LA MALDICIÓN DEL 2%

Nadie niega la importancia de un desarrollo equilibrado pero la distribución de la riqueza es distinta al desarrollo.

Sergio Sarmiento
Columnas
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La gran pregunta es si realmente México va a crecer a un ritmo mayor en este sexenio. Nuestro país lleva tres décadas con una expansión apenas superior a 2% al año. Todos los presidentes han prometido como candidatos superar esta cifra pero hasta ahora ninguno lo ha logrado. ¿Podrá Andrés Manuel López Obrador descartar la maldición del 2 por ciento?

En campaña el presidente señaló la importancia de aumentar la tasa de expansión. En su proyecto de nación, que dio a conocer en septiembre de 2017, subrayaba la necesidad de “generar políticas públicas que permitan romper la inercia de bajo crecimiento económico, incremento de la desigualdad social y económica y pérdida de bienestar para las familias mexicanas”. No se comprometió en campaña a una cifra específica, como sus predecesores, que pronosticaron 6 o 7% al año, pero ya como presidente aventuró una previsión aparentemente modesta de 4% promedio en el sexenio.

El primer año, por supuesto, está quedando muy atrás. El Banco de México pronostica un crecimiento de entre 0.2 y 0.7% en todo 2019, lo cual es lógico porque la economía quedó estancada, con una cifra trimestral de 0.0% en el segundo trimestre. Hacienda ha mantenido una visión más optimista y estimó un rango de 0.6 a 1.2% para 2019 en sus Criterios Generales de Política Económica de 2020. Para el año que viene proyecta de 1.5 a 2.5 por ciento.

A fin de que esta última previsión se cumpla, sin embargo, sería imprescindible lograr más inversión productiva y más producción petrolera; y para eso tendrían que cambiar de manera radical las tendencias actuales. La inversión fija bruta tuvo una caída de 7.4% en junio en comparación con el mismo mes de 2018. La producción petrolera, mientras tanto, ha venido descendiendo desde 2004 pero el presupuesto de 2020 prevé un aumento de ¡13 por ciento!

Sería la mayor alza desde 1982, cuando el yacimiento de Cantarell, el mayor jamás encontrado en México, estaba apenas empezando su vida productiva.

Maldición

La secretaria de Energía, Rocío Nahle, afirma que no hay problema para subir la producción petrolera en esta magnitud. Una serie de campos están ya listos para producir. Sin embargo tenemos un Pemex extremadamente endeudado que gasta una gran cantidad de dinero en una nueva refinería, que probablemente no será rentable, en lugar de concentrarse en la producción de crudo. Los analistas internacionales se muestran preocupados y consideran bajar la calificación de la empresa, lo cual elevaría el costo del servicio de su deuda.

Si bien el presidente insistió durante buena parte de 2019 en señalar que tenía datos distintos a los de los economistas y que el crecimiento sería de 2% en el año, a últimas fechas opta por sostener que el crecimiento no es lo verdaderamente importante: lo que el país necesita es desarrollo, dice, y esto significa una mejor distribución de la riqueza.

Nadie niega la importancia de un desarrollo equilibrado pero la distribución de la riqueza es distinta al desarrollo. Un país como China ha gozado de un desarrollo espectacular en las últimas décadas pero su desigualdad se ha elevado a la misma velocidad. De lo que no hay duda, por otra parte, es que para tener desarrollo es indispensable contar con crecimiento.

De momento el presidente no parece estar logrando las metas de crecimiento que él mismo se fijó. Aun si suponemos que la economía pueda crecer a 2% en 2020, cosa improbable, el país necesitaría una expansión de 5% al año en los próximos cuatro para aproximarse a unas décimas de 4% anual promedio que estableció como objetivo de su gobierno. La meta parece inalcanzable. Quizás estamos condenados a seguir sufriendo la maldición del 2 por ciento.