Prevención de trastornos alimenticios con Proyecto Cuerpo

Se relacionan con la historia de vida de cada sujeto.

Redacción
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Jóvenes
Foto: Antonio Guillem

México, 5 de septiembre. Los factores de riesgo relacionados con la presión por estar delgado, están determinados por múltiples aspectos tanto de origen familiar, como biológico, sicológico y social. “La disonancia cognoscitiva pone en duda las creencias que desde niño tienen todas las personas en cierto tema. Los problemas de alimentación que tienen ciertas personas, sobre todo de trastornos de la conducta alimentaria se deben en cierta medida a su historia de vida”, explicó la coordinadora de la Clínica de Nutrición de la Ibero, Gladys María Bilbao.

Compartió que más del 80% de alumnas y alumnos que fueron entrevistados antes de tomar el taller registraron gran insatisfacción con su imagen corporal, por lo cual preocupa que quien tiene un peso normal no esté satisfecho y quiera bajarlo.

La Universidad Iberoamericana, la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y el Instituto Nacional de Psiquiatría (INP) trabajan en un estudio denominado Proyecto Cuerpo, cuya finalidad es la impartición de talleres para prevenir e identificar conductas alimentarias de riego en estudiantes universitarios.

El convenio interinstitucional y multidisciplinario consiste en cinco sesiones de dos horas cada una, las cuales se basan en disonancia cognoscitiva. Es decir, ponen en duda lo que muchas personas tienen introyectado desde la infancia sobre este tema, explicó Gladys María Bilbao.

La académica detalló que este proyecto no favorece el ideal de delgadez ni del sobrepeso, sino el de un peso saludable.

Cabe precisar que Eric Stice, Investigador en el Oregon Research Institute y quien visitó la Ibero para participar en el ‘Simposio Actualidades en Trastornos de la Conducta Alimentaria’, fue el creador del programa de prevención del trastorno alimentario The Body Project, que utiliza la inducción de disonancia para reducir los factores de riesgo de los trastornos alimentarios.

En México, fue Claudia Unikel, investigadora en ciencias Médicas D, en la Dirección de Investigaciones Epidemiológicas y Psicosociales del Instituto Nacional de Psiquiatría, quien introdujo esta intervención por tratarse de un método interactivo en el que se hacen ejercicios durante el taller y se dejan tareas.

La especialista, quien lleva más de 25 años trabajando en la validación de instrumentos para medir conductas alimentarias de riesgo ante la necesidad de tener una manera de detectarlas, señaló que el objetivo de estas colaboraciones interinstitucionales es disminuir la cantidad de personas con diagnóstico.

Respecto a la relación de los universitarios con el ideal de la delgadez, la investigadora señaló que, actualmente, ha disminuido un poco la presión social e intentado hacer cosas como la propuesta de tallas grandes. Sin embargo, en el INP continúa la llegada de pacientes con trastornos alimentarios, así como en las consultas privadas.

“Se trata de una enfermedad que está presente. En los universitarios se da con frecuencia y considero que la prevención se tendría que hacer desde el nivel medio superior, pero es complicado porque las escuelas no lo permiten”, añadió.

Por su parte, Alicia Parra, actual directora del Departamento de Salud e investigadora responsable de Proyecto Cuerpo en la Ibero, señaló que las conductas alimentarias de riesgo han aumentado su prevalencia y son muy frecuentes en los jóvenes.

Explicó que los ejercicios orales, escritos y de comportamiento tienden a disminuir la interiorización del ideal de delgadez que está muy promovido por la cultura en la que vivimos: medios de comunicación, redes sociales y publicidad.

“La sociedad contemporánea ha construido todo un culto alrededor del cuerpo y dicta una serie de normas o cualidades dentro de las cuales la delgadez es un punto central especialmente en las mujeres. En los hombres, el ideal estético involucra cuerpos con muscularidad acentuada que desarrollan estereotipos y genera insatisfacción corporal, frustración, discriminación y estigma y, por supuesto, incentiva la práctica de conductas alimentarias de riesgo que dañan la salud física y emocional de las personas”, señaló Parra.

La académica detalló que este tipo de comportamiento se observa más en carreras y profesiones que tienen que ver con la imagen corporal. Aunque se trata de un fenómeno que se ve en todos los grupos de edad, son más frecuentes en los adolescentes y jóvenes adultos. Sin embargo, se empiezan a ver conductas alimentarias de riesgo en niños.