HAY QUE SALIR DE LA CRISIS DE REPRESENTACIÓN: FELIPE GONZÁLEZ

Estamos viendo una política inquisidora en muchos sentidos.

Redacción
Política
Foto: Especial
Gobierno de España

Por Claudia Luna Palencia

La actual etapa de transición económica enmarcada en la Cuarta Revolución Industrial genera todo un revulsivo en las expresiones del ser humano y en su forma de organizarse: la política no está indemne.

Ese miedo a lo desconocido, a lo que vendrá con la Inteligencia Artificial (IA), la aceleración de la tecnología y el predominio de la sociedad de la información provocan diversas resistencias entre el desprendimiento del pasado inmediato y el futuro como destino inevitable.

Hace unos días diversos pensadores, políticos, investigadores y empresarios se aglutinaron en torno del foro La Toja Vínculo Atlántico para analizar “el presente y mirar hacia el futuro desde los valores en los que se sustenta la democracia liberal”.

A lo largo de tres días, del 3 al 5 de octubre, las discusiones versaron sobre los fenómenos que transforman a las sociedades y que definirán la calidad de vida en los próximos años.

La atención focal recayó en el sino de la democracia liberal, la definición del espacio atlántico, el fenómeno de las migraciones, el malestar social que ha dado origen a los populismos, los retos que plantea la IA o el futuro del trabajo.

Desde ese marco prioritario nace este foro “como un espacio para la reflexión” en tiempos delicados debido al surgimiento de nuevos protagonistas en el escenario global, donde se modifican los equilibrios geoestratégicos al tiempo que emergen nuevas zonas de influencia que desafían a los países occidentales.

La defensa al completo se la llevó la democracia liberal: en Occidente hay cierta inquietud por la crisis de representación que revelan las últimas elecciones en distintos países que otrora presumían de democracias consolidadas y que en el último quinquenio no han logrado formar gobiernos de forma expedita ni sostenida en el tiempo.

Para el ex presidente español Felipe González los síntomas que tanto unos como otros países experimentan se relacionan con diversos desafíos: por un lado hay amenazas que pesan sobre las democracias y hay una crisis de representación en todo el mundo; por otro, existen múltiples avances tecnológicos que económicamente hablando llevan a replantearse cómo mejorar la distribución de los ingresos.

González, uno de los gurús del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), mantuvo un encuentro inédito vis a vis con el también ex presidente Mariano Rajoy, del Partido Popular (PP). Se trató del plato fuerte del evento en la Toja, Galicia.

“Creo que si en algo, si en algún punto podemos encontrarnos la izquierda y la derecha en un modelo democrático, es en lo concerniente con la sostenibilidad del modelo”, afirmó el socialista.

Para González el punto de mayor atención tiene que ver con la redistribución del ingreso y de los excedentes, crear políticas públicas que permitan que más gente salga beneficiada del reparto de las ganancias.

“Una macroeconomía sana no es de derechas ni de izquierdas; es algo tan razonable que no debe tener punto de discusión; se podrán tener variaciones en cuanto a las políticas públicas de uno y otro partido, pero la macroeconomía debe cuidarse porque, como sabemos, la inflación es el peor impuesto para la pobreza”, argumentó.

Por eso es que gobernar es un ejercicio de realismo “que deja pequeñas las diferencias ideológicas entre izquierda y derecha” si de mantener las cuentas nacionales se trata, dijo.

Enseguida Rajoy tomó la palabra para resaltar irónico: “Fui el presidente de un gobierno de derechas y la primera decisión que tomé fue subir el impuesto sobre la renta en 20 puntos; y la segunda fue nacionalizar unos cuantos bancos, y la tercera fue permitir más endeudamiento público, que como se sabe son todas medidas muy de derechas. El peor enemigo de la economía es el sectarismo”.

