FRANCISCO TOLEDO

Redacción
Todo menos politica
Foto: Especial
Notimex

La noche del jueves 5 de septiembre se recordará como una de las más oscuras de la cultura mexicana: nadie podrá negar que con la muerte de Francisco Toledo la plástica nacional perdió a su artista más influyente en al menos 50 años.

La tierra de pintores que es nuestro país —podríamos hacer una lista con varios nombres indiscutibles— sufrió así una sacudida telúrica.

Editor, pintor, activista, el juchiteco era un hombre poliédrico. “El maestro”, como le decía todo mundo, murió de manera discreta, sin alardes y en silencio, de cáncer en el pulmón.

La misma madrugada del viernes los espontáneos comenzaron a montar una ofrenda en honor a Francisco Toledo en la entrada de Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), que él fundó.

Llegaron con flores, veladoras, mensajes: el mejor homenaje para “el maestro” corrió por cuenta de la gente, incluso antes de comenzar los actos oficiales en el Teatro Macedonio Alcalá de su estado y en el propio Palacio de Bellas Artes. Como suele suceder en momentos de urgencia la gente no esperó a las instrucciones de las autoridades.

Cómo no hacerlo, si Toledo era patrimonio local. No era extraño verlo en las calles caminando. Ropa de manta, el cabello desaliñado y sandalias, saludando a jóvenes, niños y adultos, a quienes nunca negó una sonrisa, a quienes brindó instituciones, enseñanzas. Aquello que la política pública tarda en articular el artista lo hizo en poco tiempo.

Artista único: su mundo

Francisco Toledo fue el cuarto de los siete hijos del matrimonio entre Francisco López Orozco y Florencia Toledo Nolasco. Nació en Juchitán el 17 de julio de 1940.

Aunque sus primeros años los vivió en el sur de Veracruz, a los doce años regresó a Oaxaca, donde inició sus estudios artísticos en el Taller de Arturo García Bustos.

A sus 14 años las inclinaciones hacia la plástica eran más o menos claras. Estudió grabado en el taller de Arturo García Bustos y más tarde en escuelas del INBA. En 1959 expuso en la galería Antonio Souza y en el Forth Worth Center de Texas. Un año después viajó a París, donde fue alumno de Rufino Tamayo, conoció a Octavio Paz y se sumó al surrealismo tardío. Ahí se avivó su hambre de conocimiento.

En 1965 regresó a México, donde realizó trabajos en pintura, acuarela, dibujo, escultura, cerámica y tapices con los artesanos de Teotitlán del Valle, Oaxaca.

A su regreso nada fue igual. Siguió trabajando e incorporó elementos a una propuesta estética sin parangón. El ambiente social del país hizo lo suyo y sumó al proceso creativo y de vida del artista.

Los métodos que Toledo empleaba nunca fueron los mismos y nunca se conformó con lo que sabía, pero lo aprendido siguió siendo apreciado en recintos importantes del país y en 1980 el Museo de Arte Moderno expuso su obra de manera recapituladora.

En 1977 y 1981 realizó diversos viajes a Nueva York con el fin de acrecentar sus conocimientos de cerámica.

A finales de 1997 presentó exposiciones derivadas de los libros Zoología fantástica e Insectario, del argentino Jorge Luis Borges. Asimismo, como parte de su admiración por el escritor Franz Kafka, creó una serie de 15 dibujos inspirados en el texto Informe para la academia, mostrando así su capacidad para mezclar la literatura con su arte. A la par, en la Bienal de Venecia inauguró la muestra de esculturas La fragilidad del alma e inauguró el Taller Arte Papel Oaxaca.

Calificado por la revista Forbes como el artista plástico en vida más notable de México, Francisco Toledo se interesó por resaltar la cultura de Oaxaca en sus obras, con las diversas técnicas que abarcó durante su vida: escultura en piedra, madera, diseño de tapices, acuarela, grabado sobre linóleo y metal, fresco, gouache, óleo y litografía.

Así como en su niñez mostró curiosidad por los animales en su vida como adulto su fascinación por estos seres se vio estampada en creaciones de sapos, iguanas, serpientes, murciélagos y otras criaturas que no tienen cuidado en lo bello sino en lo estético.

