LA ONU DE VERDE: A FAVOR DEL CLIMA

El mes de julio pasado registró las temperaturas más altas de la historia.

Redacción
Política
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Por Claudia Luna Palencia

Ella padece Asperberg. Ni siquiera tiene la mayoría de edad pero se ha convertido ya en uno de los símbolos emblemáticos de la lucha contra el cambio climático: su nombre es Greta Thunberg.

Recién cruzó el Atlántico en un velero porque rechaza la contaminación provocada por los aviones. La adolescente sueca es todo un icono de la juventud de la denominada Generación Z.

También tiene sus detractores: hay quienes la criticaron por montarse en un velero de Pierre Casiraghi, uno de los hijos de Carlota de Mónaco, aficionado a navegar y quien cuenta con la experiencia de cruzar varias veces el Atlántico. Él se ofreció para llevar a la chica hasta Nueva York. El propósito fue llamar la atención de la prensa internacional previo al arribo de la joven activista a las cumbres de la ONU sobre Cambio climático y Sanidad universal.

El valor de Thunberg de cada viernes postrarse enfrente del Parlamento de su país inspiró el movimiento europeo #FridaysForFuture, que luego se convertiría en tendencia global porque millones de estudiantes lo secundan con protestas masivas.

De allí han surgido otras ideas y acciones, como los lunes sin consumir carne que los jóvenes europeos enarbolan como una urgencia para reducir su respectiva huella ecológica, al menos en la emisión de CO2.

Las nuevas generaciones están dispuestas a llevar a cabo una revolución verde pacífica en la que el cambio drástico de los hábitos alimenticios y de la actual forma de vida quedarán totalmente trastocados.

Thunberg es la cara más visible de ese nuevo paradigma. También de esa ira contenida y de la frustración, porque muchos como ella sienten que sus padres y otros mayores no han hecho lo suficiente por evitar que el mundo se encuentre en el punto de no retorno.

Hay un agrio reproche generacional que la adolescente remarcó durante su intervención estrella en la inauguración del foro climático, ante las notables ausencias de los líderes políticos de Estados Unidos, China y Rusia.

“Yo no debería estar aquí: debería estar en la escuela del otro lado del océano. Aún así, nos piden esperanza a los jóvenes. ¡Cómo se atreven! Me han robado mis sueños, mi infancia con sus palabras vacías”, soltó irónica.

Al borde de las lágrimas Thunberg afirmó melancólica que “la gente está sufriendo, la gente se está muriendo, los ecosistemas completos están colapsando”, al tiempo que afirmó ante los líderes convocados que “estamos enfrentando una gran extinción” mientras la gente solo habla de dinero.

Su participación era una de las más esperadas, sobre todo porque el presidente norteamericano, Donald Trump, además representante del país anfitrión (el emblemático edificio de Naciones Unidas está en Nueva York), decidió no escuchar los dos discursos inaugurales como un desdén al multilateralismo y un desprecio a las teorías del cambio climático.

En voz del secretario general de la ONU, António Guterres, la naturaleza “está enfadada y nos engañamos si pensamos que podemos engañar a la naturaleza”.

Guterres recordó que el mes de julio pasado registró las temperaturas “más altas de la historia. Todo tiene un costo pero el mayor costo es no hacer nada; el mayor costo es seguir subsidiando a la industria de combustibles fósiles y construir más plantas de carbón. Es tiempo de pasar los impuestos sobre salarios al carbón y tasar la contaminación”, dijo convencido.

Las Naciones Unidas están en favor de virilizar los fondos verdes para el clima y de que los países desarrollados movilicen anualmente más de 100 mil millones de dólares para ayudar a las naciones menos desarrolladas a descarbonizar sus respectivas economías.

Trump, quien no escuchó a Guterres ni a Thunberg, cayó de sorpresa en los discursos de sus homólogos de India y Alemania.

En tanto la canciller germana —captada en los previos platicando con Thunberg— reafirmó que “el cambio climático y el calentamiento global son provocados por los seres humanos”.

