QATAR, ENTRE LA GUERRA Y LA PAZ

¿Por qué este país tiene hoy una oportunidad única para mediar entre Estados Unidos e Irán?  

Lucy Bravo
Columnas
Foto: Especial
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El pasado 15 de diciembre Ivanka Trump viajó a Oriente Medio para promover su iniciativa de empoderamiento económico de las mujeres e hizo una pequeña parada en una base aérea conjunta en Doha, Qatar, para reunirse con las tropas estadunidenses y desearles una feliz Navidad.

“Fue un honor visitar la Base Aérea Al-Udeid, la instalación militar más grande de Estados Unidos en Oriente Medio, para agradecer a los valientes hombres y mujeres que nos mantienen a salvo”, escribió en redes sociales.

“¡Apunten alto, vuelen, luchen, ganen! ¡Dios los bendiga a ustedes y feliz Navidad!”, agregó, sin imaginarse que tan solo 19 días después su padre, Donald Trump, ordenaría un ataque aéreo que acabaría con la vida del comandante de la fuerza de élite Quds de la Guardia Revolucionaria iraní, Qasem Soleimani, hecho que desataría una nueva espiral de tensiones con Irán y abriría un nuevo capítulo de incertidumbre para el mundo entero.

Pero Ivanka no viajó al corazón del Golfo Pérsico únicamente para fotografiarse con las tropas estadunidenses sino también para participar en la edición número 19 del Foro de Doha que, como cada año, convierte a la capital qatarí en el epicentro de la élite política, empresarial y social de la región.

Acompañada por Brian Hook, quien es el enviado de EU para Irán, y por Steven Mnuchin, secretario del Tesoro, la consejera especial del presidente Trump participó en el foro cuyo lema fue “Reimaginar la gobernanza en un mundo multipolar”, pero que en realidad giró en torno de los distintos desajustes que el gobierno de EU ha provocado en el sistema económico y político global.

Entre ellos el conflicto con Irán.

El Davos de Oriente Medio

Para muchos Doha se ha convertido en el Davos de Oriente Medio. Y no es para menos: desde 2000 el Foro de Doha representa una plataforma para el diálogo global sobre temas críticos que enfrenta el planeta entero.

Pero la ambiciosa agenda de Qatar de convertirse en un actor de relevancia internacional y un mediador regional le genera varias dificultades con sus vecinos… mismas tensiones que ahora colocan a este país en una posición única frente a la disputa entre EU e Irán.

La confrontación militar entre estas dos naciones en las últimas dos semanas culminó en la muerte de las 176 personas a bordo de un avión ucraniano derribado por error por un misil iraní, pero las hostilidades están lejos de terminar. Todo apunta a que ambos gobiernos continuarán impulsando su agenda política a largo plazo, sin importar quién resulte víctima del fuego cruzado.

Esta dinámica crea desafíos para los aliados de EU en todo Oriente Medio, quizá para Qatar por encima de los demás, ya que se encuentra en una posición excepcionalmente vulnerable debido a su inevitable enredo en las tensiones iraní-estadunidenses y sus considerables diferencias en política exterior con Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos.

Vecino incómodo

En un corto periodo de tiempo el gobierno que encabeza el emir Tamim bin Hamad al-Zani ha construido una potente relación con EU al alojar la mayor presencia militar estadunidense en Oriente Medio con más de diez mil efectivos ubicados permanentemente en la base al suroeste de Doha.

Pero también ha fomentado un importante acercamiento con Irán y otros adversarios tradicionales de EU.

Qatar ocupa un territorio de once mil 586 kilómetros cuadrados —es decir, una superficie similar a la de la isla de Jamaica— y tiene una población de más de dos millones 639 mil habitantes. Posee una frontera terrestre con Arabia Saudita pero comparte mar con Bahrein, Irán y los Emiratos Árabes Unidos. No tiene ríos ni lagos superficiales y su suministro de agua está enterrado debajo del desierto, que es prácticamente la única característica topográfica del país.

