LAS CAPACIDADES MILITARES DE MÉXICO (I/II)

La inevitable condición geopolítica de nuestro país demanda Fuerzas Armadas con capacidades disuasivas.

Javier Oliva Posada
Columnas
Foto: Especial
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Como cada fin y principio de año diversas publicaciones y centros de estudio especializados en temas de defensa, seguridad e inteligencia dan a conocer mediante rigurosos procesos y métodos de comparación tanto el desarrollo y balance de conflictos de carácter bélico como de los efectos causados en las sociedades por el terrorismo y las actividades criminales en general.

Nuestro país, de manera desafortunada y por lo menos desde 2004, viene siendo incluido en las listas donde la violencia se convierte en una variable de análisis permanente.

Así que para hacer frente a una posible desestabilización generalizada del país las autoridades deben y se ven obligadas a recurrir a las Fuerzas Armadas e incluso a militarizar las policías a nivel nacional, para poder encarar un creciente antagonismo como es el crimen organizado y común.

En sentido estricto, y en proporción a las dimensiones de dichos antagonismos, los sucesivos gobiernos a nivel federal, sin distingo de partido y orientación ideológica, han sido constantes en no corresponder de manera proporcional a las exigencias hechas tanto a las Fuerzas Armadas como a su personal.

Por ejemplo el anuario 2020 de la prestigiada revista inglesa The Economist ubica a Colombia en el lugar número 19 en la tabla mundial en cuanto a porcentaje del PIB destinado al gasto de defensa, con 3.2%, lo que le hace el país latinoamericano que más recursos destina a ese sector. En contraste México invierte 0.5%, ubicándose en el penúltimo lugar de dicha lista, solo superado por Guatemala con un raquítico 0.4 por ciento.

De forma análoga se puede observar cómo el estamento civil, por diversas razones, no ha correspondido con leyes y presupuesto a las crecientes necesidades de las Fuerzas Armadas ante la diversificación y complejidad de sus misiones, responsabilidades y tareas coyunturales, que con el paso del tiempo se convierten en actividades permanentes; por ejemplo la confrontación a las bandas delictivas dedicadas al robo de combustibles o la vigilancia en los aeropuertos.

Requerimientos

Se trata de un escenario inercial, y por lo tanto incontenible, que ha venido repercutiendo, por un lado, en las relaciones civiles-militares; y, por otro, en cuanto a los contactos con la sociedad abierta por parte de los integrantes de las Fuerzas Armadas.

Esas dos variables tienen efectos tanto en la constante actualización de la doctrina militar como en el adiestramiento y equipamiento del Ejército, la Fuerza Aérea y la Marina-Armada de México.

Un caso muy visible es la enseñanza y estudio de los derechos humanos en todos y cada uno de los planteles educativos e instalaciones militares del país; en la medida de la permanencia de las Fuerzas Armadas en labores de apoyo a la seguridad pública, han debido adoptar medidas y adaptar la formación de cada profesional de las armas.

Por la inevitable condición geopolítica de nuestro país se requieren Fuerzas Armadas con capacidades disuasivas ante las naturales hipótesis de conflicto y las necesidades de cumplir con misiones establecidas por ley en cuanto a seguridad interior, seguridad nacional y defensa exterior. Por eso establecer algunos criterios comparativos con otras Fuerzas Armadas, países y dinámicas, con criterios de medición internacionales, contribuye a tener un debate menos prejuiciado y más objetivo. Más aún en este mes de febrero, que contiene la mayor cantidad de efemérides civiles militares del año.

Continuaremos con este tema.