COMENTARIOS ADICIONALES AL DESFILE DEL 16 DE SEPTIEMBRE

La admiración y reconocimiento a las Fuerzas Armadas por parte de la sociedad es una constante.

Javier Oliva Posada
Columnas
Foto: Especial
Cuartoscuro

He leído en estos días una importante cantidad de artículos, reportajes, entrevistas y crónicas respecto de las ceremonias de las Fiestas Patrias: llama la atención en primer lugar que sin distingos de partidos políticos, identidades ideológicas o coyunturas específicas los presidentes acatan y cumplen un ceremonial que une e identifica a los mexicanos.

En esta ocasión no fue diferente, sobre todo por tratarse de los primeros festejos para conmemorar el inicio de la Guerra de Independencia por parte del titular del Poder Ejecutivo, Andrés Manuel López Obrador.

Cada uno de los presidentes, al momento de salir al balcón presidencial, con emoción recuerdan a héroes y heroínas, conceptos, frases que de una forma directa identifican a su administración. No veo en este sentido sorpresa alguna o notable diferencia entre cada uno de los eventos de la noche de “el grito”. Incluso respecto del ceremonial. Mientras que el oropel de otros sexenios era evidente en el caso del presidente López Obrador marcar la característica de un poder político austero —no solo en el gasto sino en los símbolos— implica una conducta apegada a sus convicciones.

En cuanto al desfile militar del pasado día 16 también tuvo relevantes especificidades. Sin duda, desde mi punto de vista, una destacada fue observar en la plancha del Zócalo los cuatro vehículos blindados y artillados del Ejército Mexicano, la Armada, la Fuerza Aérea y la Guardia Nacional (en este último caso la equiparación es correcta: hasta el momento 85% o más del personal que la integra es militar y en ese sentido las capacidades de adiestramiento y apoyo a la población en situaciones de peligro/desastre es la misma, lo que en sí es una buena noticia).

Garantía

También se debe destacar que, como en su momento en los desfiles con los ex presidentes Vicente Fox, Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto e incluso Ernesto Zedillo, la conformación del desfile estuvo en consonancia con las prioridades nacionales e internacionales. Por ejemplo en 2003, siendo secretario de la Defensa Nacional el general Gerardo Vega García, se observó por primera vez en el contingente una agrupación especializada en acciones preventivas de actos terroristas; en su momento, con el general Guillermo Galván Galván, la marcha de la Policía Federal; así como con el general Salvador Cienfuegos Zepeda, unidades especiales en la contención al crimen organizado.

Ahora con el general secretario Luis Cresencio Sandoval González sin duda la descubierta del desfile a cargo de la Guardia Nacional, así como el paso de los carros alegóricos a la historia de país y los servicios sociales del gobierno, marcaron lo específico de la ceremonia.

Sin duda que las Fuerzas Armadas a lo largo del desarrollo del país han acompañado a la población, a las instituciones y a la aplicación del Estado de Derecho para hacer de México una nación próspera y justa. Desde luego que esta es una garantía con la que cuentan los gobiernos a nivel federal, estatal y municipal.

Y como un denominador común la impresionante afluencia de la población desde el inicio hasta el punto final del desfile. Generaciones van y generaciones vienen pero la admiración y reconocimiento a las Fuerzas Armadas por parte de la sociedad es una constante que de nuevo vimos en el corazón político del país. De allí que el reto de devolver la seguridad y tranquilidad en la geografía nacional cuente con un recurso fundamental como es el apoyo popular al instituto armado.