APUNTANDO A LAS RAÍCES

Estados Unidos debe mostrar reciprocidad y colocar en la agenda como tema prioritario el control de venta y tráfico de armas`.

Redacción
Todo menos politica
Foto: Especial
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Muerte y terror que ahondan aún más las divisiones entre países y entre habitantes. El discurso presidencial estadunidense basado en odio y supremacía racial finalmente tiene una funesta consecuencia. Y en un escenario agravado, en tanto México no actúe por las vías diplomáticas con energía a efecto de atacar uno de los pilares del problema, estaremos en la posibilidad latente de más eventos como el del pasado 3 de agosto.

Sin embargo las balas que acabaron con la vida de 22 personas e hirieron a 26 en la fronteriza ciudad de El Paso pueden tener un rebote letal hacia las aspiraciones reeleccionistas de Donald Trump. Es un problema de profundo fondo sistémico y enraizado en el diseño institucional, legal y nacional norteamericano que de no recibir un posicionamiento correcto puede ser contundente y negativo para el presidente republicano.

Partamos de la base legal soporte. La Segunda Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos de Norteamérica establece como derecho fundamental del pueblo estadunidense el poseer y portar armas de fuego. Esto ha provocado que la cultura de la heredad de armas sea parte imprescindible de la educación, así como el surgimiento de grupos de presión como la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés), fundada en 1871, que ha cabildeado activamente en contra de una legislación restrictiva en la materia desde hace más de 50 años.

Millonaria industria

El tamaño de esa industria en Estados Unidos es de tal magnitud que, con una población de 329 millones de habitantes, existen en su territorio 393 millones de armas de fuego registradas legalmente. Es decir, tienen más armas que habitantes. El Instituto Internacional de Investigaciones para la Paz de Estocolmo estima que la venta de armamento representa más de 100 mil millones de dólares anuales, y Estados Unidos es el mayor exportador.

Por ello la presencia de la NRA es significativa en la política del país vecino. En Estados Unidos los candidatos son libres de buscar fondos para sus campañas. Los Comités de Acción Política, oficinas ubicadas en los distritos o estados de origen de representantes y senadores se encargan permanentemente de realizar eventos, colectas y demás actos que permitan al legislador mantenerse vigente y con fondos para sus operaciones fuera del Congreso.

Ante esto la NRA es una fuente de ingreso importante. En 2016 aportó más de once millones de dólares para la campaña presidencial de Trump e invirtió otros 20 millones en publicidad contra Hillary Clinton. En total, más de 31 millones de dólares fueron destinados para hacerse con la Presidencia y 20 millones más para que la mayoría del Senado se quedara en manos republicanas.

El Centro por una Política Responsable, think tank que se ha dedicado a analizar la influencia de la NRA en las elecciones y políticas públicas, calculó que más de la mitad de los congresistas titulares del país (320 aproximadamente) han recibido ayuda financiera u organizacional de la Asociación.

Ahí, el punto central de la diana en donde nuestro país debiese apuntar para generar un cambio de enorme calado. ¿Debemos acaso esperar a que las masacres se vuelvan sistemáticas? La postura del gobierno mexicano va por buen camino pero necesita un cierre fuerte. Mientras que el equipo de la Secretaría de Relaciones Exteriores, encabezado por Marcelo Ebrard, afirma que se trató de un acto de terrorismo, en Gobernación Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos, aseguró que así como México ha cooperado para atender el tema de la migración y el narcotráfico el gobierno de Estados Unidos debe mostrar reciprocidad y colocar en la agenda como tema prioritario el control de venta y tráfico de armas.

Es urgente una política bilateral que, más allá de las acusaciones, ponga sobre la mesa planes y cursos de acción tangibles que restrinjan el tráfico de armas y controlen de manera más precisa y firme la venta de ellas. Lastimosamente las voluntades políticas aún flaquean ante los grandes intereses. Es momento de alzar la voz, una vez más. En ambos países juntos debemos gritar: ya basta… enough!