CONTRA QUEMADURAS, PARCHE QUE POTENCIA LA RECUPERACIÓN

La mayoría de los sustitutos artificiales de piel que utiliza el sector salud son de importación y su costo es elevado.

Redacción
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Foto: Especial
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Por J. Alberto Castro

Gerardo Leyva Gómez, doctor en Ciencias Químicas, trabajó muchos años en el Centro Nacional de Investigación y Atención a Quemados adscrito al Instituto Nacional de Rehabilitación, donde se recibe a los pacientes con quemaduras de la mayor gravedad, aquellos cuya vida está en riesgo o en condiciones críticas.

Con la mirada escrutadora del investigador vio cómo los médicos especialistas aplicaban medicamento para el tratamiento de heridas muy complicadas. Varios aspectos llamaron su atención. “Lo primero es que gran parte de los medicamentos eran importados de Estados Unidos, por lo que me di a la tarea de investigar cuál era la composición y los métodos de fabricación de estos, y con la experiencia que tenía resultó fácil encontrar otras propuestas”.

En segundo lugar, dice el también académico de la Facultad de Química (FQ),“gran parte de estos medicamentos son de un costo muy elevado. Casi siempre las personas encaminadas a este instituto son pacientes de bajos recursos, familias que asumen los gastos de hospitalización”.

Interesado en ofrecer una opción “a un precio accesible”, cuenta a Vértigo, se dio a la tarea de hacer y fabricar medicamentos aún más eficaces. Inició hace tres años y hoy entre varios productos acentúa “una membrana polimérica biodegradable nombrada de manera coloquial ‘parche’ o cubierta para proteger heridas de segundo grado, las cuales requieren de un medicamento de penetración profunda en la piel”.

El científico, quien encabeza a un grupo de investigación de la UNAM, explica que para reducir el tiempo y los altos costos que implica el cuidado de estos pacientes en el sector salud (30 mil pesos mensuales) se desarrolló esta cubierta de bajo costo con nanopartículas que liberan antiinflamatorios y antioxidantes.

Con ello se favorece el cierre de heridas extensas provocadas por quemaduras, por úlceras por presión, arma punzocortante o pie diabético (este último requiere la aplicación de otros medicamentos para su curación).

Para Leyva la arquitectura de la cubierta es compleja, sofisticada y superior a la de los productos existentes. “Combinamos una serie de factores para un producto eficaz.

El parche es translúcido: cubre el exterior pero permite monitorear el aspecto interno. Esto ayuda a los especialistas a observar cómo evoluciona la herida. También permite saber si ha cerrado o no. O ver si hay coloración, síntoma de algún foco de infección. Por eso es importante ver a través del producto”.

Nanopartículas de curcumina

El especialista pondera “la alta capacidad de hinchamiento” del dispositivo clínico:

“Casi siempre las laceraciones producen exudado, un líquido presente en la superficie de la lesión proveniente del desecho de las células. Cuando colocamos el parche en la herida absorbe el exudado, lo cual promueve la cicatrización porque contiene poros microscópicos y diminutos. Esos poros constituyen una piel artificial colocada sobre la herida y además permiten la transpiración de los productos colocados”.

El universitario revela que en este tipo de lesiones un problema recurrente son las infecciones por bacterias oportunistas difíciles de combatir por su resistencia. Por ello incluyó en el apósito cutáneo nanopartículas de curcumina, cuya liberación gradual entra en contacto con el tejido. La curcumina proviene de la raíz cúrcuma longa, con propiedades antiinflamatorias, antibacterianas y antioxidantes.

“Son diminutas esferas de entre 100 y 200 nanómetros, es decir, del tamaño de un virus. En ellas se introducen los medicamentos que al hacer contacto con la zona de la herida ayudan a que cierre mucho más rápido”, describe.

Otro aspecto subrayado por este innovador es la característica biodegradable de la cubierta ya que la mayoría de los productos comercializados en farmacias no lo son. Eso significa que actualmente la práctica clínica consiste en colocar los parches en la herida y después de cierto tiempo hay que retirarlo. La remoción del producto tiene implicaciones ya que existe la posibilidad de hacerlo mal y provocar que la herida se abra de nuevo.

En cambio su producto, detalla, “por estar hecho de un derivado de componente marino una vez adherido a la piel dañada se degrada en tres o cinco días y no hay necesidad de retirarlo”.

Sobre las secuelas que dejan las quemaduras de segundo grado Leyva comenta que la calidad de la piel regenerada es multifactorial ya que depende del abordaje inicial, del tratamiento farmacológico y quirúrgico, los tipos de medicamentos aplicados, la etapa de rehabilitación, alimentación, edad y sexo. La zona dañada recobra cerca de 60% de funcionalidad y en comparación con la piel sana no tiene la misma hidratación, elasticidad y coloración. “Una herida tradicional cierra en dos o tres semanas, dependiendo de la severidad, pero con nuestro apósito el proceso tardaría entre una y dos semanas, además de mejorar la calidad de la piel”.

Optimista, considera factible la producción industrial del apósito contra quemaduras porque no es un medicamento altamente sofisticado: por el contrario, procuraron un diseño sencillo y la inclusión del aporte biotecnológico.

El beneficio económico salta a la luz porque la mayoría de los apósitos o sustitutos artificiales de piel que utiliza el sector salud son de importación y su costo es elevado: de tres mil a seis mil pesos por una extensión del tamaño y grosor de una hoja tamaño carta. En cambio el de la UNAM, con características similares, fluctúa entre los 100 y 200 pesos.

Por supuesto que se hará la solicitud de patente y se buscará un convenio de comercialización del producto con alguna empresa del sector privado. Entretanto el químico Leyva y su equipo continuarán su carrera ascendente en el campo de la innovación.

Víctimas de quemaduras

En México cada año alrededor de 120 mil personas —equivale al cupo del Estadio Azteca— sufren heridas en la piel por agua caliente, electricidad, sustancias químicas o fricción.

Más de 60% son niños de cuatro a cinco años que tienen incidentes en casa, específicamente en la cocina (por agua hirviendo), o durante las vacaciones.

En el mundo fallecen 267 mil 885 personas.

Prácticamente 60% ocurre en grupos vulnerables (infantil, adolescente y adulto mayor), donde las quemaduras fatales terminan con las vidas de las personas menores de cinco años.

Cada año mueren 265 mil personas por incendios y 96% de las quemaduras por esta causa ocurren en países de ingresos bajos o medios.

Fuentes: UNAM y OMS