FRANCISCO TOLEDO. IN MEMORIAM (II/II)

Quería brindar oportunidades de crecimiento para todos y sin duda alguna lo logró.

Masha Zepeda
Columnas
Foto: Especial
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La triste noticia de su partida fue compartida por tantos y en muchas latitudes la incredulidad, el asombro, el sentimiento de melancolía lleno de ternura nos cubrió a muchos.

De inmediato nos invadieron los recuerdos, las enseñanzas, los grandes proyectos que solo alguien como él pudo llevar a cabo gracias a su visión y generosidad: Francisco Toledo, entre sus muchas herencias, dejó entre mucha gente el entendimiento del trabajo cultural regional que con su fuerza se convierte en determinante y universal.

Los años que estuvo fuera de México, ya sea por necesidad pictórica y de conocer de primera mano las grandes obras o bien por su propia seguridad, los pasó trabajando en su obra y pensando en su gente, en cómo les llevaría lo que él desde París o Nueva York veía, entendía y aprendía. Así, a su regreso a México una de sus primeras acciones fue recuperar la colección de arte de la Casa de la Cultura de Juchitán, acrecentarla, adquirir cientos de libros para lo que hoy es la mejor biblioteca de arte en México y adquirir obra gráfica para ir armando lo que ahora es el acervo gráfico del IAGO, uno de los más significativos en el mundo.

Oficio

Pero a la par de difusor cultural ejercía con maestría creciente su oficio de pintor, de grabador, de dibujante, por lo que cada una de sus piezas emana un sello propio, un mundo único y la certeza de que es uno de los grandes en la historia del arte, uno de los fundamentales.

Integrante de la Generación de la Ruptura —cronológicamente hablando— fue en realidad un artista solitario, y si bien era muy cordial y siempre respetó y admiró a sus contemporáneos prefería el trato con los más jóvenes. Fue, en este sentido, muy generoso con su tiempo, su sabiduría y su poder adquisitivo ya que como buen coleccionista adquirió obra de todas las generaciones.

Francisco Toledo generó mucho sin afán de reconocimiento, porque solo quería brindar oportunidades de crecimiento para todos y sin duda alguna lo logró. En estos momentos tenemos el privilegio de poder recorrer una amplia muestra de su obra, en la que trabajó arduamente, curatorialmente hablando: es hora de ir al Museo de Culturas Populares en Coyoacán y disfrutar de su genio.