GRISES Y MATICES

Los ciudadanos tenemos que analizar la información haciendo a un lado los calificativos y las descalificaciones.

Sergio Sarmiento
Columnas
Foto: Especial
Ilustración

Un integrante de la oposición será siempre crítico del gobierno. Un gobernante, en cambio, defenderá las políticas de su régimen. Esto es parte de la naturaleza humana… y también de la política.

El presidente Andrés Manuel López Obrador ofrecerá este domingo su primer informe de gobierno. Llega a él con una aprobación muy sólida: 69%, según las últimas encuestas. No parece que tratará de reportar cosas nuevas ya que ofrece un pequeño informe todos los días en sus mañaneras. De hecho, es muy probable que el discurso sea una mera reiteración de esa información presentada cotidianamente. Y quizá no sea malo. El presidente ha entendido que la repetición de sus posiciones persuade y convence.

Los spots del presidente en medios de comunicación y redes sociales señalan algunos de los puntos que ofrecerá en su informe. Hará énfasis, sin duda, en los programas sociales, como el apoyo a los adultos mayores o el de Jóvenes construyendo un futuro. Afirmará también, probablemente, que aunque la economía no crece el país sí registra un verdadero desarrollo, debido a que presuntamente hay mayores avances sociales. Dirá que la gente está más feliz porque hay una mayor igualdad. Lo ha dicho tantas veces en sus mañaneras que sería difícil que no concluyera que vamos bien, requetebién.

No sorprende que un gobernante se muestre optimista ante sus propios logros. Si vemos los promocionales de López Obrador y los comparamos con los de Enrique Peña Nieto de hace seis años encontraremos un tono similar. Peña Nieto declaraba que su gobierno estaba moviendo a México; López Obrador dice que el suyo está transformando al país. En contraste, hoy escuchamos voces de oposición que cuestionan absolutamente todo lo que hace el presidente pero en el pasado había otras voces, que hoy aplauden al régimen, que criticaban todo lo que hacía el gobierno en funciones.

Contrastes

Así es la política. Es un juego que obliga a decisiones difíciles, llenas de matices y de grises, que deben presentarse al público en blancos y negros, en cuentos de héroes y villanos en los que uno es siempre el héroe y los adversarios los villanos. Los mandatarios que han tratado de ser honestos, que han querido explicar a los ciudadanos los problemas y los sacrificios necesarios para el bien del país no han logrado el respaldo necesario de la población.

Este inicio de sexenio ha estado lleno de contrastes. La cancelación del aeropuerto de Texcoco ha dañado la credibilidad del régimen y ha tenido un costo financiero muy elevado. Los grandes proyectos de inversión, desde el Tren Maya hasta la refinería de Dos Bocas, son cuestionables, ya que no tienen forma de ser rentables pero pueden detonar un mayor crecimiento en el empobrecido sudeste del país y reducir la dependencia de las gasolinas de Estados Unidos. Del lado positivo el gobierno mantiene un recio control sobre el gasto público y todo parece indicar que es más honesto que el anterior. La estabilidad del peso, a pesar de la inestabilidad internacional y las agresiones de Donald Trump, es producto de la disciplina fiscal; una devaluación fuerte, por otra parte, habría socavado la popularidad del presidente.

No debe sorprender que López Obrador ofrezca un informe triunfalista. Tampoco que los opositores lo cuestionen. Los ciudadanos tenemos que analizar la información haciendo a un lado los calificativos y las descalificaciones. Quizá no estamos requetebién pero tampoco hemos sufrido un desplome. Ciertamente México no se ha convertido en una nueva Venezuela.