Rajoy llegó al evento con su tradicional doble sentido y humor sarcástico. Lució hasta rejuvenecido y más campechano que nunca tras la moción de censura impulsada por el PSOE, que lo apartó del poder en mayo de 2018 y permitió un gobierno provisional del socialista Pedro Sánchez, quien después ganaría las elecciones con 7.5 millones de votos el pasado 28 de abril.

Ambos políticos, Rajoy (64 años) y González (77 años), liberados de la presión del poder, de no tener entre sus manos los botones de mando, se mostraron distendidos para departir y compartir sus opiniones no solo acerca de la actual situación política en España sino también respecto de los temores globales.

En opinión del político del PP hay que poner mucha atención a la economía digital y a los desplazamientos que provocará en los próximos años, ante la inquietud de mucha gente que espera un castigo a los salarios bajos.

“Aquí en España el presupuesto se nos va en dos cosas fundamentalmente: pago de las pensiones y jubilaciones y pago del seguro del desempleo; en total ambos significan 50%; anualmente se van 30 mil millones de euros del gasto para atender ambas necesidades”, señaló.

Entonces, ante el reto digital, agregó Rajoy, la gente tendrá que innovar, habrá que capacitar a muchas personas, no será fácil, porque a las propias Pymes les cuesta invertir e innovar.

González fue más profético aún al advertir que “me temo que la precarización en el empleo va a durar más tiempo” como consecuencia de la digitalización.

La distopía puede encontrarse más cerca y traspasar a la realidad. Sin pretender ser fatalista “sino siempre optimista”, en su turno Rajoy recalcó que se están viendo cosas impensables como el mismo Brexit, un ejemplo crudo de ese sentimiento nacional-populista que va extendiéndose por diversas democracias.

“Tenemos a un señor que se cree que el sitio en el que ha nacido es el mejor del mundo; muchos hasta creen que el resto, los demás, les oprimen. Entonces hay que librarse de los opresores”, resaltó Rajoy moviéndose con soltura en tierras gallegas.

Vínculo Atlántico

Lo de la Toja fue el primer esfuerzo de un grupo de empresarios apoyados por Alberto Núñez Feijoó, presidente de Galicia e integrante del PP, por colocar una primera piedra de deliberación aquí en esta isla cerca de El Grove, a casi 82 kilómetros de distancia del aeropuerto más cercano en Santiago de Compostela.

En su conversación el ex mandatario Rajoy resumió en cuatro someros puntos las críticas que los nacionalistas enarbolan con sus discursos de la patria primero: 1) el rechazo al inmigrante visto como un malestar; 2) el rechazo al libre comercio visto como una amenaza a los productores nacionales; 3) el rechazo al multilateralismo interpretado como una injerencia, y 4) la consolidación de posturas como el Brexit en defensa de lo local primero y siempre.

¿Han surgido por qué si? Desde el punto de vista de Rajoy y González son todos consecuencia de la larga crisis financiera y económica de 2008 combinada con la fase de tránsito que la sociedad experimenta con la Cuarta Revolución Industrial. Hay miedo, hay temor.

Y hay malestar ciudadano porque aumenta la desigualdad. La parte más visible en la política es que persiste una crisis de representación popular, una que ha atorado a varios países impedidos tras una justa electoral para formar gobiernos duraderos, de mayorías y estables. España es uno de ellos.

En voz del ex presidente González hace falta ya un gobierno en el país ibérico que acabe con esta incertidumbre, que dote de estabilidad a España para los próximos cuatro años; y romper una etapa en la que se ha pasado a un pluripartidismo y luego a un bloquismo.

—¿Lo ve viable tras las nuevas elecciones del próximo 10 de noviembre?

—Sí, lo veo inevitable e inexorable. Fundamentalmente tenemos una crisis de representación: los representados tienen que verse reflejados cuando depositan su voto en los representantes; por tanto cumplen con su función cuando votan y los representantes tienen que administrar ese voto para facilitar un gobierno estable, pero quien lo diga ahora puede ser que tenga poco mérito porque puede ser mal interpretado.

