Culiacán: un desafío más al Estado mexicano

Grupos armados ponen en estado de sitio a la ciudad

Norberto Vázquez
Política
Culiacán.
Foto: EFE.

Ciudad de México, a 21 de octubre. La serie de acontecimientos que durante las últimas semanas provocaron destrucción y muerte entre integrantes del crimen organizado y agentes de las fuerzas del orden alcanzaron su punto de inflexión este jueves 17 de octubre cuando sicarios al servicio del Cártel de Sinaloa tomaron las calles de Culiacán para protagonizar balaceras, homicidios, quema de vehículos, cierre de vialidades y hasta una fuga del penal de Aguaruto, en aras de lograr la liberación de Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín El Chapo Guzmán Loera, detenido apenas unas horas antes.

Para diversos analistas consultados por Vértigo se trató de un acontecimiento de vital importancia para el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien sin duda evitó al final un baño de sangre en Culiacán y tomó así una decisión coherente con su convicción de pacificar al país sin necesidad de aumentar el derramamiento de sangre.


La del gobierno federal, agregan los expertos, fue una decisión polémica pero sensible hacia la población culiacanense ante una afrenta inusual al Estado de Derecho y a las libertades individuales en el país, que pese a lo violento de la acción criminal dejó apenas ocho muertos, 16 heridos y 53 reos evadidos.

Versiones extraoficiales

Cerca de las 15:30 horas —tiempo local— del jueves, reportes extraoficiales indicaron que Ovidio Guzmán fue capturado en Culiacán alrededor de las 13:00 horas, cuando en compañía de su esposa y una decena de personas comía en una carreta de mariscos en la colonia Tierra Blanca, hasta donde llegaron unos 50 militares vestidos de civiles, quienes cerraron las calles y lo acorralaron.

Viéndose rodeado el hijo de El Chapo decidió entregarse y sus captores lo trasladaron a la Fiscalía estatal. Durante el recorrido, de aproximadamente seis kilómetros, sus escoltas lo siguieron al tiempo que pedían refuerzos, por lo que en pocos minutos las inmediaciones de la Fiscalía se llenaron de gente de los Guzmán que exigía su liberación inmediata.

Mientras sus captores trataban de negociar para evitar choques violentos y resguardaron al detenido en una sala blindada, a la espera también de refuerzos militares.

Fue ahí donde se desató una primera balacera, en el corazón de la zona de Tres Ríos, casi en el corazón de Culiacán y donde abundan plazas, restaurantes, escuelas y todo tipo de negocios, así como casas habitación y hoteles.

Al ver que no había respuesta a sus demandas los sicarios se trasladaron a una colonia donde viven familias de militares y amurallaron el lugar, donde amenazaron con incendiar dos pipas de gasolina si no era liberado el hijo de El Chapo.

Enterados de que la Fiscalía solicitó refuerzos, al mismo tiempo comenzaron a desatar balaceras por distintos puntos de la ciudad, para crear confusión y pánico entre los pobladores, lo que facilitó el despliegue de su gente hacia diversas vialidades de entrada a Culiacán y las avenidas más importantes, donde quemaron camiones, tráileres y pipas para impedir el paso.

Sicarios portando armas de alto poder y hasta ametralladoras Barret montadas en camionetas recorrieron la ciudad para sembrar el terror entre sus habitantes.

Por si fuera poco se registró una fuga masiva del penal de Aguaruto, de donde escaparon al menos 51 convictos, lo que provocó gran sicosis entre la población.

Los reportes extraoficiales establecen que las zonas más afectadas por el intercambio de disparos fueron el Desarrollo Urbano Tres Ríos, el Malecón Viejo y Álvaro Obregón, la Facultad de Medicina, la Novena Zona Militar, el Jardín Botánico, la Fiscalía del Estado, el Penal de Culiacán y bloqueos permanentes en las carreteras México-Nogales, Culiacán-Navolato y México-Nogales.

Al interior de la ciudad, tiendas, restaurantes, centros comerciales o cualquier otro negocio bajaron las cortinas o cerraron sus puertas. Se observa en videos en redes sociales que muchos clientes quedaron atrapados en los establecimientos, donde permanecieron tirados en el piso, boca abajo, con miedo a ser alcanzados por algún proyectil.

Cabe señalar que las clases en las escuelas públicas y privadas, así como eventos culturales y deportivos —entre ellos el partido de futbol entre los Dorados de Sinaloa y los Potros del Atlante— fueron suspendidos de manera inmediata.

Las redes sociales permitieron incluso conocer la dimensión de una situación sin precedente: en múltiples videos se mostró a civiles armados con rifles de alto poder, imágenes con hombres pecho a tierra disparando rifles antiaéreos calibre .50, reservados solo para el Ejército.