En este sentido Merkel aseveró que Alemania hará su contribución para tener una economía verde y lo menos contaminante posible. Desde el Bundestag el objetivo focal pasa por colocar a la economía germana como líder y ejemplo en el renglón de la ecología y de la sustentabilidad, a fin de cumplir con sus objetivos de reducir los Gases de Efecto Invernadero.

La fecha límite para poner fin a la era del carbón en Alemania es 2038. Para ello se contará con un primer paquete financiero por 40 mil millones de euros para acelerar la transición.

Alemania es el sexto país del mundo que más CO2 emite y ya prepara una batahola de impuestos para desincentivar el uso del automóvil y encarecer los precios de los boletos de avión, entre otras cosas.

Narendra Modi, primer ministro de India, generó en su intervención muchas expectativas porque representa a la segunda nación más populosa del mundo (mil 372 millones de indios), arrastra graves desequilibrios en su pirámide socioeconómica y es la economía global que más creció en los últimos cuatro años, por encima de 7 por ciento.

India es junto con China y Estados Unidos una de las tres economías con mayor uso y consumo del carbón, tiene una grave dependencia y encima las enormes brechas socioeconómicas hacen más difícil para los pobres incorporar energías limpias.

Durante su intervención Modi subrayó su férreo compromiso para duplicar el objetivo de “generar energía por medio de renovables a partir de 2022”.

Hay un desfase en los objetivos entre unos y otros países; parece que unos llegarán mejor preparados para mitigar el cambio climático después de 2030 y otros no lo harán porque sus acciones son más lentas debido a que van tomando una conciencia tardía, pero también por la resistencia de algunos lobbies económicos.

Guterres, como máximo representante de la ONU, intentó meter presión a los líderes mundiales en aras de acelerar la implementación de políticas verdes en pro del planeta.

Pero se va lento: de los 194 países, Naciones Unidas solo tiene el compromiso de 66 congregados en el Grupo 2050 y comprometidos a implementar un plan para reducir sus emisiones a la atmósfera.

El mandatario galo, Emmanuel Macron, también intervino en dicho foro con el estandarte de haber lanzado el Acuerdo de París, el mayor esfuerzo mundial para unir los intereses generales de todas las economías y adoptar una serie de profundos compromisos para salvar al planeta de su degradación y de la amenaza de las extinciones de especies, así como del calentamiento global.

Macron, quien coincide en la inminente reforma de la Organización Mundial del Comercio (OMC), subió un peldaño más al afirmar que “es necesaria una agenda comercial global que prevea las emisiones cero”.

El delfín del Elíseo, incapaz de convencer a Trump de la prioridad de ratificar el Acuerdo de París, reivindicó su relevancia y pidió “dejar de financiar proyectos de infraestructuras que aumenten las emisiones”.

Emisiones cero: esa es la batalla inminente en la estrategia contra el cambio climático, así como reducir la huella ecológica de todos los agentes económicos e igualmente la individual de cada persona. Un compromiso asumido por todos.

Fantasmas del clima y política dura

Al día siguiente del encuentro climático arrancó la 74 Asamblea General de la ONU. Como ya es tradición Brasil fue el encargado de emitir el primer discurso ante la ONU y su presidente, Jair Bolsonaro, no perdió la oportunidad de hacerse oír: “La Amazonia no está siendo devastada ni consumida por el fuego como dice mentirosamente la prensa. Es una falacia decir que la Amazonia es un Patrimonio de la Humanidad o representa los pulmones de la Tierra”.

El político ultraderechista señaló que la Amazonia de Brasil es mayor que toda Europa occidental “y en más de 60% está preservada”; por eso “no aceptamos que otro país diga qué se debe hacer para conservar ese bioma”.

Le siguió el discurso de otro escéptico: Donald Trump. El presidente norteamericano volvió a desdeñar a los ambientalistas, a los que cataloga casi de conspiranoicos con tesis inventadas: “El futuro no pertenece a los globalistas sino a los patriotas. Tengo el inmenso privilegio de dirigirme a ustedes hoy como el líder electo de una nación que valora la libertad, la independencia y el autogobierno por encima de todo. Si quieren libertad, sientan orgullo de su país. Si quieren democracia, agárrense a su soberanía. Si quieren paz, amen a su nación. El mundo libre debe abrazar sus cimientos nacionales”, soltó Trump, convertido en gurú de la nueva moral política.