El amor a la naturaleza lo llevó a inaugurar en 2003 Matando la muerte, una protesta contra la destrucción y deforestación, que mostró cañones disparándole a esqueletos. Su labor no se quedó en el arte sino que trascendió al involucrarse en asuntos como la defensa del patrimonio cultural de Oaxaca, la defensa de la naturaleza y acciones en aras de diversas causas sociales.

Junto con otros jóvenes oaxaqueños su interés peculiar por la preservación de la lengua zapoteca lo llevaron pedir a un secretario de Educación Pública que creara la Casa de la Cultura en Juchitán.

En 1988 fundó el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO) y en 1992 impulsó la creación del Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO), así como el Museo de los Pintores y el Museo del Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo. En 2006 se abrió por iniciativa suya el Centro de Artes de San Agustín, donde expondría más de centenar y medio de sus piezas.

Entre sus galardones sobresalen el Premio Nacional de las Artes por su amplia labor en el medio creativo en 1993; Premio anual Federico Sescosse, dado por el Consejo Internacional de Museos y Sitios (vinculado a la UNESCO) en 2003, y el Premio Nobel de la Paz Alternativo Right Livelihood Award, por su activismo en la defensa del patrimonio cultural y el medio ambiente de Oaxaca en 2005.

Toledo se casó tres veces, de las cuales procreó cinco hijos. Según un trabajo de recopilación creó más de siete mil piezas que se localizan en lugares como colecciones privadas, museos, casas de subastas y museos.

Dimensión social

Para el crítico de arte Cuauhtémoc Medina, Francisco Toledo es un caso excepcional. “Se convirtió en un referente del arte del sur. Alguien que logró tener una cultura visual cosmopolita, formada por todas las culturas posibles y todas las épocas, para finalmente verterlo en una propuesta local”.

Su estilo provocador e irreverente se aproximó a la naturaleza y particularmente a la zoología. Ajeno a la llamada Generación de la ruptura creó un lenguaje propio. “Estableció una relación entre imágenes y materiales con base en una especie de erotismo universal. Creó un diálogo oculto entre la perfección de una imagen y la posibilidad del deseo”, añade el crítico.

La fuerza de Oaxaca como una capital de la cultura no se puede entender sin Toledo. Su implicación con la Confederación Obrero Campesina Estudiantil del Istmo (COCEI) desde principios de los setenta abrió la puerta a un activismo frontal. La creación en 1972, junto con la poeta Elisa Ramírez, de la Casa de Cultura en Juchitán estableció las bases de las instituciones que crearía durante la década de los noventa, como el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca o el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo. “Buscó crear un espacio cultural donde predominara la posibilidad de una vida mejor”.

El también titular del Museo Universitario de Arte Contemporáneo sostiene que Toledo dio una lección de ética al gastar todo su dinero en la construcción de bibliotecas y museos para los niños. “En las últimas décadas la única persona que conocí y que en verdad le hizo bien a la sociedad fue Francisco Toledo. No lo puedo ver de otra manera”.

IAGO

En el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca que con gran acierto fundó Toledo, seguidores, familiares y amigos se reunieron para darle un último adiós tras conocer la noticia de su partida: arribaron al lugar con veladoras encendidas y flores blancas, amarillas, rosas…

El IAGO se inauguró en noviembre de 1988. La casa fue donada al Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) por la familia Toledo con el propósito de crear un espacio idóneo para difundir el arte y exhibir la colección gráfica que el maestro comenzaba a formar.

El museo tiene cinco salas de exhibición, tres de biblioteca, un patio central decorado con plantas, así como un servicio de cafetería y restaurante especializado en platillos típicos de la gastronomía oaxaqueña, que brinda al lugar un ambiente confortable y natural.

Las obras de arte se encuentran resguardadas en esta bella casa del siglo XVIII situada frente al ex Convento de Santo Domingo y a un costado de la Plazuela del Carmen, sobre la calle Macedonio Alcalá, en el corazón de Oaxaca.

