1992 Y 2019: ESE DÉJÀ VU

La firma del TMEC apoya y es un gran logro, aunque falta conocer las letras chiquitas.

Katia D'Artigues
Columnas
Foto: Especial
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Por Katia D’Artigues

Si algo afecta a los negocios, querido lector, es la incertidumbre. No ayudaba que faltara parte de las “reglas del juego” en el TMEC que se firmó esta semana.

Apenas el 5 de diciembre, en una reunión con el Consejo Mexicano de Negocios, los empresarios argumentaron ante el presidente que no era tanto que sus inversiones no impulsaran el crecimiento del país sino la incertidumbre y desconfianza que permea a todo nivel.

Dicen que del pastel de inversión la enorme mayoría no la tienen los grandes empresarios —15%, aunque su ejemplo jala—, ni el gobierno —10%, porque ha ido a la baja— o la inversión extranjera —15%, se mantiene y crece un poco— sino 60% de los micro, pequeños y medianos empresarios que temen invertir quizá todo su patrimonio. La firma del TMEC apoya y es un gran logro (aunque falta conocer las letras chiquitas).

Salinas y AMLO


Recordé la firma hace 27 años del entonces TLCAN. El 17 de diciembre de 1992 los presidentes George Bush padre; el primer ministro de Canadá, Brian Mulroney, y el entonces presidente Carlos Salinas firmaron el primer tratado y cada quien lo hizo en su país. Ahora solo AMLO estuvo presente en la firma, que fue en México:

2-ºÀ} gran deferencia.

En 1992 cada presidente firmó en su país y los encargados de las transmisiones oficiales sufrieron por la coordinación vía satélite Ottawa-Washington y el entonces DF.

En 1992, en Ottawa, hubo protestas.

En Washington el discurso tenía muchas referencias a Simón Bolívar (ahora imposible). Bush, republicano, lo firmó e impulsó, pero fue Bill Clinton, quien entonces era ya el presidente electo y lo había cuestionado en su campaña, quien lo aprovechó.

En México, Salinas estaba en los cuernos de la Luna (la firma se hizo en el salón Adolfo López Mateos de Los Pinos ante la crème de la crème mexicana: 600 invitados) pero le faltaba un amargo despertar para cuando entrara en vigor en 1994, ese annus horribilis y definitorio del país.

Faltaba, como hoy, la aprobación de Congresos. Pat Moynihan, entonces líder del Comité de Finanzas de EU, decía: “La democracia y los derechos humanos deben estar incluidos en nuestra política total hacia México”. La preocupación allá eran los bajos sueldos mexicanos. Temas laborales y sindicales, medioambientales, corrupción. Parece déjà vu+ acero y aluminio.

¿Qué hacía AMLO en 1992? Ese año inició el Éxodo por la democracia (vino desde Tabasco a la CDMX) y llegó el 11 de enero al Zócalo. Denunció fraude en las elecciones, tuvo éxito y cayó el gober tabasqueño, Salvador Neme Castillo. Casi seguro conoció a Marcelo Ebrard, entonces secretario de Gobierno del DF. Por supuesto que entonces se oponía al TLC, como lo ha reconocido. Lo hizo por muchos años. Ahora, como presidente, desde julio dijo que no era “racional” desechar lo logrado. Es un hombre inteligente pero quién diría que pasará, también, a la historia como uno de los impulsores de este tratado importantísimo junto con ¡Carlos Salinas!

Recomendaciones olvidadas

El martes fue el Día Mundial de los Derechos Humanos. Un día antes Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos, dio un informe de todas las acciones realizadas en el tema a un año de gobierno. En México hoy vivimos múltiples crisis en esta materia y este gobierno acepta unas que se negaron durante años.

Me llamó la atención que en un momento se aseguró que no había recomendaciones de la CNDH a esta administración (la ombudsperson, por cierto, fue a la mañanera y se aceptaron ya amparos de ex contendientes para revisar su proceso de elección). No es así: en la página de la CNDH consta que se emitieron 99 en este 2019. Es verdad que no todas son sobre asuntos de este sexenio, pero otras sí: por derecho a la salud en el IMSS, temas de migración y derecho a asilo... y la de las estancias infantiles que no se aceptó.