EL IMAGINARIO DE LUIS BUÑUEL, EN LA CINETECA NACIONAL

México es el país más buñueliano del mundo.

Hector González
Todo menos politica
Foto: Especial
Foto: Especial

Un recorrido guiado por la voz del propio Luis Buñuel llega a La Galería de la Cineteca Nacional: del 30 de octubre de 2019 al 19 de abril de 2020 la exposición Buñuel en México ofrece una visión introspectiva a las producciones mexicanas de uno de los cineastas más influyentes del siglo XX.

La curaduría realizada por especialistas de la Cineteca Nacional sigue el rastro de textos escritos por el cineasta español. Abarca su llegada a México, la producción de algunos de sus más reconocidos filmes y su vida personal.

Para su realización se contó con el apoyo de la Filmoteca Española, el archivo Héctor y María García, la colaboración de la familia del realizador a través del Luis Bunuel Film Institute en Los Ángeles, así como de varios amigos del artista surrealista, quienes prestaron objetos y fotografías para su exhibición.

A lo largo del recorrido el público se adentrará en las imágenes y en el misterioso imaginario construido por Buñuel a lo largo de las 21 películas de producción mexicana, entre las que destacan Gran casino, Los olvidados, El gran calavera, Susana, El bruto, La ilusión viaja en tranvía, Subida al cielo, Abismos de pasión, Viridiana, Las aventuras de Robinson Crusoe, Nazarín, El ángel exterminador, Los ambiciosos y Simón del desierto.

Dividido en diez módulos el montaje deja ver fotografías en gran formato y más de 300 piezas, entre objetos de utilería, en los que la vida de Buñuel se funde con su obra, sus anécdotas, su visión del cine, sus rigurosas convicciones creativas, sus obsesiones, el erotismo y su gran sentido del humor.

Destacan particularmente fragmentos de cintas restauradas, guiones originales, carteles, fotogramas, programas de mano, recibos de pago e imágenes inéditas del acervo de Juan Luis Buñuel y la Palma de Oro que obtuvo en Cannes por Viridiana —prestada por Silvia Pinal. Además se observan reproducciones de los vestuarios de El Jaibo, Viridiana y Robinson Crusoe.

Se recrea, además, una escena de Ensayo de un crimen, en cuyo centro destaca un maniquí de Miroslava sin una pierna. En el espacio se incluye una nota presuntamente firmada por la actriz y en la que se lee: “Prometo hacer cualquier película con el señor Luis Buñuel sin cobrar sueldo alguno, no importa el tamaño del papel”.

Obsesiones e imaginario

En orden cronológico, y a partir de la fecha de producción de las cintas, el periplo inicia con Gran casino (1947) y llega hasta Simón del desierto (1965). En otro apartado se aborda el impacto en México de Buñuel en los sesenta, así como su relación con los intelectuales Carlos Fuentes y Octavio Paz, además de un grupo de pintores como Alberto Gironella.

Javier Espada, director del Centro Buñuel de Calanda, explica que nuestro país tuvo un lugar primordial en el crecimiento del realizador aragonés. “México fue el país que permitió a Buñuel convertirse en Buñuel, que le acogió y, por mi experiencia personal, es el que demuestra más interés por su cine”.

En diversas ocasiones el realizador español reconoció que la frustración era uno de sus grandes temas. “Burgueses que no pueden salir de una habitación, gente que quiere cenar y todo se los impide, un tipo que desea asesinar pero falla. Es la distancia entre el deseo y la realidad. Intentar y fracasar”: esta es una de las citas retomadas en el montaje.

Espada recuerda que el autor de Los olvidados vivió exiliado en nuestro país durante casi 40 años. “En México su cine gusta, está vivo y llena salas cuando se repone o cuando se habla de él o de sus películas en conferencias. Por este y muchos otros motivos se puede decir que México es el país más buñueliano del mundo”.

Por medio de textos extraídos de entrevistas y anotaciones del director somos testigos de la relación que el artista estableció con nuestro país: “Vine aquí forzado por las circunstancias pero he llegado a querer a México cuando lo he conocido. Por lo pronto, y comparado con el resto del mundo, se respira un clima de libertad, hay paz y puede uno dedicarse a su trabajo sin amenazas ni represalias porque se piense así o asá. ¿No es esto maravilloso? Tiene muchos defectos pero también grandes virtudes. Personalmente en qué nación me hubieran permitido hacer Los olvidados y Subida al cielo. Me he hecho mexicano y pienso vivir siempre aquí”.

Alejandro Pelayo, cineasta y director de la Cineteca Nacional, concluye que el legado de Buñuel se mantiene vivo y concluye: “Al menos dos terceras partes de sus películas son esenciales, no solamente para México sino a nivel internacional”.