Los principales temas que abarca la biblioteca del IAGO son pintura, gráfica, dibujo, arquitectura, escultura, arqueología, diseño, bibliofilia, textiles, cerámica, arte popular, fotografía, cinematografía y literatura. Comprende los espacios geográficos e históricos más importantes y mantiene un desarrollo orientado al arte contemporáneo.
Cabe destacar que la colección sobre arte mexicano es una de las más grandes, ordenada cronológicamente, que incluye arte rupestre, arte prehispánico, colonial, moderno y contemporáneo; es importante su colección de casi 30 facsímiles de códices, que continúa acrecentándose. Cubre un amplio espectro de países, artistas, técnicas, estilos y movimientos artísticos. Los materiales que maneja son libros, catálogos, revistas, folletos y películas, en español principalmente, pero también en inglés, francés, alemán e italiano.

La biblioteca posee más de doce mil volúmenes que abarcan temas de pintura, escultura, arquitectura, bibliofilia, poesía, narrativa, ensayo, literatura infantil y juvenil, diseño industrial y gráfico, arqueología, fotografía, cinematografía, textiles, cerámica, arte popular.
Aloja obras sobre música, danza y teatro; cuenta con 25 suscripciones a revistas especializadas en arte y literatura; tiene tres salas de lectura y ofrece los servicios de préstamo interno y a domicilio, estantería abierta, consulta, banco de datos, hemeroteca, fotocopias y cineclub.
La Asociación Civil José F. Gómez organiza periódicamente actividades complementarias para el IAGO, como conferencias magistrales, talleres y cursos. Además publica catálogos de las exposiciones, carteles, postales y libros.

En un acto inusitado en 2015 vendió toda su colección delIAGO en un peso, cantidad simbólica para formalizar la donación de todas sus piezas. El compromiso, dijo entonces su hija Natalia, es para que “lo guarden, lo cuiden y, si es posible, lo multipliquen”.

Entonces Toledo tenía 74 años. “Me estoy preparando para dejar todo en orden”, advirtió. Aquel día fue histórico, expresó el entonces titular del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Rafael Tovar y de Teresa, quien calificó el evento como “uno de los mayores actos de generosidad que se han dado en México”.

MACO

Otro de los grandes proyectos que el pintor apoyó fue el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO), el cual se ubica en una de las principales calles de la capital oaxaqueña.

La sede es una casa antigua construida a finales del siglo XVII y principios del XVIII por las familias Lazo de la Vega y Pínelo cuyo escudo de armas preside la fachada; popularmente el edificio es conocido como “la casa de Hernán Cortés”.

La casona, con el paso del tiempo, fue propiedad de otras familias, hasta que el gobierno del estado la adquirió en 1986 para instalar en ella el Museo de la Ciudad. Seis años después, el 28 de febrero de 1992, la iniciativa conjunta de artistas, ciudadanos y autoridades dio un nuevo uso al inmueble con la creación del MACO, donde varios artistas han dejado su arte plasmado: Dr. Lakra, Anja Gerecke, Alejandro Santiago y Eugenio Ampudia, entre otros.

Además en el techo de la escalinata del MACO se puede admirar una bóveda estrellada, con relieves de nervadura en argamasa, en la cual Toledo trabajó y que ahora es un atractivo visual más del recinto.

El MACO también forma parte de la Red de Arte Contemporáneo (RAC), un programa de membresías en el que los integrantes tendrán acceso a todos los museos de arte contemporáneo importantes del país.

Cómplices

Toledo impulsó la creación del MACO a partir de la necesidad de contar con un museo que recibiera exposiciones de artistas de gran nivel. Colegas y amigos como Rubén Leyva y Luis Zárate fueron cómplices del proyecto.

Pero con el tiempo la relación se desgastó y Toledo dio un paso al costado, cuestionando la profesionalidad con que se manejaban los contenidos y las exposiciones. Propuso que las autoridades del estado intervinieran en el caso. Leyva y el resto de los fundadores del MACO respondieron con una crítica al juchiteco por su exhorto al gobierno.