Asimismo otros videos mostraron a gente corriendo para ponerse a salvo y automovilistas que quedaron en medio de los tiroteos aceleraron y se refugiaron en gasolineras; imágenes de autos y camiones de carga incendiándose, y tomas captadas desde lo alto de edificios permitieron apreciar columnas de humo por los incendios en una ciudad que parecía zona de guerra.

Medios locales reportaron que los habitantes de zonas como Tres Ríos y Álvaro Obregón describieron un ambiente invadido por el olor a humo y calles semidesiertas, por lo que policías y fuerzas federales se desplegaron en la ciudad y montaron retenes en algunas carreteras de acceso y salida de Culiacán.

La refriega comenzó a disminuir cerca de las 19:00 horas, cuando en redes se divulgaban audios donde los sicarios se pedían entre sí que “dejaran de echar bala” ya que “el patrón” había sido puesto en libertad, situación que de manera escueta confirmaron más tarde autoridades federales.

Según expertos se trató del día más violento en la memoria en Culiacán: los informes extraoficiales aseveran que en un lapso de cuatro horas hubo más de 30 enfrentamientos con soldados y policías estatales en diferentes puntos de la ciudad.

Fue entonces cuando lograron la liberación de Ovidio Guzmán López, a quien su gente trasladó a un lugar desconocido en medio de nuevas balaceras que protagonizaron por toda la ciudad con el fin de ocultar el camino que tomaron los escoltas con el hijo de El Chapo. Y se dice que todavía a media noche se escuchaban balazos en diferentes puntos de la ciudad.

Así, extraoficialmente, la gente del Cártel de Sinaloa habría tomado el control de Culiacán en apenas 15 minutos después de la detención de Ovidio Guzmán y habría tardado unas cuatro horas en lograr su liberación, aunque se señala que la balacera se prolongó durante once horas con dos momentos de intensidad: el primero cuando rodearon la Fiscalía y cerraron puentes y entradas de toda la ciudad, sometiendo a casi cinco horas de balazos a la zona más transitada de Culiacán; y el segundo cuando Ovidio Guzmán quedó libre y desataron otras seis horas de balaceras para distraer a posibles persecutores.

Versión oficial

Cuando ya la noticia de las balaceras en Culiacán inundaba los medios de comunicación y los rumores proliferaban en las redes sociales, cerca de las 18:00 horas de aquel jueves el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo, confirmó en conferencia de prensa la difícil situación que se vivía en la capital sinaloense.

Durazo informó que la detención había sido mera casualidad ya que cuando realizaba un patrullaje de rutina “una patrulla integrada por 30 elementos de la Guardia Nacional y la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena)” habría sido agredida desde una vivienda y al repeler el ataque y detener a los agresores encontraron que entre ellos figuraba Ovidio Guzmán.

Sin entrar en detalles dejó entrever sin confirmar que Ovidio Guzmán fue ubicado y detenido pero posteriormente liberado para evitar más violencia en la ciudad: “Con el propósito de salvaguardar el bien superior de la integridad y tranquilidad de la sociedad culiacanense los funcionarios del gabinete de seguridad acordamos suspender dichas acciones; igualmente tomamos la decisión de trasladarnos a la ciudad de Culiacán para conducir personalmente las acciones correspondientes”.

Sin embargo más tarde, cerca de las 22:00 horas, de manera pública José Luis González Meza, abogado de la familia Guzmán Loera, confirmó la liberación de Ovidio Guzmán al determinar que ya se había tenido contacto “telefónicamente” con el detenido y que se encontraba “bien y en libertad”, lo que efectivamente un día después ratificó de manera oficial el propio Alfonso Durazo.

El presidente Andrés Manuel López Obrador, a su vez, informó que integrantes de su gabinete “tienen la instrucción de informar ampliamente, de no ocultar absolutamente nada, de decir la verdad, para que todos los mexicanos tengan información y sepan qué fue lo que sucedió en Culiacán, Sinaloa”.

Contexto

Los últimos días fueron de verdadera pesadilla para un gobierno que se ha impuesto como meta la pacificación nacional sin recurrir al uso de la fuerza.

El martes 15 de octubre, por ejemplo, el Cártel Jalisco Nueva Generación se atribuyó la emboscada a policías en Aguililla, Michoacán, ataque durante el cual murieron 13 oficiales y otros nueve resultaron heridos.

Al respecto el gobernador michoacano, Silvano Aureoles, advirtió que no habrá impunidad y que fuerzas federales y estatales ya investigan para dar con los agresores, sean quienes sean.

Un día después, el miércoles 16, elementos de la Guardia Nacional fueron atacados en Tamaulipas mientras realizaban un recorrido, por un comando armado integrado por integrantes del Cártel del Noreste, con saldo de cuatro sicarios abatidos, según reportes extraoficiales.