—¿Se terminará el bloqueo?

—En 2016 no solo lo escribí sino que lo declaré con cierta frecuencia, diciendo que quien no pueda formar gobierno no puede obstaculizar que otro lo forme. Si tras el 10 de noviembre se repite la misma situación correspondería al PSOE y al PP pactar los temas fundamentales y las reformas estructurales en las que vamos muy atrasados.

González que se manifestó contrario a abrir el melón de una reforma a la Constitución. Pidió más bien que se cumpla y se respete en todos los casos, máxime ante el desafío independentista de Cataluña.

Nacido en Sevilla e icono de la izquierda de España y de Iberoamérica el también abogado no oculta su mínima simpatía por el actual presidente en funciones Pedro Sánchez, compañero militante del PSOE. Muy escasamente le ha apoyado en público y casi siempre dirige sus comentarios con dobles interpretaciones cuando se le pide una opinión acerca de Sánchez.

“Olvidémonos del sentimiento trágico de la vida tan tradicional en España, porque tan diferentes no somos. Yo pediría un gobierno estable, aunque eso signifique coaliciones incómodas; en la situación actual, los dos, comparados con algunos, como mínimo somos Churchill”, aseveró buscando la mirada cómplice del ex mandatario Rajoy.

La percepción que ambos políticos han dado es ese sentimiento de sentirse tan lejos de las presiones y resistencias cotidianas a las que se enfrentaron durante los años que les tocó gobernar. En el caso de González su mandato duró de 1982 a 1996; y el de Rajoy fue corto y conflictivo, lleno de escollos desde 2011 hasta la moción de censura de 2018, sin obviar que tuvo un periodo como presidente en funciones.

También cansado de la situación de parálisis política actual en el país ibérico Rajoy se mostró partidario de que el PSOE y el PP logren una gran coalición para facilitar el desbloqueo político si este persiste tras las nuevas elecciones generales. Rajoy pensando en la forma alemana y González en la fórmula portuguesa.

“Tras los comicios de 2015, consciente de que no había conseguido una mayoría suficiente para gobernar, al día siguiente convoqué al Comité Ejecutivo de mi partido para proponer una gran coalición con el PSOE y así romper una tradición absurda, porque ya era un modelo conocido en Europa”, rememoró el ex líder del PP.

Y luego continuó: “Después de las elecciones de 2016 conseguí que Ciudadanos me respaldara y sacamos dos presupuestos generales del Estado, pero no se puede formar un gobierno si no tienes mayoría: no es posible gobernar con un pacto para cuatro años con 120 o 130 diputados”.

La charla distendida fue moderada por Míriam González, quien en determinado momento les lanzó una jiribilla al preguntarles si hubieran sido capaces de negociar entre ellos una gran coalición. González respondió: “¿Una gran coalición? Él sí, yo no”, desatando las risotadas del auditorio presente, con Rajoy sonrojado revirando: “Has acertado”.

Constitución y corrupción

Hace un par de meses el socialista Pedro Sánchez ofreció una reforma a la Constitución, propiamente al artículo 99, relativo al procedimiento de elección de presidente de Gobierno después de cada renovación de las Cortes. El mecanismo pasa por una ronda de consultas con el rey: que él proponga un candidato a la investidura y que este se presente en las Cortes para obtener la confianza de la cámara. Luego deberá ser votado por mayoría absoluta; si no la alcanza tendrá otra ronda más por mayoría simple.

La intención es facilitar que el ganador en las urnas sea siempre quien termine gobernando y no como muchas veces sucede: que lo hace quien termina sumando escaños tras coaligarse con otras fórmulas parlamentarias sin contar con el aval de la mayoría en las urnas.

Hay otros partidos que también quieren meterle mano a la Constitución en lo que respecta al tema de las autonomías. La ultraderecha pretende regresar el poder y el control al centro, mientras que Unidas Podemos quiere darle más privilegios a los independentistas.