La fractura hizo mella y el proyecto no volvió a ser el mismo. Tras la muerte de Toledo, Rubén Leyva minimiza aquel desencuentro. “Fue un gran ser humano y un amigo; tenía la fórmula perfecta: excelente creador y notable persona. Antepuso sus ideas en todo lo que hizo. Fue un excelente ceramista, pintor y grabador. Su propuesta imaginaria es sensacional”.

Acerca de lo acontecido en 1992 acota: “Nunca hubo un distanciamiento. Algunas cosas funcionaban pero otras no. Hicimos muchos proyectos juntos. Siempre estuvimos ligados y al tanto de lo que hacíamos. Creo que los medios distorsionaron las cosas pero nunca nos polarizamos. Ambos tuvimos claro que lo que dañara a cualquier institución nos afectaba a todos”.

Leyva sostiene que una amistad de más de 30 años no se rompe con facilidad. “Comimos, disfrutamos y siempre fue así. En esta última etapa estábamos cerca. Él estaba en El Pochote y yo a 50 metros. Nos veíamos seguido. Nuestros intereses siempre fueron los mismos. Formamos ProOax, fundamos el MACO, hicimos una serie de instituciones que aún están vivas…”

Admite que, al margen de la salida de Toledo, es deber del MACO reconocerle su trabajo. “Es nuestro gran amigo. Nunca pensamos que aquella sentada de hace 30 años iba a generar una efervescencia cultural como la que se vive ahora. Ha sido una lucha incansable: junto con Toledo ejercimos una mayordomía que no se ve en cualquier estado”.

Rubén Leyva asegura que con la familia del artista la relación es excelente. “Con Natalia y Dr. Lakra tengo una comunicación estrecha; Elisa es gran amiga mía. Hay respeto y mucho cariño”.

Reacio a hablar de una escuela oaxaqueña de pintura reconoce que el manto de Toledo cubrió a todos sus compañeros de generación, entre los que se encuentran Alejandro Santiago y Sergio Hernández. “Francisco es un personaje nacional y por supuesto es y seguirá siendo un referente. ¿Creó escuela? Sin duda. Muchos quisieron imitar su estilo pero creo que con el tiempo cada quien tomó su rumbo. Toledo fue un artista que tuvo la virtud de mantener una gran calidad. Su legado en general es de una propuesta muy interesante y de gran valor estético”.

Centro Manuel Álvarez Bravo

Antes de decidirse por la pintura Francisco Toledo quiso ser fotógrafo. Desde el momento en que llegó a sus manos el catálogo de una exposición de Manuel Álvarez Bravo quedó deslumbrado. Pidió a sus familiares que le compraran una cámara y entonces empezó a tomar imágenes de amigos, paisajes, azoteas y mujeres desnudas, pero no guardó el material.

Su pasión por la fotografía y su espíritu altruista lo llevaron a apoyar al colectivo de fotógrafos Luz 96, con lo que se creó el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo (CFMAB), espacio que alcanza hoy un acervo cercano a los 90 mil documentos.

El CFMAB se fundó el 17 septiembre de 1996, cuando al colectivo Luz 96 lo integraban Cecilia Salcedo, Jorge Acevedo, Vittorio D’nofri, Juan Carlos Reyes y Domingo Valdivieso.

Toledo decidió bautizarlo como Manuel Álvarez Bravo por la admiración a su obra. Paradójicamente el artista plástico conoció al fotógrafo en una exposición donde este quiso comprarle un cuadro. Pero Toledo le planteó hacer un trueque o intercambio y producto de ello es la colección que se tiene en el acervo José F. Gómez de fotografías de don Manuel.

En dos décadas el CFMAB, ubicado desde 2005 en una casona de M. Bravo 116 y García Vigil (Centro Histórico), ha realizado 243 exposiciones, entre ellas de Dona Ferrato, Joan Fontcuberta, Allan Frame, Alberto García-Alix, Charles Harbutt, Graciela Iturbide, Joan Liftin, Mary Ellen Mark y Walter Reuter.

Multifuncional

También fue muy importante su labor como editor ya que mediante Ediciones Toledo editó a poetas y ensayistas, además de los múltiples talleres que ofreció para decenas de personas interesadas en dar continuidad a sus trabajos.