La ola de violencia alcanzó también a Guerrero, donde un enfrentamiento armado entre civiles y elementos del Ejército en Iguala dejó 15 personas muertas, entre ellas un militar, el lunes 14.

Hasta la comunidad de Tepochica se trasladaron ese día elementos de las fuerzas del orden al responder a una llamada que denunciaba la presencia de hombres armados, quienes al notar el operativo agredieron a los elementos de la Sedena, dando como resultado la muerte de un elemento militar, así como de 14 civiles armados, incluyendo a un menor.

Escenarios

Pero fueron los enfrentamientos en Culiacán los que pusieron la cereza en el pastel de la pesadilla de violencia que desató el crimen organizado en el país durante los últimos días y semanas, lo que desató en medios nacionales e internacionales un alud de reflexiones en torno a la actual situación de inseguridad que viven los mexicanos y señalamientos críticos al desempeño de las autoridades encargadas de pacificar a México.

Para el columnista Raymundo Riva Palacio, por ejemplo, la violencia desatada en Culiacán durante más de siete horas no se había vivido desde hace muchos años.

Agrega que el despliegue y poder mostrado por los integrantes del Cártel de Sinaloa al provocar pánico entre la población, controlar la capital sinaloense y liberar al detenido nunca se había visto en una ciudad del tamaño de Culiacán y “nunca imaginamos que esto sucedería en México”.

Al referirse a los recientes episodios de violencia ocurridos en Michoacán, Guerrero, Tamaulipas e incluso en Veracruz, advierte que “la decisión presidencial de no confrontar a los grupos criminales, menos aún combatirlos sistemáticamente, se va a convertir en el misil contra su popularidad y aprobación”.

Riva Palacio puntualiza que el mandatario debe recordar “que hoy los muertos ya no son de los gobiernos anteriores: los muertos son de él, de su gobierno y de su incapacidad para desarrollar una estrategia de seguridad”.

El analista Salvador García Soto afirma en tanto que “el gobierno que decide negociar la paz ante la fuerza de las armas del crimen organizado es un gobierno que se rinde y capitula al sentirse rebasado y derrotado por la capacidad de violencia de los delincuentes”.

Añade que con la entrega del hijo de El Chapo Guzmán “se pasó de un Estado fallido a un Estado rendido y sometido por la capacidad de fuego y desestabilización del narcotráfico”.

Para el periodista Jorge Fernández Menéndez una cosa es la pacificación y otra la rendición. “Una cosa es tratar de implementar una política que reduzca los enfrentamientos violentos y otra someterse a los designios de los grupos criminales”. El analista experto en temas de seguridad sostiene que “las implicaciones de lo ocurrido son difíciles de imaginar de cara al futuro”.

Y recuerda que en el país operan 80 grupos criminales pero solo dos grandes cárteles: el de Sinaloa y el Jalisco Nueva Generación. “Todos los demás, de una forma u otra, gravitan en la órbita de estos, como aliados o como enemigos”.

A su vez el especialista en temas de seguridad y Fuerzas Armadas, Javier Oliva, menciona que “la decisión de dejar libre a Ovidio, hijo de Joaquín El Chapo Guzmán deja un mal precedente en la forma de combatir a la delincuencia organizada”.

Determina que “el problema que puede traer es que otras organizaciones criminales hayan aprendido el modo de operar y esto se convierta en una manera de resistir a los actos de autoridad”.

Sobre si ve un gobierno débil frente a la delincuencia organizada establece: “Más bien yo veo un gobierno con metas imprecisas; creo que no hay claridad en los objetivos y tampoco cómo lograrlos, en la misma medida”.

Argumentos

El viernes 18 el secretario Alfonso Durazo dio una conferencia enCuliacán, donde presidió la reunión del gabinete de seguridad federal junto con el secretario de la Defensa Nacional, general Luis Cresencio Sandoval.

Durazo afirmó que no hubo “falta del Estado de Derecho ni ausencia del gobierno federal con la decisión de liberar a Ovidio Guzmán: de no haberlo hecho hubiera ocurrido un mayor infortunio en la ciudad, contra la población, mucho mayor de lo que ocurrió ayer”.

Declaró sobre las acciones llevadas a cabo: “No buscamos enlutar hogares sino resarcir el desgarrado tejido social. No vamos a regresar al tiempo de masacres generalizadas. Nos enfrentamos agrupos delictivos despiadados y con enorme capacidad de ejercer violencia sin límites”.

El general Sandoval, a su vez, expresó que “los motivos reales que generaron el operativo no fueron circunstanciales sino que la decisión de captura contra Ovidio Guzmán era en apego a una orden de aprehensión con fines de extradición. La acción fue directa para capturarlo en un domicilio donde se encontraba y se desató el enfrentamiento”.

Explicó que las acciones contra Guzmán López fueron accionadas por la policía ministerial militar y la división antidrogas de la extinta Policía Federal, hoy Guardia Nacional, con un total de 35 elementos.

