LA UNAM EN CONTEXTO

La Universidad Nacional es una aportación al desarrollo civilizatorio de la humanidad.

Javier Oliva Posada
Columnas
Foto: Especial
Notimex

Cada vez que debe renovarse el liderazgo institucional de la más prestigiada institución educativa de nivel superior de México e Iberoamérica —y una de las mejores del mundo— hay largas y profundas polémicas. Desde luego que ahora no es la excepción. E incluso, con la particularidad de nuestros días, la actual sucesión para la Rectoría marcará el presente y futuro del patrimonio más relevante y ejemplar de la Universidad Nacional: la autonomía.

En términos arquitectónicos y físicos se trata de una institución vulnerable. Sea desde la facilidad para acceder a sus instalaciones como turista o aficionado al futbol la Universidad ofrece opciones para toda la población para acercarse a su patrimonio científico, artístico, humanístico, tecnológico y lúdico. Nadie puede rebatir la relevancia de la UNAM para el desarrollo del país; conforme pasan las generaciones quienes hemos tenido el gran privilegio de habitar sus espacios podemos afirmar cuán determinante resultan sus aportaciones a la humanidad.

Los tres premios Nobel que tiene México han sido otorgados a sus brillantes egresados Alfonso García Robles (1982), por su incomparable aportación para la paz mundial; Octavio Paz Lozano (1990), poeta de talla universal, y Mario Molina Henríquez (1995), acreedor al reconocimiento por sus aportaciones al estudio de deterioro ambiental en el mundo.

La UNAM es, como se puede observar, una aportación al desarrollo civilizatorio de la humanidad. Dirigirla, administrarla, gobernarla, requiere de talentos especiales, destacados y, sobre todo, con miras a hacer del país un referente internacional.

¿Rectora?

Tres destacados universitarios, aunque hay cuatro aspirantes registrados, pretenden la titularidad de lo que en el argot se conoce como “el sexto piso”. Uno es el actual rector, Enrique Graue Wiechers; luego están Angélica Cuéllar Vázquez y Pedro Salazar Ugarte. De entre ellos tres la Junta de Gobierno, que integran destacadas personalidades de los ámbitos del conocimiento y las artes (son 15), deberá seleccionar hacia mediados de noviembre a quien llevará en adelante la conducción de la UNAM.

Es interesante que sea un grupo tan selecto y reducido de universitarios el que pretenda ejercer el máximo cargo dentro de la institución. La presencia de la doctora Angélica Cuéllar Vázquez en la recta final por la designación a la Rectoría implica por sí misma una valoración de la preponderancia que tiene la visión de género en la conducción de comunidades con una visión plural, dispuesta al diálogo, pero sobre todo en apego a la fundamental naturaleza de la autonomía y libertad de cátedra.

La actual directora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, que incluye la administración de seis carreras, tiene la suficiente experiencia para articular los diálogos y convenios necesarios para llevar la dinámica unamita a los mejores puertos, pues esa virtud —diálogo y negociación— representa un compromiso transdisciplinario e interdisciplinario. Las prioridades, como son el bachillerato, la investigación científica/tecnológica, la difusión de las artes, el estudio de las ciencias sociales y humanas, son baluartes de México. Por eso ningún sesgo o condicionamiento desde el gobierno federal o autoridades locales, incluyendo a grupos de poder y de presión, deben insinuar su influencia para la designación de la que esperamos sea la primera rectora de la UNAM en su historia.