No obstante el crítico Cuauhtémoc Medina reconoce que tras la inauguración del IAGO y el MACO el trabajo artístico de Toledo pasó a segundo plano. Incluso se pensó que dejaría de producir. “Su ritmo cambió y lo que parecía una marea continua se convirtió en un proceso interrumpido por silencios largos”.

Todavía en los últimos años asumió una férrea defensa de la tierra. Criticó el uso de transgénicos y recaudó firmas para que el entonces presidente Enrique Peña Nieto asumiera una política ambiental más firme.

Cuestionó la mexicanidad

A lo largo de su carrera Toledo abrevó de distintas corrientes y temáticas. El animismo sexual y la búsqueda de una mitología personal fueron dos de sus constantes. Su interés por la literatura lo puso en contacto con escritores como Octavio Paz, Andrés Henestrosa, Francisco Hernández o José Emilio Pacheco. “Ha habido pocos lectores tan ávidos y ambiciosos como él. Vivía buscando poesías e historias. Su relación con la literatura era absolutamente obsesiva y cotidiana”, explica Medina.

Las colecciones de las bibliotecas del Centro de Artes Gráficas y libros como Pinocho, Álbum de zoología fantástica o Manual de zoología fantástica son testimonio del diálogo que estableció con la palabra impresa. “Toledo era un investigador nato que en todo momento buscó crear una mitología personal”.

Cuauhtémoc Medina ubica al menos distintos momentos cruciales en su desarrollo artístico: su incorporación al circuito europeo por medio del surrealismo tardío del París de los sesenta; la reapropiación de Juchitán como patria mitológica en los setenta, y su apoyo a la causa de la COCEI.

Otro punto de quiebre fue la exposición retrospectiva que le dedicó el Museo de Arte Moderno en 1980. “Sin duda ha sido una de las muestras más importantes montadas en este país. Ahí Toledo sorprendió estrepitosamente a todo mundo”.

Con su trabajo “en los setenta generó un arte localizado en México pero que a su vez refutaba la mexicanidad de todo lo que se había hecho anteriormente”, sostiene el titular del MUAC.

Añade que su trabajo se mantiene autónomo porque no buscó perpetuar una idea de tradición: “Quienes han querido colocarlo en una línea de narrativa histórica con el pasado artístico local fracasan y quienes pretenden continuar con lo que él hizo acaban haciendo una caricatura de sí mismos”.

Volvió a romper los moldes durante los noventa, cuando hizo los polaroids de performances casi pornográficos. “Rebasó la escena artística de su época una vez más”.

Sus manifestaciones públicas, particularmente en relación con la violencia de los últimos años, fueron importantísimas. La exhibición de urnas fúnebres en el Museo de Arte Moderno para alertar sobre los desaparecidos y sus recorridos por las calles oaxaqueñas volando los papalotes con los rostros de los 43 normalistas de Ayotzinapa alcanzaron resonancia mayúscula.

Cuauhtémoc Medina precisa que una vez que pasen los homenajes lo siguiente será repensar a Francisco Toledo en relación a la pregunta de cómo crear un arte descentralizado “que reinventa la iconografía y con una significación internacional mucho más vasta que la fantasía de universalidad manifiesta en muchos artistas mexicanos”.

Reacciones

Por todo ello el pintor Juan Carlos del Valle dice a su vez de Toledo que “no puedo recordar a ningún otro artista mexicano de nuestro tiempo que haya tenido sus extraordinarios atributos artísticos y humanos. Se va uno de los últimos artistas grandes y verdaderos, un espíritu generoso y comprometido, una de las pocas voces independientes en un medio donde casi nadie se atreve a serlo. Nos queda a los vivos la responsabilidad de dar continuidad a sus causas y honrar su legado”.

