PAGAR EL TREN MAYA

Se muestra un inquietante desconocimiento del costo de oportunidad.

Sergio Sarmiento
Columnas
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Ilustración

El presidente Andrés Manuel López Obrador ha decidido no incluir inversión privada en el proyecto del Tren Maya, como se había planteado, porque generaría intereses que elevarían el precio total del proyecto. “Costaba muchísimo”, con pagos a “30 o 40 años”, dijo: “Esos fueron inventos de los tecnócratas”.

La solución ha sido invertir dinero público al contado para un proyecto que, según él, podría costar unos 150 mil millones de pesos, aunque los especialistas consideran que sería mucho más. “No habrá deuda, será con dinero público, no es el contrato para estar pagando como el avión (presidencial), que además de que cobraban por la obra, cobraban intereses elevadísimos y una obra que podía costar 500 millones terminaba costando cinco mil millones. Esto lo crearon los tecnócratas de Hacienda, hospitales que todavía se están pagando”.

El proyecto le parece fácil al presidente. “Ya tenemos los fondos —dijo—. En efecto, se van a destinar los fondos que se destinaban a la promoción turística. Se cobra un impuesto a los turistas, los no residentes. Ese impuesto en 85% se utilizaba para el fomento turístico, o supuestamente para el fomento turístico, y 15% para la migración”. Pero “no se utilizaba para el fomento al turismo sino para entregar publicidad a medios de comunicación. Por eso se decidió que se iba a utilizar para el Tren Maya”.

Costo

Aclaremos las cosas. La promoción turística obliga a comprar publicidad. Una mercancía se promueve usualmente con anuncios en los medios. Los productores de bienes comerciales lo saben bien y por eso compran publicidad. Si queremos que el turismo mexicano siga creciendo, cometemos un error si no lo promovemos entre los posibles consumidores.

Por otra parte al presidente le gustan las cuentas alegres. Dice que el impuesto al turismo es de ocho mil millones de pesos al año, “pero va a ir subiendo porque afortunadamente van a estar llegando más turismo” (sic). No es tan claro, sin embargo, que aumentará el turismo si no hay promoción. Los ingresos del ya eliminado Consejo de Promoción Turística alcanzaron en 2018 un total de cuatro mil 890 millones de pesos, no los ocho mil que dice el mandatario. Para completar los 150 mil millones de pesos del Tren Maya falta mucho todavía.

La iniciativa privada podría haber participado construyendo el tren y cobrando los pasajes en una concesión hasta cubrir la inversión y una utilidad razonable, pero para eso el proyecto tendría que haber sido rentable y no lo será. El gobierno consideró por eso una asociación público-privada, una APP, pero esta tendría que alargarse tanto, por la baja rentabilidad, que efectivamente los costos se dispararían por el pago de intereses, no abusivos sino de mercado. La decisión de hacer la inversión directamente con dinero público muestra, además, un inquietante desconocimiento del costo de oportunidad. Un pago hoy representa una cantidad mucho mayor con el tiempo. Esto es lo que no entendió Manuel Bartlett al renegociar los contratos de los gasoductos de la CFE a un precio nominalmente menor, pero mayor al alargar el plazo. Es el problema de tener gente sin conocimiento en la toma de decisiones.

Los ciudadanos tendremos que pagar un costo enorme por un proyecto destinado a perder dinero. Estamos sacrificando no solo toda la inversión en promoción turística del país sino también medicamentos y servicios sociales que antes se cubrían con impuestos. No es una decisión ni de izquierda ni de derecha. Es simplemente tonta.