No cuenta con bosques y antes de la era moderna carecía prácticamente de un sector agrícola. Esto hace que el país dependa únicamente del mundo exterior para sobrevivir.

Sin embargo Qatar posee reservas probadas de 885.3 billones de pies cúbicos de gas natural justo debajo de las olas del Golfo en un campo que comparte con Irán. Esto convierte a este pequeño país en el tercer mayor poseedor de gas natural ligero en el mundo y el mayor exportador mundial de gas natural licuado (GNL).

Por ello, desde que comenzó a exportar GNL, Qatar se ha convertido en el país más rico de la Tierra per cápita. En apenas dos generaciones la población qatarí pasó de ser una economía con base en el comercio de perlas a uno de los mayores emblemas de modernidad.

Emir reformador

La reciente transformación de Qatar realmente comenzó en 1995. En ese momento, debido al gasto excesivo del emir Khalifa bin Hamad al-Thani y al agotamiento de las reservas de petróleo de la nación, Qatar estaba en bancarrota.

En respuesta a esta crisis inminente el hijo del monarca, el jeque Hamad bin Khalifa al-Thani, dio un golpe de Estado sin derramar una sola gota de sangre. Mientras su padre estaba de vacaciones en los Alpes suizos el jeque Hamad bin Khalifa le dejó un simple mensaje telefónico: “No vuelvas”.

Desde entonces se introdujeron reformas drásticas en los sectores de educación y cultura, mientras promovía simultáneamente la libertad de expresión. De ahí nacería Al-Jazeera, una emisora con sede en Doha y financiada por el Estado que se ha convertido en el estandarte del poder blando de Qatar en todo el mundo árabe.

Al-Jazeera se caracteriza desde su fundación en 1996 por promover la discusión de temas a menudo desatendidos en la región. Es por esto señalada por diversos gobiernos como la responsable de la expansión de la Primavera Árabe, así como por supuestamente alentar la intromisión interestatal y el extremismo cuando, por ejemplo, en 2001 transmitió videos en los que Osama bin Laden y Sulaiman Abu Ghaith defendieron y justificaron los ataques del 11 de septiembre.

Ante esto desde junio de 2017 Qatar se convirtió en blanco de un bloqueo por parte de Bahrein, Egipto, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos con el objetivo de aislar a la pequeña nación peninsular a través de restricciones de viaje y comercio, así como la suspensión a 90% de sus suministros de alimentos y medicamentos.

Estos gobiernos acusaron a Doha de financiar el terrorismo y enumeraron 13 demandas que incluían cerrar el canal de televisión Al-Jazeera y romper las relaciones diplomáticas con Irán.

Si bien muchos análisis recientes de la región del Golfo se han centrado en las perspectivas de que se levante el bloqueo a Qatar y se resuelva la enemistad de 30 meses con sus países vecinos, desde el punto de vista de Doha las preguntas sobre el futuro de las relaciones en el área son menos urgentes que los dilemas de seguridad derivados de la política estadunidense e iraní.

No hay forma de evitar el hecho de que cualquier país que comparta una relación positiva general con Irán y que también sirva como un aliado militar cercano de EU tenga un equilibrio extremadamente difícil de mantener, especialmente en medio de la impredecible presidencia de Trump.

Y fue precisamente ese el tema central del reciente Foro de Doha. Durante dos días la capital qatarí recibió a más de tres mil invitados, incluidos más de 300 panelistas de 142 nacionalidades y 104 países, que contribuyeron a más de 50 sesiones.

Entre los invitados más esperados se encontraron Mahathir Bin Mohammed, primer ministro de Malasia, quien por cierto recibió el Premio Doha 2019 por su liderazgo; Nayib Bukele, presidente de El Salvador; Tijjani Muhammad-Bande, presidente de la 74 sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, y Ban Ki-moon, antiguo secretario general de la ONU, por nombrar solo algunos.

La perla en el desierto

El nombre de “Doha” proviene de la palabra árabe Ad-Dawhah que significa “El gran árbol”, en referencia a la búsqueda de abundancia de los pescadores que se asentaron en la costa oriental de la península de Qatar.

