HACIENDA DE CORTÉS

Cuando triunfó la revolución el caudillo del sur comenzó a repartir las tierras a sus dueños originales.

Redacción
Todo menos politica
Foto: Especial
CARSO

Por Sergio Pérezgrovas

En circunstancias especiales el hecho debe ser más rápido que el pensamiento.

Hernán Cortés

Cuando Hernán Cortés logró conquistar las tierras de México los reyes le otorgaron grandes territorios, además de un título nobiliario que heredó uno de sus hijos, Martín Cortés, el primer criollo de América, como cuenta la historia.

Hernán construyó una hacienda que hoy lleva su nombre, donde se producía azúcar y aguardiente, mejor conocido como ron. Hoy les hablaré de unos sucesos que cambiaron la historia drásticamente de este país.

Resulta que los hacendados tenían como costumbre —además de poder echarse a las novias que vivían en sus terrenos el día de la boda de estas (el derecho de pernada)— la institucionalización de las tiendas de raya, donde los pobres indígenas que trabajaban sus parcelas tenían que comprar lo que producían, los alimentos que consumían, entre otras cosas. Además cuando morían los deudos heredaban la deuda, (del latín debitus: debido), valga la redundancia. De ahí la palabra “deudos”. Y luego con la revolución industrial y la llegada de las máquinas en el siglo XVIII y XIX los terratenientes y dueños de las haciendas que producían grandes cantidades de azúcar empezaron a mover sus linderos, las famosas bardas movibles, porque las máquinas devoraban muy rápido la caña de azúcar que sembraban y necesitaban más y más tierra, una práctica desleal que fue a finales del siglo pasado uno de los muchos factores para que comenzara la Revolución Mexicana en Morelos.

Emiliano Zapata, pese a lo que erróneamente se cree, era un hombre de buenos recursos económicos ya que además de tener tierras contaba con un sinnúmero de mulas que le servían para transportar la caña a los ingenios.

Así que cuando triunfó la revolución el caudillo del sur comenzó a repartir las tierras a sus dueños originales. Hicimos un documental donde ahondamos más en el tema: lo pueden encontrar en az+. Muy bueno (ni modo que diga que está malo).

Morelos, tierras de campesinos

Su amigo, aquel al que le sacó la pistola en su pequeño departamento años atrás, le pidió que lo ayudara con un caso personal. En Morelos había desaparecido su pequeña sobrina y no había manera de dar con ella. Tris habló con su jefe para pedir licencia y poder estar en el estado. Su superior se lo negó pero al salir de su oficina dijo: “Vas por cuenta propia pero encuéntrala”.

Tres días tardó en dar con el cuerpo sin vida. Golpeado, violado y sin ropa. Fue a dar a la cañada, muy cerca de la avenida Chalma. Pasaron tres más cuando apareció una pista. Tris llevaba un machete, no tanto para defenderse como para cortar la maleza, puesto que escuchó que unos “campesinos” habían matado a una menor y la fueron a aventar por el río, lejos de donde cometieron su asesinato. Había dormido poco, casi nada; le molestaba sobremanera el abuso y la violación de menores. Finalmente encontró en una cueva, muy cerca de la hacienda de Cortés, restos de la ropa, sangre y una cadenita de oro que su amigo mencionó con el nombre de ella. Esperó una seis horas, tiempo suficiente para dormir y reponerse. Oyó los pasos de dos personas que traían a otra pequeña. Se agazapó, sacó su bulldog, que usaba solo en casos especiales —él la llamaba su pequeña justiciera de cinco tiros. Venían drogados y borrachos. Eran dos, la niña sollozaba. Tris disparó un tiro certero, limpio, que entró justo en medio de los ojos de uno; el otro sujeto soltó a la muchacha. El detective empuñó el machete y amagó al segundo sujeto. Le puso las esposas y cargó a la pequeña. Arrastró al maleante hasta Jiutepec y lo entregó a las autoridades. Al tiempo supo que en la cárcel los mismos presos lo mataron a mordidas. Entre los reos hay códigos. Su jefe no le pagó esa semana.