“Entró el personal a la casa y se identificó a la persona; cuando ocurrieron las acciones en la ciudad nuestro personal estaba en la casa; se analizó en el gabinete lo que sucedía y teníamos conocimiento de que el equipo estaba en la casa; se toma la decisión de retirar al equipo y personal para que se presentara; no hubo una detención formal”, comentó Sandoval.

Para los expertos lo ocurrido en Culiacán marcará un antes y un después sobre la forma en que el Poder Ejecutivo debe enfrentar un dilema que atañe a todos los mexicanos: la inseguridad que generan grupos altamente organizados de la delincuencia.

Hay que esperar, señalan los especialistas, que el presidente López Obrador “anuncie durante los próximos días nuevas medidas contra la violencia en el país, porque lo sucedido en Culiacán le robó una de sus semanas de mayor gloria, en la que obtuvo logros tan importantes como la reforma fiscal, la revocación de mandato, la consulta popular, el arranque de la construcción del aeropuerto en Santa Lucía… triunfos que ya no pudo festejar como seguramente había pensado”.

Eso sí, añaden, “el presidente de la República puede presumir de que tomó una decisión difícil y polémica, pero que sin duda evitó un baño de sangre en Culiacán. Una decisión sensible y congruente con su convicción de lograr la paz sin recurrir a la fuerza de las armas”.

Recuadros

Prensa internacional

Diversos medios periodísticos en el mundo calificaron los hechos ocurridos en Culiacán como un indicador de que el actual gobierno de México no logra crear una estrategia efectiva para frenar la violencia.

The New York Times, por ejemplo, indicó que “el operativo fue una gran humillación para el gobierno sobre cómo articular una estrategia de seguridad clara para combatir la violencia récord de México”.

The Washington Post relató lo sucedido en el estado natal de El Chapo haciendo hincapié en las “acusaciones e investigaciones por tráfico de cocaína, metanfetaminas y marihuana” que enfrenta Ovidio Guzmán en EU.

La agencia Reuters, además de presentar una amplia cobertura de la violenta jornada, anunció en primicia mundial que el hijo de El Chapo había sido liberado para salvaguardar a los ciudadanos.

La BBC de Londres destacó la violencia desatada por las células del Cártel de Sinaloa ante la detención de su líder, Ovidio Guzmán, mientras The Guardian retomó las crónicas sobre los “intensos combates en la ciudad de Culiacán”.

The Wall Street Journal hizo eco de las balaceras y agencias internacionales como EFE, AFP y AP realizaron una amplia cobertura de los enfrentamientos.

Otras detenciones

21 de enero de 2008Alfredo Beltrán Leyva, El Mochomo, líder del Cártel de Sinaloa, es detenido por el Ejército en la ciudad de Culiacán.

19 de marzo de 2009Es detenido Vicente Zambada Niebla, El Vicentillo, otro líder del Cártel de Sinaloa.

16 de diciembre de 2009Arturo Beltrán Leyva, apodado El jefe de jefes y líder del Cártel de los Beltrán Leyva, muere en enfrentamiento con militares en Cuernavaca.

30 de agosto de 2010Édgar Valdez, La Barbie, quien pugnaba por el control del cártel de los hermanos Beltrán Leyva, es detenido por la Policía Federal.

5 de noviembre de 2010Ezequiel Cárdenas Guillén, alias Tony Tormenta, quien tomó el mando del Cártel del Golfo después de la detención de su hermano Osiel en 2003, muere en un operativo militar en la ciudad de Matamoros.

7 de octubre de 2012Heriberto Lazcano, El Lazca, líder de Los Zetas, es abatido por la Marina-Armada de México.

15 de julio de 2013Miguel Ángel Treviño, alias Z-40,líder de Los Zetas, es capturado por la Marina en Nuevo Laredo.

17 de agosto de 2013Mario Armando Ramírez, líder del Cártel del Golfo, es capturado por el Ejército en el municipio de Río Bravo, Tamaulipas.

22 de febrero de 2014Joaquín El Chapo Guzmán, líder del Cártel de Sinaloa, es detenido por la Marina en Mazatlán.

9 de marzo de 2014Nazario Moreno, El Chayo, fundador de los cárteles de La Familia Michoacana y Los Caballeros Templarios es abatido por integrantes del Ejército en Michoacán.

1 de octubre de 2014Héctor Beltrán Leyva, del Cártel de los Beltrán Leyva, es detenido por integrantes del Ejército en San Miguel de Allende, Guanajuato.

9 de octubre de 2014Vicente Carrillo Fuentes, líder del Cártel de Juárez, es detenido por policías en Torreón, Coahuila.

27 de febrero de 2015 Servando Gómez, La Tuta, el último de los líderes del Cártel de Los Caballeros Templarios, es detenido por la Policía Federal.