Para Santiago Espinosa de los Monteros, curador, museógrafo y crítico de arte, “el fallecimiento del maestro Toledo representa una enorme pérdida no solo por lo apartidista que era sino por toda la labor social que llevó a cabo: siempre fue un ser comprometido con las mejores causas, un luchador… No le quisiera llamar activista porque en realidad él nunca se consideró a sí mismo como un activista: él actuaba como su corazón le dictaba qué era lo que tenía que hacer. Si había algunos presos porque les habían sembrando drogas o algo, él iba a la cárcel a buscarlos, a hablar con ellos, a tratar de liberarlos; era un hombre que estuvo cerca de muchas causas”.

Añade que “la escuela para ciegos también es ejemplo de su empuje y toda esta labor nos habla de un creador fundamental pero también nos deja ver a un ser humano comprometido con su lugar de origen. Creo que esa es una de las partes más rescatables de Toledo, al margen de su enorme y gigantesca producción visual.

Toledo marca, dice, “una nueva visión de la imaginería, de las culturas populares en su tiempo de infancia en una zona como Juchitlán, contando las grandes leyendas, las grandes historias, la naturaleza del lugar, los animales, lo sexual en ellos y también deriva esto en el enorme erotismo en su trabajo, no solo en la animalia que dibujó con tanta cantidad de piezas sino también en la sexualidad humana”.

Otra artista plástica, Masha Zepeda, señala que “lo más importante de la aportación de Toledo es que enseñó una manera de promover a Oaxaca, a México, y de luchar por la integridad del patrimonio cultural. Su generosidad fue inmensa y lo que tenemos que aprender de él es la capacidad de lograr que siga funcionando: el IAGO y todos los centros culturales que fundó están encaminados hacia un fin y el deber de todos los que lo quisimos, lo admiramos y trabajamos con él es que este legado siga como él querría”.

Su aportación a las artes plásticas universales, agrega Zepeda, “es enorme y fundamental. Es uno de los grandes pintores del siglo XX y XXI. Creo que a la par de Rivera, de Tamayo, de Orozco, de Siqueiros está Toledo. Y Toledo es nuestra mejor carta para el mundo”.

Entre quienes lo trataron de cerca figura también la fotógrafa Christa Cowrie, quien recuerda que “el maestro Toledo es Oaxaca y Oaxaca es Toledo paseando por el centro de la ciudad: de repente aparecía con vestimenta sencilla, pelo alborotado, siempre con prisa para que nadie le quitara más tiempo que un saludo. Lo conocí en 2004 en la exposición de su paisano, Alfredo Cardona, en el Museo de los Pintores de Oaxaca. Me permitió tomarle unas fotos pero era muy tímido: esto también era su gran atractivo. Artista universal ahora el Universo lo acompaña en su siguiente aventura pictórica”.

A su vez el pintor Alberto Castro Leñero recuerda con emoción cuando hace alrededor de 30 años conoció a Toledo y tuvo la oportunidad de hablar con él: “Fue en una gran cena en casa de la mamá de la pintora Irma Palacios. Ahí estuvieron además el maestro Tamayo y Juan García Ponce. Y desde ese momento me pareció una persona muy interesante. Ya era alguien con mucho reconocimiento, admirado y al que considerábamos de nivel superior”.

Lo recuerda como “una persona muy reservada, con un mundo interior muy particular”.

En cuanto a su trabajo refiere que fue “un gran creador y a través de su obra tocó la belleza pero también el calor de la gente. Él asume, con la creación, un papel muy interesante, muy auténtico. Disfrutó mucho darnos a todos un poco de Oaxaca con su obra. Es uno de los artistas más importantes que ha dado México al mundo”.

Considera que sin duda deja un camino marcado: “Influenció a muchos jóvenes y ahí están también sus hijas y muchos otros que aprendieron de él”.

Andrés Blaisten, coleccionista y dueño del Museo Blaisten, afirma que “Toledo es un hombre muy difícil de calificar. Diría que sin duda y por muchos años fue el mejor artista de México: fijó una obra maravillosa para la posteridad. Como persona fue un luchador social que apoyó mucho a Oaxaca, a la cultura y la historia del país en general: recuperaba edificios, la misma ciudad de Oaxaca. Su labor es enorme y recuerdo que cuando fue necesario, en los terremotos, fue de los primeros en salir a ayudar a la gente”.