Motivado por su beligerancia geopolítica, en su oratoria un poco más suave en comparación con su primera participación en la Asamblea General de la ONU en 2017, cuando llamó “hombre cohete” al dictador norcoreano Kim Jong-un y amagó con destruir a Corea del Norte, esta vez el político republicano aseveró no querer una guerra con Irán “ni tener enemigos permanentes”.

Afirmó que “somos la potencia más poderosa del mundo: confío en no tener que utilizar nunca ese poder. Estados Unidos sabe que cualquiera puede hacer la guerra, pero solo los más valientes pueden elegir la paz”.

Irán y Venezuela estuvieron presentes en la retórica de Trump, que ha conseguido que Francia, Reino Unido y Alemania acusen al gobierno de Hasan Rohani de estar detrás del más reciente ataque (14 de septiembre) a la planta de petróleo Abqaiq en Arabia Saudita; un hecho reivindicado por los rebeldes hutíes de Yemen, respaldados por Rohani. Es la primera vez que EU obtiene apoyo europeo al respecto de sus rispideces con Irán.

Para dejar el testigo se firmó un comunicado conjunto en el marco de Naciones Unidas: “Para nosotros está claro que Irán es responsable de este ataque. No hay otra explicación”.

El presidente francés Macron se ha autonombrado como mediador entre EU e Irán para reflotar el Acuerdo Nuclear del que Trump sacó a su país en busca de otro documento más amplio.

Pronunciamiento de tribunales

Muchas cosas sucedieron mientras corría el tiempo de los encuentros en Nueva York. Al presidente en funciones de España, Pedro Sánchez, le llegó el eco de que el Tribunal Supremo avalaba por unanimidad la exhumación de los restos del dictador Francisco Franco enterrados en la Basílica del Valle de los Caídos.

Una de las principales batallas dialécticas del gobierno de Sánchez ha sido reivindicar la Ley de Memoria Histórica, uno de sus apartados dirigido precisamente a evitar la exaltación pública hacia la figura del dictador. Sacarlo del Valle de los Caídos es visto como una enorme victoria moral para el PSOE, que el mandatario español celebró en la ONU.

“Hoy, 24 de septiembre de 2019, se ha producido un anuncio muy importante. Hemos cerrado simbólicamente el círculo democrático ya que el Tribunal Supremo de España acaba de autorizar la exhumación del dictador Franco del mausoleo público en el que estaba enterrado con honores de Estado. Hoy cerramos por lo tanto un capítulo oscuro de nuestra historia”, aseveró orgulloso.

Otro que lejos de su país se enteró de decisiones jurídicas relevantes fue el primer ministro británico, Boris Johnson, quien aprovechó su estancia en la ONU para hablar en corto con otros líderes europeos a fin de sondear la posibilidad de llegar a un nuevo acuerdo in extremis del Brexit en la próxima reunión del Consejo Europeo, del 17 al 18 de octubre.

El Tribunal Supremo de Reino Unido dictaminó que el cierre parcial de las actividades del Parlamento, desde el 10 de septiembre hasta el 14 de octubre próximos, medida orquestada desde Downing Street y avalada por la reina Isabel II, fue una “decisión ilegal, nula y sin efecto tomada por el ministro Johnson”.

El histórico fallo jurídico cayó como un balde de agua helada al premier británico, quien justo apresuraba el paso en la ONU para reunirse con su homólogo estadunidense.

La reapertura inminente de la actividad legislativa fue anunciada de inmediato por John Bercow, presidente del Parlamento, quien eufórico por la declaración de inconstitucionalidad hizo vibrar el corazón de la democracia restituyendo las jornadas de discusión en Westminster.

Johnson, preguntado por la prensa en Nueva York, condenó la decisión e insistió desafiante en que “habrá Brexit sí o sí el próximo 31 de octubre”.

A Johnson le piden ya la renuncia inmediata en Londres. Todavía no vuelve a casa y en el patio político de la City crece una llamarada en favor de la dimisión.