SMART CITIES: EL FUTURO PARA UN MEJOR PLANETA

Las urbes bien planificadas y gestionadas podrían propiciar el crecimiento inclusivo.

Arturo Moncada
Todo menos politica
Foto: Especial
Vasin Leenanuruksa

Por Arturo Moncada y Martha Mejia

De acuerdo con los especialistas el planeta que conocemos cambiará drásticamente durante las próximas décadas, independientemente de si logramos o no los compromisos ambientales. De ahí la necesidad de implementar tecnologías de última generación en las ciudades —ya que para 2050 al menos 70% de la población se reagrupará en ellas.

Bajo esta disyuntiva, y a fin de enfrentar los nuevos retos climáticos y asegurar que recursos y servicios impacten de forma positiva a los usuarios finales, diversas metrópolis en el mundo —incluyendo algunas mexicanas— evolucionan hacia las llamadas smart cities o ciudades inteligentes.

Panorama

Los modelos de desarrollo anacrónicos en las ciudades no responden a las necesidades de la mayoría: casi mil millones de residentes urbanos en el mundo viven en la precariedad, sin acceso a vivienda digna, agua potable o salud pública. Asimismo algunos cambios demográficos, como la caída de la fertilidad y los niveles de envejecimiento de la población, incrementan la demanda de nuevas formas de vivienda y servicios.

Varias metrópolis en el mundo dan ya pasos para mejorar aspectos como movilidad, sustentabilidad, gestión del agua y residuos, pero aún enfrentan grandes retos para alcanzar esta meta. La pregunta ahora es: ¿cómo se transforma una ciudad promedio en una smart city?

Para Gunther Barajas, vicepresidente de Dassault Systèmes, una ciudad inteligente es un sistema de información que se nutre de todo lo que pasa en la metrópoli en temas de movilidad, servicios o seguridad, entre otros, monitoreados con sensores y aplicaciones que permitan conocer, por ejemplo, aspectos sobre el tráfico, algún accidente o un asalto.

También entran temas de construcción y catastro para conocer quién habita o es dueño de un departamento o edificio, datos que permitan implementar registros de concentración demográfica y que dicha información llegue por medio de la tecnología por un lado a personal de gobierno para tomar decisiones de cómo mejorar vialidades, infraestructura, etcétera; y, por otro, a empresarios para decidir dónde les conviene invertir.

Una smart city permite entonces crear escenarios para soportar una decisión que finalmente se traduzca en un impacto positivo en la calidad de vida de las personas.

—¿En México algunas ciudades ya cuentan con algunas tecnologías para movilidad y seguridad: se pueden considerar ciudades inteligentes o smart cities?

—Considero que sí, pero a muy bajo nivel. Una ciudad inteligente es un sistema de información que se nutre de todo lo que pasa en la ciudad y actualmente nos falta mucho por desarrollar.Por ejemplo, sensores en los tinacos para medir la calidad del agua que se consume y la cantidad de líquido que llega para aprovechar el poner filtros y contar con una empresa que ofrezca ese servicio. O sensores que puedan medir cuánto gas queda en un tambo y al mismo tiempo estén conectados con un proveedor que sepa cuándo debe ir a surtir. Además de mayores proyectos de movilidad para estar incentivando y creando vehículos de última milla o eléctricos que ayuden al medio ambiente.

—¿Cuál es el ahorro para una ciudad que se transforma en smart city?

—Con base en información previamente registrada, por ejemplo, sobre la capacidad que se requiere de agua potable, de drenaje, de vías de comunicación, mantenimiento, infraestructura, etcétera, se habilita la toma de decisiones respecto de la carga de trabajo que se demanda en la construcción de un nuevo complejo habitacional: ¿tiene este realmente la capacidad para soportar 100, 200 nuevas familias en ese sector o se requieren adecuaciones? Es más barato tomar decisiones previas, a que se hagan reparaciones o composturas. Ello lleva además a un nuevo tipo de desarrollo.

Retos

Actualmente las ciudades enfrentan una creciente escasez de recursos de todo tipo: naturales, materiales y espacios físicos, entre otros, además de la expectativa de un crecimiento demográfico que haría que dichos recursos fueran aún más limitados.

Eugenia de Grazia, especialista de Programa y Proyectos en ONU Hábitat México y Cuba, indica en entrevista que “por ello es muy importante saber el punto de partida a fin de llegar a resultados precisos. Por ejemplo a través de mediciones que hemos realizado desde 2014 a 2018 detectamos que uno de los principales desafíos de las ciudades mexicanas es que hay un consumo de suelo innecesario: la población crece 2.4% anual pero el consumo de suelo crece 5.4%. Eso significa que se consume mucho más suelo de lo necesario, dos veces más de las necesidades reales de crecimiento de la población. Esto conlleva problemas y consecuencias en términos de cambio climático, transporte, calidad de vida, vivienda…”

La especialista agrega que debido a un mal proyecto urbano hay muchas personas alejadas de la mancha urbana. “Por ende, el acceso y disfrute de la ciudad es limitado, lo que significa que estas mediciones deben tomarse en cuenta dentro de las agendas locales a la hora de la planeación; tener en consideración estos retos y estos desafíos, pero sobre todo afrontarlos”.

De Grazia comenta que las urbes bien planificadas y gestionadas podrían propiciar el crecimiento inclusivo y el desarrollo poco contaminante; en cambio —alerta— la urbanización rápida y sin control agrava problemas como la crisis del clima.

—Además del consumo excesivo de suelos, otro grave problema en las ciudades es el de los residuos sólidos. ¿Cómo beneficia una ciudad inteligente a este tema?

—Es otro tema importante en que trabajar. Las ciudades del mundo producen juntas entre siete mil y diez mil millones de toneladas de residuos cada año. En los países en desarrollo los municipios gastan casi 20% de sus presupuestos en la gestión de esos residuos y asignan 3% al saneamiento; sin embargo es una partida insuficiente para financiar los sistemas básicos de procesamiento. La recolección de residuos sólidos llega a menos de la mitad de los habitantes y 16% de la población urbana carece de acceso a servicios básicos de saneamiento. Sin embargo por medio de sistemas de contenerización los residuos sólidos pueden producir energía que sirve para alimentar el alumbrado público de la ciudad. Ya existe un proyecto en Tuxtla Gutiérrez, por ejemplo.

Con la aplicación de herramientas y sistemas de comunicación e información los espacios urbanos pueden adoptar modelos para mejorar la calidad de vida de sus habitantes, siempre en armonía con el medio ambiente.

Áreas de beneficio que aporta una smart city

Economía

Penetración del uso de las TIC en las empresas.

Promoción económica.

Retención y atracción de talento y fomento a la creatividad.

Apoyo a la iniciativa emprendedora.

Espacios empresariales.

Internacionalización.

Movilidad

Conectividad e infraestructuras TIC.

Acceso público a internet.

Ciudadanía

Educación y formación.

e-Learning.

Formación continua.

Capital humano.

Entorno

Seguridad y confianza.

Cultura e identidad.

Gestión

Calidad de vida.

e-Salud.

Accesibilidad y e-Inclusión.