A LOS ARTISTAS

Los artistas no somos seres ajenos al mundo

Juan Carlos del Valle
Columnas
Yo mero V. Óleo sobre lienzo, 60x50 cm.
Juan Carlos del Valle

Cuando me preguntan sobre cuándo y cómo elegí mi profesión respondo que más que una profesión el arte es una manera de vivir, y más que una decisión es un llamado que no es posible ignorar, puesto que se origina en una voz interior, una necesidad creativa, una fascinación con el arte mismo. Y es un llamado que se parece al canto a la vez irresistible y peligroso de las sirenas, ya que el camino del artista no es en absoluto fácil y es recorrido a pesar de abundantes trampas, prejuicios y obstáculos de todo tipo. Caminarlo requiere no solo de la consabida vocación sino de una voluntad de hierro. En ese sentido, creo que el arte escoge a los artistas y no al revés.

Es por eso que a menudo me pregunto: si los artistas llegan al arte desde ese lugar de inevitabilidad, determinación, necesidad interior y resistencia, ¿por qué tantos se desvían y acaban tan lejos de lo que los llevó allí en primer lugar?

Ante las interminables manifestaciones de violencia, miseria, destrucción e injusticia que plagan el mundo actualmente y frente a la epidemia de soledad crónica, egoísmo y consumismo compulsivo que caracteriza a nuestra era, el papel que nos toca a los artistas es más necesario y relevante que nunca.

El artista que elige sustraerse del mundo donde le tocó vivir o el que vende la autenticidad de su propia voz y doblega sus creencias ante un sistema a cambio de dinero, fama, relaciones públicas o modas pasajeras, está desperdiciando una oportunidad única al corromper la capacidad subversiva del arte, renunciando a su sentido fundamental y traicionando el llamado inicial y natural que lo hizo artista. Así, entonces, la primera responsabilidad del artista es consigo mismo y su propia integridad.

El arte ha demostrado ser a lo largo de la historia un canal extraordinario de transformación. El arte ha cambiado opiniones, ideologías y creencias, abriendo las puertas a ideas antes desconocidas y rompiendo paradigmas que parecían inamovibles. El arte ha instigado revoluciones espirituales y militares y también ha sido principio de la paz más absoluta. El arte es donde se deposita la memoria de la humanidad, ha roto barreras de tiempo y espacio, conectando a personas y culturas de diferentes épocas y lugares. El arte ha dado voz a los que no la tienen. El arte no es agente pasivo sino activo. El arte tiene el increíble potencial de sanar este mundo herido.

Trabajo

Y los artistas no somos seres ajenos al mundo sino que estamos inmersos en él y por ello somos responsables, inexorablemente, de ser vehículo del arte, de permitir que sea y que haga lo suyo. El mundo necesita artistas valientes, comprometidos con la misión de poner su creatividad y sensibilidad al servicio de la bondad, la justicia y la libertad. El mundo necesita artistas que sean héroes y no víctimas e instrumentos de un sistema que les dice qué hacer, qué pensar y qué sentir. El mundo necesita artistas que no estén envenenados por la ambición, la envidia, el materialismo y el rencor. El mundo necesita artistas generosos, conscientes de la oportunidad y privilegio de poder generar un verdadero cambio desde su obra.

Oscar Wilde decía que la vida imita al arte mucho más que el arte imita a la vida. ¿Estamos haciendo de nuestro trabajo algo que vale la pena imitar?