Dos temas unieron casi al unísono, con marginales diferencias, la opinión de Rajoy y de González: el no meterle mano a la Constitución, “porque se empieza haciendo una reforma y nunca se termina”, y el hecho de que se piense que España es uno de los países más corruptos del mundo.

Ni el uno ni el otro se salvaron durante sus respectivas administraciones de la mancha negra de la corrupción; ni uno ni otro partido político, columna vertebral del bipartidismo del PP y del PSOE, ha salido indemne.

“Me niego a que digan que en España somos los paladines de eso: ni hablar. Hay indicadores de organismos internacionales que revelan cómo estamos. Ahora bien, la corrupción no tiene nada que ver con el bipartidismo, ni con los partidos: es de personas”, espetó Rajoy ante la pregunta incómoda.

Añadió con cierta amargura cómo se le llegó a condicionar la aprobación de los presupuestos de 2018 “si no sacaba de mi partido a una senadora de Murcia señalada por corrupción. Estamos viendo una política inquisidora en muchos sentidos; condicionada igualmente; en la corrupción no estamos peor: hay que revisar los indicadores de los demás países”.

A Rajoy lo tumbó una sentencia de la Audiencia Nacional emitida el 23 de mayo de 2018 y que aseveraba que el PP se había beneficiado de un esquema de sobornos ilegales en el caso Gürtel; a los dos días el PSOE registró una moción de censura que prosperó dándole a Pedro Sánchez el gobierno en funciones; después se presentaría en elecciones el 28 de abril de 2019 y saldría ganador pero no ha logrado ser investido: por ello la próxima cita electoral del 10 de noviembre.

A su vez González lamentó que tras 14 años de gobierno socialista “tuve al final del mandato casos de corrupción y me costaba creerlo”. Sin mucho rodeo terminó dándole la razón a su contraparte, “porque la corrupción es un fenómeno delicado” que sucede en muchas partes del mundo. Se oyen casos aquí y allá “pero no estamos ni peor ni mejor”.

Liderar en la Cuarta Revolución Industrial

La clausura del evento estuvo a cargo de Pedro Sánchez, presidente de España en funciones, quien aprovechó para señalar que frente a “crisis artificiales” y “movimientos reaccionarios” como el Brexit, el independentismo catalán o el repliegue de fronteras de la administración estadunidense, España tiene varios retos: la digitalización de la economía, el feminismo, la cohesión social, el empleo digno, la modernización educativa y la transición ecológica.

Sánchez aseveró que España debe estar entre los países que lideren la Cuarta Revolución Industrial. Para ello, destacó, la nación ibérica cuenta con una penetración de fibra óptica en los hogares de 63%, “la mayor de la Unión Europea. Hay que reconocer también el talento real de nuestros científicos, investigadores y emprendedores volcados en la puesta en marcha de proyectos tecnológicos con trasferencia a la sociedad”.

El jefe del Ejecutivo en funciones destacó que tener empleo ya no garantiza salir de la pobreza. “Por ello hay que crear empleo estable” y de calidad, así como leyes que protejan a los trabajadores por cuenta ajena y ofrezcan “oportunidades a los autónomos”.

Una sociedad más inclusiva

La inauguración en el foro La Toja corrió a cargo del rey Felipe VI cuyo discurso moderado pretendió ubicar al ser humano y su relevancia en el centro de los cambios que actualmente se suceden.

El monarca español pidió a los exclusivos invitados, distintas personalidades destacadas en diversas áreas, que no olvidasen abogar por contar con una sociedad más inclusiva “en la que nadie se quede atrás. Hay que trabajar para identificar y asegurar vías y pautas que garanticen la prosperidad de las sociedades. Hay que prestar atención al imperativo ético, político y social que supone afianzar unas sociedades inclusivas y cohesionadas. Sin el cumplimiento de esta premisa, que es la base de la confianza colectiva, ningún país podrá progresar de verdad”.