LA ECONOMÍA “CIENTÍFICA”

La economía fue, en sus orígenes, una rama de las humanidades.

Guillermo Fárber
Columnas
Foto: Especial
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Tomados de (resumen mío) http://plata.com.mx/esES/Mas/518?idioma=1:“El positivismo es el método apropiado para establecer verdades físicas con base en la experimentación controlada, pero es totalmente inadecuado para investigar la capacidad innata de los seres humanos de elegir lo que han de hacer, así como la capacidad del ser humano de iniciar acción, sin haber sido movido por un movimiento anterior como causa. Cicerón (muerto en el año 43 aC) tomó nota de esto y dijo que cada ser humano es un primum mobile, ‘un movedor que no ha sido movido’, una característica que los seres humanos compartían con los dioses.

“Los intelectuales de la Revolución Francesa fueron positivistas y sus ideas respecto de la política y la historia eran erradas ya que se basaban en una ciencia inapropiada para el estudio de la política y la historia, el positivismo: eran por lo tanto seudocientíficos y sus ideas respecto del mejoramiento del mundo, de cómo es y tiene que ser, a algo mejor, los identifican como gnósticos. La mayoría de la intelectualidad de Francia era de la opinión que la agudeza del entendimiento positivista que poseían los más eminentes pensadores de Francia seguramente daría por resultado un mundo mejor, si tomaran cartas en el asunto y efectuaran los cambios ‘científicos’ necesarios para erradicar los males que habían aquejado a los franceses desde hacía siglos”.

Creación de “dinero”

“Un ejemplo del desmedido orgullo de los intelectuales franceses fue su intento por crear dinero artificial, de papel: el assignat; esta simulación de dinero creó una pavorosa inflación de precios en Francia. Sus sucesores gnósticos en el siglo XX han seguido sus pasos, pero en escala mundial.

“La economía fue, en sus orígenes, una rama de las humanidades, porque fue el estudio objetivo de la acción humana, es decir, de cómo se comporta el ser humano al escoger para sí entre diversos valores. Los primeros economistas no fueron gnósticos, es decir, no proponían ‘programas económicos’; eran simples observadores de la forma en que se comportan los seres humanos. Uno de los primeros y el más conocido fue Adam Smith por su obra The wealth of nations, en cuyas páginas hizo notar lo que conducía a la prosperidad de una nación: que se dejara a los seres humanos en libertad de actuar, siempre que no dañaran al prójimo. Lo que restringía la acción humana —inclusive la acción de grupos de hombres de negocios que tuviera la intención de restringir la libertad de acción de otros— obstaculizaba la creación de prosperidad general.

“Sin embargo, a partir de principios del siglo XX, la economía como una de las humanidades se convierte paulatinamente en otra cosa totalmente diferente: se convierte en una técnica gnóstica para dirigir la acción estatal a la meta de transformar la sociedad. Esta nueva ‘economía gnóstica seudocientífica’ propone las medidas obligatorias que ha de aplicar el Estado para transformar la actividad nacional, de tal forma que el resultado sea la prosperidad de la ‘sociedad transfigurada’”.