AMNISTÍA O LEY JUSTA

Las leyes deben ser generales y no aplicarse de forma discrecional o con excepciones.

Sergio Sarmiento
Columnas
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Las cárceles están llenas de reos que no son realmente peligrosos para la sociedad. Buscar cómo liberarlos es un esfuerzo valioso por parte del presidente López Obrador. Las dudas surgen, sin embargo, cuando el mandatario afirma: “Lo de la iniciativa de Ley de Amnistía es para que salgan (los presos) con menos delitos, la gente humilde, de las cárceles”.

Liberar de las saturadas prisiones de nuestro país a quienes no representan un peligro es una medida que nadie puede objetar. Muchos delitos pueden castigarse sin recluir al transgresor. Las cárceles deben reservarse para los delitos violentos y para aquellas personas que representan una verdadera amenaza para los demás.

Pero impulsar una amnistía que solo beneficie a los pobres o a los indígenas o a las mujeres o a los jóvenes o a quienes sufren alguna discapacidad viola el principio de igualdad: la ley debe ser la misma para todos.

El presidente ha mandado a la bancada de Morena en la Cámara de Diputados una Ley de Amnistía que beneficiaría a los jóvenes que purgan penas de cárcel por delitos contra la salud, ya sean consumidores o narcomenudistas, y a las mujeres que presuntamente fueron obligadas a transportar droga por parientes o parejas. También liberaría a mujeres, parteras o médicos condenados por aborto en los estados en que la práctica sigue siendo ilegal. Se aplicaría asimismo a indígenas, a personas con discapacidad y a aquellos encarcelados por el delito de sedición u otros de naturaleza política.

No habría amnistía para reincidentes, responsables de crímenes violentos como homicidio y lesiones, o para quienes hayan utilizado armas de uso exclusivo del ejército, como sería el caso, por ejemplo, de las “autodefensas”.

Esta forma de legislar, sin embargo, no parece ser la más correcta. Las leyes deben ser generales y no aplicarse de forma discrecional o con excepciones.

Despropósitos

Castigar con cárcel a cualquiera por un “delito contra la salud” es un absurdo en estos tiempos. Debemos derogar las leyes que castigan a alguien por consumir, transportar o vender sustancias de este tipo. El gobierno debe asegurar que se informe sobre los perjuicios que ocasionan pero nunca encarcelar a alguien por “su propio bien”. No es correcto aplicar una mala ley solo a las clases medias, a los ricos o a los hombres de mediana edad para arriba; hay que eliminarla.

Amnistiar a alguien por ser indígena resulta también un despropósito. ¿Cómo se va a determinar que una persona es indígena o no? ¿Se le harán pruebas de sangre como en la era del nazismo? Los funcionarios del gobierno señalan que esta amnistía se aplicará en casos como aquellos en que los indígenas han sido encarcelados por no haber tenido un intérprete en sus juicios, pero ya la ley establece que toda persona que no hable español debe tener un traductor en su proceso, por lo que no se necesita una amnistía sino aplicar la legislación vigente.

Y en cuanto al aborto, es una vergüenza que sigamos teniendo una ley que castiga a las mujeres, a las parteras o a los médicos por un aborto. Más que una amnistía necesitamos despenalizar el aborto en todo el país.

Coincido con el presidente: las cárceles están llenas de personas que no tienen por qué estar privadas de la libertad. No son un peligro para la sociedad y si han cometido una falta esta debe sancionarse sin perder la libertad. Pero la solución no es beneficiar a unos cuantos con una amnistía sino asegurar que nuestras leyes de aplicación general sean realmente justas.