación.

A falta de los apoyos necesarios al país ibérico le aguarda un otoño caliente; el ciudadano de a pie está bastante hastiado por el canibalismo político actual y el papel de los partidos que mantienen fagocitado su modelo democrático.

El PSOE ganó las elecciones y obtuvo 123 curules en el Congreso, insuficientes para obtener la mayoría absoluta de 176 escaños de un total de 346 asientos: se ha visto obligado a negociar con todas las fuerzas políticas sin lograr sumar apoyos.

Apenas el pasado martes 23 de julio aconteció el primer batacazo contra Sánchez en su búsqueda de la investidura por mayoría absoluta: obtuvo 170 votos en contra, 124 a favor y 52 abstenciones.

El jueves 25 de julio regresó para someterse a los designios de sus señorías, esta vez buscando la mayoría simple, la fórmula de más síes que noes, y tampoco pudo ser; el resultado fue de 124 síes, 67 abstenciones y 155 noes.

Aquí en el Hemiciclo situado en Carrera de San Jerónimo se vivió una sesión descorazonada; había ánimo de entierro, como si los legisladores estuvieran velando a la democracia española. El candidato ganador, quien recibió 7.5 millones de votos de los ciudadanos, no ha podido consolidar su victoria porque cada fuerza política va a su vera.

Han sido largas horas, de los días de estío más largos, con estrategias sobre la mesa, tiempo de hablar, de proponer y de replicar… de enojos y uno que otro berrinche, ante una ciudadanía de vacaciones que intenta disfrutar del descanso estival.

Sánchez lo intentó todo a fin de eludir los votos condicionados de los grupos independentistas pero se estrelló con el muro del desprecio de Ciudadanos y de la frialdad canalla del Partido Popular.

Sin duda el gran escollo ha sido el nulo entendimiento con las confluencias de izquierda, esencialmente con el partido de Unidas Podemos, que lidera Pablo Iglesias.

El cambalache de los 42 escaños de Unidas Podemos para investir a Sánchez exigía la formación de una vicepresidencia de Derechos Sociales y Medioambientales y encabezar cinco ministerios; la respuesta del PSOE fue tajante ante el chantaje, lo dijo Sánchez en el atril: “Esto no es a cualquier precio”.

Hay una desconfianza mutua chirriante, en la que uno quiere los votos del otro e Iglesias los vende en lingotes con el reproche constante de que solo le ofrecen lentejas.

Durante la primera sesión de control de investidura, el martes 23, Aitor Esteban, líder del Partido Nacionalista Vasco (PNV), trajo a colación un viejo dicho: “Dos vascos están en el bosque buscando setas. Uno de ellos encuentra un reloj Rolex y, todo alborotado, va a decírselo a su compañero. Este, impasible, le contesta: —Pero Patxi, ¿a qué estamos: a setas o a Rolex?”

Lo reiteró en tribuna para solicitar a Sánchez que buscase todo el diálogo y el consenso posible para validar su triunfo y no dejar resquicio a que, en unas nuevas elecciones, esta vez sea la derecha —con todos sus matices— la que sume.

Esteban también aprovechó para espetarle en la cara a Albert Rivera, líder de Ciudadanos, su continua ironía en el relato señalando que “Sánchez y su banda ya lo tienen todo preparado”. Aquí reviró el líder del PNV: “La única banda que veo es la de usted. Cuando le miro, señor Rivera, también le imagino en una banda pero de mariachis, dando siempre la nota desde la tribuna y la serenata desde el escaño continuamente”, atajó despertando las risas de los demás legisladores.

El papel de Ciudadanos (cuenta con 57 escaños) en el fracaso de la investidura de Sánchez ha sido pieza fundamental. La animadversión de Rivera hacia el socialista traspasa el plano político hasta llegar a lo personal: fue el único de los líderes que despreció reunirse en La Moncloa para buscar consensos.

En esa arrogancia también el Partido Popular ha perdido su sentido de Estado. Con sus 66 escaños y tras sufrir un fuerte varapalo en las elecciones generales Pablo Casado a lo que aspira es a convertirse en la voz de la oposición en el Congreso. Y tampoco le facilita la investidura a Sánchez, quien en reiteradas ocasiones le solicitó, al menos, su abstención.

Prácticamente con esas opciones quemadas al ganador de las elecciones lo han dejado en manos de los mercenarios: Unidas Podemos más los grupos nacionalistas y separatistas de todo tipo de confluencias frotándose las manos pidiendo el oro y el moro a cambio de su voto de apoyo.

España lleva tres elecciones generales en poco más de tres años. Sánchez propuso en su investidura un primer gran pacto de Estado a fin de evitar más bloqueos: “Propongo una reforma del artículo 99 de la Constitución española”.

Se trata de una reactualización en el párrafo jurídico que desde 1978 norma el proceso de investidura en la vida democrática española, dándole un nuevo sentido “en el que la fuerza ganadora pueda gobernar” al menos con 30% de los votos y sin necesidad de pactos y coaliciones.

Además la propuesta de gobierno de Sánchez para un cuatrienio en el poder recoge las grandes demandas de todos los partidos políticos, a excepción de Vox (24 escaños), la fuerza de extrema derecha recién estrenada en el Congreso y a la que Sánchez hizo el vacío y utilizó para recriminar tanto al PP como a Ciudadanos haber pactado en diversas comunidades autónomas con Vox para formar gobierno. El “trifachito”, como se le conoce popularmente, sacó del poder al PSOE de Andalucía, su bastión natural.

