HISTÓRICA RECUPERACIÓN DE LA CAPA DE OZONO

Los trabajos del investigador mexicano Mario Molina fueron pieza clave para la detección del problema.

Martha Mejía
Bienestar
Foto: Especial
Foto: Especial

En 32 años, desde que se firmó el Acuerdo de Montreal, el agujero generado en la capa de ozono por productos químicos ha disminuido hasta ser considerado el más pequeño desde que se detectó su presencia.

No obstante Michel Grutter de la Mora, investigador del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM, afirma que si bien durante las últimas tres décadas se ha reducido el agujero, aún hay mucho por hacer.

“La capa de ozono es un escudo natural de la Tierra que nos protege de la radiación ultravioleta emitida por el Sol. El camino que hemos seguido para su recuperación ha sido exitoso pero su deterioro es todavía un problema sin resolver, por lo que es necesario mantener la vigilancia y continuar con las acciones para su preservación”, afirma.

Camino

A partir de los setenta científicos de todo el mundo comenzaron a advertir sobre los cambios en esta capa. Sin embargo solo era una hipótesis hasta que se pudo comprobar gracias a los trabajos del investigador mexicano Mario Molina (Premio Nobel de Química en 1995), quien era entonces parte del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).

En los años que van desde la publicación de su trabajo, en 1974, hasta 1985 Molina publicó más de 20 artículos relacionados con el problema del ozono.

Oficialmente fue en 1985 cuando los científicos descubrieron que la capa de ozono tenía un agujero sobre la Antártida y emitieron una alerta mundial.

“Dos años después, el 16 de septiembre de 1987, se firmó el Protocolo de Montreal para reducir la producción y consumo de sustancias causantes de ese daño, como los clorofluorocarbonos (CFC), presentes en una amplia gama de aplicaciones industriales, aerosoles y frigoríficos”, indica Grutter de la Mora.

Agrega que acciones como identificar el problema y asumir un compromiso global han sido clave para reparar el ozono estratosférico. “Se ha demostrado que la sociedad mundial puede actuar responsablemente pero no debemos relajarnos”.

En total fueron 196 países y la Unión Europea quienes se comprometieron a proteger la capa de ozono. El Protocolo de Montreal supervisa la producción de casi 100 productos químicos; su objetivo es eliminar de manera eventual todos, menos los más esenciales, centrándose primero en los más dañinos.

Hallazgo

Este año un equipo de científicos del Servicio de Monitoreo de la Atmósfera de Copérnico (CAMS, por sus siglas en inglés) dio a conocer que el agujero en la capa de ozono que aparece anualmente en la Antártida sería uno de los más pequeños desde la década de los ochenta.

Por lo general este fenómeno comienza su formación en agosto y alcanza su tamaño máximo dos meses después. Posteriormente, en diciembre, se vuelve a cerrar.

“Este año hemos visto que el agujero de ozono ha sido particularmente inusual, lo que podría indicar su recuperación paulatina”, comentó Antje Inness, científico de CAMS.

Explicó que durante el invierno en el sur se forman nubes de hielo en la estratosfera que son responsables de descomponer los químicos hechos por el hombre.

La CAMS explicó que desde inicios del mes de septiembre el vórtice polar se ha desplazado de manera progresiva de su eje y se ha debilitado debido a un calentamiento repentino de la estratosfera.

“Aunque comenzó a crecer relativamente temprano, a principios de septiembre un calentamiento repentino de la estratosfera perturbó el vórtice polar frío que da lugar al agujero de ozono”, declaró Antje Inness.

Vincent-Henri Peuch, responsable del CAMS, explicó a su vez que las temperaturas de la parte superior de la estratosfera han sido 40 grados superiores a lo habitual, lo que ocasiona que el vórtice polar sea más inestable.

Agregó que la recuperación de la capa de ozono depende en gran medida del cambio climático ya que este fenómeno puede favorecer el enfriamiento de la estratosfera a largo plazo, lo cual puede retrasar el proceso.

Cambio climático

Michel Grutter de la Mora apunta que actualmente los clorofluorocarbonos (CFC) se redujeron ya de manera significativa pero se sustituyeron por hidroclorofluorocarbonos (HCFC), que aun cuando no deterioran el ozono, sí contribuyen al efecto invernadero y al cambio climático.

“Hace unos años nos percatamos que los HCFC tienen un potencial de calentamiento global considerable; entonces supimos que el problema de la capa de ozono y el cambio climático están vinculados por ser de naturaleza atmosférica”, señala.

Indica que el uso excesivo de plásticos, la generación de basura y el consumo de carne también contribuyen al calentamiento global, así como la deforestación. Entonces “no solo son las grandes cantidades de combustibles que quemamos con vehículos e industrias: también modificamos el uso del suelo y con ello disminuimos la capacidad de capturar carbono”.

Reconoce que en cuanto al dióxido de carbono (CO2), uno de los principales causantes del cambio climático con origen antropogénico, no se ha encontrado una solución porque se queman aún combustibles fósiles de manera incontrolada. “Aunque conocemos la naturaleza del problema de los Gases de Efecto Invernadero y su impacto en la temperatura promedio global no reducimos las emisiones”.

México contribuye

Grutter de la Mora señala que la UNAM contribuye al monitoreo de la capa de ozono y de otros cambios en la atmósfera por medio del Observatorio Atmosférico de Altzomoni, estación de medición instalada en el cerro del mismo nombre, a las faldas del volcán Iztaccíhuatl.

El observatorio pertenece a una red global que se encarga de identificar cambios en la composición de la atmósfera alta y es la primera estación mexicana en formar parte de la Red para la Detección de Cambios en la Composición Atmosférica.

“Solo existen 20 de este tipo en el mundo y la UNAM contribuye con una de ellas. Por medio de esta red se empezó a percibir en años recientes un aumento renovado del CFC11 (parte de una familia de gases llamados clorofluorocarbonos) en la atmósfera, uno de los gases prohibidos, pero de los más empleados para sistemas de refrigeración”, expresa.

El académico insiste en la necesidad de “no bajar la guardia con la recuperación de la capa de ozono ni considerar que el problema está solucionado ya que han surgido otras situaciones, como el cambio climático, que se relacionan y que debemos vigilar”.