También se dice que puede ser un derivado de “Dohat”, que en árabe significa “redondez”, en referencia a las bahías que rodean la costa del área.

Sin embargo hoy poco queda de ese pequeño poblado de pescadores en medio del horizonte de imponentes y modernos rascacielos.

La capital qatarí parece surgir en medio de dunas de arena como una feroz fortaleza con kilómetros de desierto a su alrededor. Lo mismo puedes admirar los dhows o barcos tradicionales que se utilizaban para la recolección de perlas meciendo en el agua, que visitar una amplia gama de sofisticados centros comerciales, estadios, hoteles y restaurantes.

Pero es en este territorio desértico que la pequeña nación del Golfo ha encontrado tierra fértil para sus enormes ambiciones. Doha, por lo tanto, se ha colocado como el epicentro de la Visión 2030 de Qatar, es decir, el plan nacional lanzado desde 2008 para transformar al país en una sociedad avanzada capaz de lograr un desarrollo sostenible.

Se ha impulsado rápidamente la inversión en distintos sectores, colocando especial énfasis en el poder blando del deporte a través de, por ejemplo, su exitosa apuesta por organizar la Copa Mundial de Futbol 2022.

A su vez el nuevo Aeropuerto Internacional Hamad, que tuvo un costo de 15 mil 500 millones de dólares y es considerado uno de los mejores del mundo por su diseño y capacidad de recibir hasta 30 millones de pasajeros al año, se ha convertido en un símbolo de apertura mundial.

Pero uno de los pilares más importantes del desarrollo de la nación se encuentra en el Fondo Soberano de Inversión de Qatar, especializado en inversión local e internacional. Con activos de hasta 320 mil millones de dólares esta nación pretende posicionarse como uno de los inversores más poderosos de la región del Golfo y en diciembre pasado dejó muy en claro que está en busca de nuevos acuerdos.

El mundo que viene

Resulta alentador que México participara por primera vez en el Foro de Doha, con la asistencia de la subsecretaria de Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Martha Delgado, para promover una cartera de 147 proyectos de inversión por 43 mil millones de dólares para 2020.

En entrevista Delgado declaró que en estos tiempos “tanto Qatar como México han tenido la necesidad de abrir un intercambio económico estratégico donde las decisiones geopolíticas deben estar al centro y no solo la apertura de mercados”.

No es ningún secreto que ante el contexto actual de la economía global los países emergentes están bajo una cada vez mayor presión para mejorar sus incentivos y capacidades para atraer el tipo de inversiones que Doha ofrece.

“Qatar se percibe a sí mismo como un país muy orgulloso de su herencia islámica y árabe y, sin embargo, con visión de futuro, muy moderno”, aseguró Lulwah al-Khater, vocera del Ministerio de Relaciones Exteriores qatarí.

Ella misma es un símbolo vivo de cómo ha cambiado la condición de la mujer en aquel país en una región del mundo donde históricamente no se ha compartido el poder político con el género femenino.

Las lecciones de Qatar para el mundo son varias. Pero como señaló en entrevista el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, tras clausurar la edición 19 del Foro de Doha: “Nosotros, como latinoamericanos, tenemos que exponer nuestra visión del mundo, porque el mundo avanzará con o sin nosotros. Tenemos que dejar solo de voltear a ver nuestros problemas y participar en la construcción del mundo que viene”.

Ahora, después de este encuentro diplomático, el emir Hamad al-Zani viajó a Teherán para tratar de rebajar la tensión y recurrir al diálogo para superar la actual crisis entre Irán y EU.

Todavía está por verse si el delicado enfoque de las relaciones diplomáticas del gobierno qatarí puede ser la respuesta a la reciente encrucijada que azota a la región o si Irak se convertirá nuevamente en un campo de batalla.

Pero si algo queda claro es que esta pequeña nación del Golfo bien podría marcar la diferencia entre la guerra y la paz en Oriente Medio.