Estamos hablando, añade, “de una persona extraordinaria en todos los sentidos. Tuve el honor de conocerlo y fue un amigo entrañable, muy generoso. Tengo obras de él en mi colección y siempre lo vamos a recordar como un gran hombre”.

Finalmente Adán Ramírez Serret, uno de los múltiples becarios que tuvo Toledo, cuenta una gran anécdota: “El pintor solía llegar a altas horas de la noche a la biblioteca del IAGO. Los guardias de seguridad abrían las puertas al maestro, que se quedaba solo entre los numerosos tomos hasta el amanecer. Cuando los empleados llegaban a trabajar por la mañana encontraban en las mesas pilas de libros. Allí estaban Kafka, Durero y Cézanne. Aquellos montones eran la prueba de que por allí había pasado una estrella fugaz”.

(Con información de A. Moncada. L. Ríos, M. Mejía, N. Vázquez, J. A. Caporal y J. F. Moncada).

Voces

“El arte está de luto. Ha fallecido el maestro Francisco Toledo, oaxaqueño, gran pintor y extraordinario promotor cultural, auténtico defensor de la naturaleza, las costumbres y las tradiciones de nuestro pueblo. Descanse en paz”.

Andrés Manuel López Obrador / Presidente de la República

“La partida del pintor oaxaqueño deja un profundo vacío en las artes plásticas. Pero nos queda su obra y el ejemplo de un luchador social enamorado de Oaxaca y de México”.

Esteban Moctezuma Barragán / Secretario de Educación Pública

“Su paso era como la semilla de maíz, la de calabaza, la de chile y de frijol de la milpa más bella que nadie haya creado. Rayones, dibujo excelso, chango murciélago elefante chapulín. El zapoteco se oyó en coros que lo inventaron todo con ese canto tuyo, Francisco Toledo. Cualquier homenaje será pequeño para el tamaño de artista que fue Toledo”.

Alejandra Frausto Guerrero/ Secretaria de Cultura

“Oaxaca está de luto por la pérdida de un artista universal: Francisco Toledo. Nos deja como legado su magnífica obra, su pasión por nuestro estado y su espléndida calidad humana”.

Alejandro Murat Hinojosa/ Gobernador de Oaxaca

“Una gran pérdida la muerte de un extraordinario artista plástico e incansable defensor del medio ambiente. Poseía una creatividad e imaginación de gran alcance. Tuve la fortuna hace muchos años de conseguir una pequeña pieza de un changuito, hecha a partir de una radiografía que le habían tomado al propio maestro”.

Arturo Herrera Gutiérrez/ Secretario de Hacienda

“Lamento el sensible fallecimiento del artista oaxaqueño Francisco Toledo, promotor incansable de la cultura mexicana. Que su obra continúe mostrando la grandeza de nuestro país. Mi sentido pésame a sus familiares, amigos y a la comunidad cultural de México”.

Miguel Torruco Marqués / Secretario de Turismo

Dependencias

“La calidad artística, el compromiso social, la originalidad y la generosidad fueron algunos rasgos que definieron la vida y obra del maestro Francisco Toledo, creador emérito. Nos deja su extraordinaria obra y la escuela que forjó con su influencia creativa”.

Fondo Nacional para la Cultura y las Artes

“Lamentamos el sensible fallecimiento del pintor y escultor oaxaqueño Francisco Toledo cuya trayectoria trazó referentes nacionales e internacionales en el arte”.

Centro Nacional de las Artes

“Francisco Toledo enriqueció enormemente nuestra cultura y fue un defensor comprometido de los pueblos indígenas y de nuestro patrimonio. Por su aportación a las artes plásticas, su extraordinario compromiso social y ecológico y su labor en la promoción de la cultura mexicana el fallecimiento de Francisco Toledo significa una gran pérdida para nuestra sociedad”.

Museo de Memoria y Tolerancia

“Francisco Toledo, entrañable pintor, ceramista, filántropo comprometido con la cultura, las lenguas, el medio ambiente y el patrimonio, se ha ido. Deja en Oaxaca y México un gran legado y una ética contestataria ejemplar”.

Instituto Nacional de Bellas Artes