COMER INSECTOS AYUDA AL AMAZONAS

Una porción de carne proporciona a los humanos 45% de proteína.

Martha Mejía
Bienestar
Foto: Especial
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Los bosques se están talando y quemando para seguir con la expansión agrícola y dar paso a los pastos para alimentar al ganado. En el caso de Brasil, principal exportador de carne de res del mundo, prevé batir en 2019 el récord de sus exportaciones de carne bovina, con 1.8 millones de toneladas valuadas en siete mil 200 millones de dólares, de acuerdo con datos publicados por la Asociación Brasileña de las Industrias Exportadoras de Carnes (ABIEC).

Asia es el mayor comprador de carne brasileña, con Hong Kong y China como los dos principales importadores de carne de res, con 45% del total de las ventas al exterior en 2018.

“Para satisfacer la alta demanda de los mercados la industria brasileña necesita de más espacios y recursos para el ganado. Esto ha generado más deforestación para el cultivo de soya para exportación y del ganado y de otros animales que componen la dieta rica en proteína animal”, explica en entrevista José Antonio Benjamín Ordóñez, investigador experto en cambio climático del Tec de Monterrey.

Se sabe que la quema es una práctica común de agricultores y ganaderos para “limpiar” el terreno. Lo más preocupante, señala el también catedrático de la Facultad de Ciencias de la UNAM y director de la asociación civil Servicios Ambientales y Cambio Climático (SACC), es que el actual discurso del gobierno brasileño incentiva a la industria ganadera a continuar con su expansión.

“Si esto continúa más empresas verán en este ecosistema un negocio lucrativo para sus actividades y más incendios en el Amazonas podrían desatarse en los próximos años”, expresa.

Los incendios forestales y el cambio climático, añade, operan en un círculo vicioso ya que “a medida que aumenta la cantidad de incendios también lo hacen las emisiones de Gases de Efecto Invernadero, incrementando la temperatura general del planeta y los fenómenos climáticos extremos, como intensas sequías”.

Además la deforestación contribuye directamente a un cambio en los patrones de lluvia en la región afectada, extendiendo la duración de la temporada de sequía, lo cual afecta a la selva, la biodiversidad, la agricultura y la salud humana.

De acuerdo con el último informe emitido por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de la ONU “es urgente una transformación radical del sistema agroalimentario mundial, así como de nuestras dietas si es que queremos frenar las consecuencias de la crisis climática”, comenta.

Gabriela Jiménez Casas, bióloga, responsable del programa de Difusión del Instituto de Ecología de la UNAM, coincide en que esta transición “implica una reducción drástica del consumo de carne y otros derivados animales, así como en la disminución del desperdicio alimentario, además de una apuesta por la agroecología, los productos locales y la oportunidad de incorporar a los insectos como parte regular de nuestra dieta”.

Una oportunidad

Jiménez Casas explica a Vértigo que los insectos son los animales más abundantes en el planeta: ocupan entre 75 y 80% de la fauna mundial. “Son animales que tienen muchas habilidades: dominan el medio terrestre, el aéreo y el acuático. Se les localiza en todas las partes del mundo, por ejemplo en lugares fríos, en climas extremos, en las orillas de los volcanes. Su cuerpo siempre está dividido en varias partes, lo que les permite moverse de manera muy eficaz. Su cuerpo siempre va a contar con una cabeza y un abdomen, seis patas y cuatro alas”.

Una ventaja muy importante de los insectos es que “son muy resistentes: por ejemplo, al pisar una cucaracha esta truena ya que lo que truena es su exoesqueleto, que está formado de queratina y otras proteínas que nosotros también tenemos en el cabello, en la piel y en las uñas, es decir, no estamos tan alejados de ellos”, indica.

Otra ventaja que tienen, agrega, es que se reproducen de forma muy rápida: pueden tener muchas generaciones al año y dejar una gran cantidad de huevos. Una sola hembra puede llegar a poner mil huevos a lo largo de su vida, de los cuales van a sobrevivir 60 por ciento.

Los insectos más pequeños viven alrededor de un par de días y los más grandes pueden durar hasta un año.

“Sin duda los insectos son la base fundamental de la cadena trófica: son polinizadores y degradadores; asimismo, son el alimento de mamíferos, reptiles, aves y hasta de los mismos insectos”, señala la especialista.

Viscosos, pero sabrosos

De acuerdo con los especialistas insectos como los gusanos de maguey, chapulines, escamoles, hormigas rojas, grillos e incluso las larvas de las moscas tienen un alto contenido de proteínas y aminoácidos, por lo que su ingesta podría sustituir una porción de carne, la cual proporciona a los humanos 45% de proteína, mientras que los insectos aportan entre 50 y 80% de este nutriente.

Jiménez Casas explica que por ejemplo los escamoles tienen 38% de proteína, 9.6% de fibra y 3% de sales.

Por su parte José Antonio Benjamín Ordóñez, experto en cambio climático, comenta que “debido a que nuestros patrones de consumo en la alimentación tienen que ver con un interés económico se nos ha inculcado y fomentado el consumir carne de ganado y nos hemos olvidamos de todo lo demás. Por querer estar a la moda estamos perdiendo los hábitos y estamos perdiendo las raíces mismas de nuestra cultura”.

Añade que la entomofagia es el nombre que se le da al consumo de insectos. “Desde hace siglos en nuestro país se ha hecho de forma tradicional: los hemos mezclado con peces, crustáceos, reptiles, aves y con muchas otras verduras y semillas para crear platillos realmente nutritivos. Pero por desgracia les hemos perdido el gusto o incluso hay generaciones que lamentablemente ya ni siquiera conocen esas raíces culturales de nuestra gastronomía”.

Gabriela Jiménez Casas dice que, además de contener altos niveles proteínicos, cualquier insecto puede ser convertido en una especie de harina mucho más saludable que la de trigo.

“La harina de trigo es sana pero tiene muchos problemas para la gente intolerante al gluten. Este tipo de problemas de salud no lo tienen los insectos: puedes consumirlos. En cuestiones de carbohidratos tampoco tienen azúcares, que es lo que afecta a los diabéticos. Tampoco generan gluten. Las aves que comen insectos suelen ser más sanas y tienen una carne más saludable, con menos grasa y más proteína”, indica.

Ambos especialistas invitan a la población mexicana a volver a la comida “tradicional” ya que los insectos eran fundamentales en la dieta de los pueblos indígenas de América Latina.

Hoy por hoy son un recurso “desperdiciado” por lo que el reto consiste en fomentar su consumo, en particular entre los adultos.