Para el escritor Juan Antonio Garrido Ardila el multipartidismo obliga a acuerdos de gobierno coherentes, que serán asideros si los principales partidos efectúan, bona fide, acercamientos ideológicos.

“Y esas pulsaciones ideológicas solo pueden cobrar coherencia si se orientan hacia el liberalismo ético que sostiene las ideologías de Ciudadanos, PP y PSOE. La polémica sobre la renuente negativa de Ciudadanos a facilitar la investidura de Sánchez trasluce una realidad: que el PSOE ha ensayado aproximaciones a grupos políticos anticonstitucionalistas ubicados a mucha distancia del centro liberal”, argumenta el catedrático.

A su vez el analista Nicolás Pan Montojo recuerda que 19 de los 28 países de la UE tienen un gobierno de coalición “con al menos dos partidos con cargos ministeriales”, aunque en cinco de ellos este pacto no alcanza la mayoría parlamentaria: Bélgica, Croacia, Eslovenia, República Checa y Suecia; y en tres, Francia, Hungría y Polonia, se trata de una coalición preelectoral.

“España es uno de los seis países de la UE que tienen un ejecutivo en minoría monocolor y es además, junto a Malta, el único que no ha tenido un gobierno de coalición en los últimos 40 años”, añade el analista.

España seguirá instalada en el gobierno en funciones. Habrá que esperar de cara a septiembre a ver si se logra in extremis un acuerdo del PSOE con Unidas Podemos antes de que el monarca Felipe VI disuelva las Cortes y convoque a nuevas elecciones generales para noviembre. Serían ad sensu las cuartas elecciones generales, aunque en el ambiente se percibe la idea de que los estrategas de Sánchez orillan veladamente a unas nuevas elecciones, pretendiendo mejorar en escaños.

Johnson, “el Trump inglés”

El Brexit, votado por la gente de forma mayoritaria en el referéndum del 23 de junio de 2016, ya dejó su primera víctima política: la caída en desgracia de Theresa May como premier, la segunda mujer también del Partido Conservador en liderar los destinos de la nación británica junto con Margaret Thatcher.

A diferencia de Thatcher, quien fue primera ministra durante once años (de 1979 a 1990), a May el gusto le duró tres años. Defenestrada y vapuleada por las filas de su propio partido ante lo que se considera en Reino Unido como “un estrepitoso fracaso en la gestión del Brexit”, no tuvo otra opción que hacerse a un lado.

El proceso para elegir a su sucesor duró un mes, con dos contendientes del Partido Conservador, Boris Johnson y Jeremy Hunt, inmersos en una serie de debates en puntos focales de atención inmediata en Reino Unido.

Tras deliberaciones entre los 159 mil 320 afiliados al Partido Conservador el ganador de las primarias tories es Johnson, con 92 mil 153 votos a su favor: prácticamente duplicó los concedidos a Hunt, con 46 mil 656 sufragios.

Al ex alcalde de Londres y ex ministro de Relaciones Exteriores se le considera un rebelde: se ha hecho a sí mismo remando contra viento y marea, y soportando el pulso de aquellos que no le daban ni tres meses en la política.

Estrafalario y dicharachero Johnson conoce el impacto mediático y en las redes sociales de Trump ese tirón lo seduce; por eso emula sus líneas rojas y duras a tal grado que ya amenazó con sacar ipso facto a Reino Unido de la UE el próximo 31 de octubre y a como dé lugar… con acuerdo o sin acuerdo.

Tras cumplimentar todo el protocolo de investidura con la reina Isabel II en Buckingham (miércoles 24 de julio), el “Trump inglés” dio su primer discurso en Downing Street, en el que aprovechó para reiterar que “cueste lo que cueste” habrá Brexit.

Johnson adelantó que no está dispuesto a pagar la factura por 45 mil millones de euros pactada por su antecesora con Bruselas por los costos de desconexión de la UE. Dijo que no lo hará sin una nueva negociación en busca de un acuerdo más favorable para los británicos.

Reino Unido está urgido de estabilidad política. Con el nuevo líder tory sigue siendo la ruleta rusa. El Partido Laborista, que lidera Jeremy Corbyn, anunció ya que presionará por un segundo referéndum a fin de evitar una ruptura que desemboque en un colapso de la economía; inclusive afirmó que presionará por unas nuevas elecciones generales.

A la tensión actual de los últimos meses Johnson suma la creciente tensión diplomática con Irán, ambos países con petroleros involucrados en una serie de roces en Gibraltar y en Ormuz.

Si como se espera emula la línea dura de Trump en política internacional (Johnson ofreció reunirse con él tres veces antes de concluir octubre), solo contribuirá a empeorar la relación con Irán y encima embrollar más a la UE, que detiene con pinzas de cristal el pacto nuclear signado con la nación de los ayatolás.

Se anticipa un otoño de incertidumbre política en Europa.

Investidura fallida en España

PosiciónVotación mayoría absolutaVotación mayoría simple

En contra170155

A favor124124

Abstenciones5267

Fuente: Congreso de los Diputados