NIÑOS SOLDADO, EL HORROR DE LA GUERRA

Unos 415 millones de niñas y niños de todo el mundo vivían en zonas de conflicto en 2018.

Arturo Moncada
Política
Foto: Especial
ARP

Víctimas inocentes de las atrocidades de la guerra los niños soldados viven una dura realidad al verse obligados a participar en conflictos armados sin opción de decidir. Según cálculos conservadores actualmente existen unos 300 mil infantes armados que intervienen en el marco de cerca de 17 confrontaciones bélicas alrededor del mundo.

Estos niños son además blanco de un sinnúmero de violaciones de sus derechos humanos que van desde la coacción, las amenazas y el secuestro para obligarlos a alistarse; los malos tratos físicos y sicológicos —como métodos de instrucción y adoctrinamiento que incluyen golpes, torturas, abusos sexuales, obligación de cometer actos de barbarie— los pueden llevar hasta la muerte a consecuencia de enfermedades, heridas de guerra o como represalia por parte del propio grupo armado por incumplir una orden o intentar desertar.

Bajo este contexto, con el objetivo de visibilizar a todos los niños víctimas de ese flagelo y concientizar la protección de los infantes, el 12 de febrero las Naciones Unidas conmemora el Día Mundial contra el Uso de Niños Soldado.

Violencia

De acuerdo con el último informe de Save the Children, Alto a la guerra contra la niñez, los conflictos bélicos se están intensificando y son cada vez más fatales para niñas y niños que viven en zonas de guerra.

La investigación reveló que unos 415 millones de niñas y niños de todo el mundo vivían en zonas de conflicto en 2018. Sin embargo la cantidad de violaciones graves —entendidas como los peores crímenes que puedan cometerse contra la niñez— aumentaron significativamente. Esto refleja que las niñas y los niños que viven en zonas de conflicto están expuestos a una mayor probabilidad de ser asesinados o mutilados, reclutados, secuestrados, abusados sexualmente, que sus escuelas sean atacadas, o se les niegue el acceso a la ayuda.

La directora de Save the Children International, Inger Ashing, señala: “Es escalofriante que el mundo permanezca inmóvil mientras las niñas y los niños son blanco de ataques impunes”. Ashing agrega que “desde 2005 se han registrado al menos 95 mil muertes o mutilaciones infantiles, decenas de miles de niñas y niños han sido secuestrados, y se les ha negado el acceso a la educación o a los servicios de salud a millones de niñas y niños, cuyas escuelas y hospitales fueron atacados”.

El estudio indica que las niñas están mucho más expuestas que los niños a ser víctimas de abuso sexual o forzadas al matrimonio infantil. El 87% de los casos de violencia sexual verificados involucró a niñas, mientras que 1.5% fueron perpetrados contra niños. Somalia y la República Democrática del Congo fueron los países más peligrosos para las niñas.

Entre 2005 y finales de 2018, agrega el documento, hubo casi 20 mil casos verificados de violencia sexual contra niñas y niños. Asimismo en 2018 la violencia relacionada con los conflictos hizo que al menos doce mil 125 niñas y niños resultaran muertos o heridos; la cifra es 13% superior a la del año anterior.

Por otro lado los niños estuvieron mayormente expuestos a los asesinatos y las mutilaciones, los secuestros, y los reclutamientos por parte de fuerzas o grupos armados.

La crudeza del informe para María Josefina Menéndez, directora en México de Save the Children,“muestra no solo que la niñez en zonas de conflicto está sufriendo las violaciones más graves y atroces sino también que las niñas y niños sufren de manera distinta las consecuencias de la guerra”.

Agrega que “debemos poner fin a la guerra contra la niñez y para eso se necesita que los gobiernos coadyuven con acciones y recursos para ayudar a la protección y recuperación de las niñas y los niños”.

Zona de guerra

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) denunció que año con año los conflictos armados se agigantan especialmente en las regiones más vulnerables y en al menos 17 países o territorios grupos armados o ejércitos aún continúan reclutando a niños para implicarlos en tareas de combate o cometer todo tipo de abusos sobre ellos, en contra de la normativa internacional y de los principios más básicos de los Derechos Humanos.

Ejemplo de ello, señala la UNICEF, son países como Perú donde hace algunos años se informó del descubrimiento de los “pioneritos” —niños de entre seis y siete años que pertenecían a las filas de Sendero Luminoso, hoy llamado Nuevo Ejército.

Si bien se conocía del reclutamiento de estos niños no se sabía que muchos de estos nacían ya en cautiverio por madres también secuestradas. El especialista en temas de narcotráfico y terrorismo Pedro Yaranga comenta que “estos niños inician las acciones armadas a la edad de tres años, cuando son separados de sus madres, luego continúan en capacitación primero llevando agua y leña, posteriormente enfrentamientos tácticos y por último a los doce años son incorporados a las guerrillas y a los 15 ya forman parte de los grupos que atacan a la policía y al ejército”.

En México, hace unas semanas, 19 menores de entre seis y 15 años encabezaron una marcha de autodefensas de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias y Pueblos Fundadores (CRAC), en Guerrero, para protestar por el asesinato de diez personas en Chilapa a manos de grupos del narcotráfico. Los menores que marcharon con el rostro cubierto y empuñando fusiles oxidados fueron capacitados para el uso de armas en una entidad que tiene 54% de su población sin la educación básica terminada.

Tras las imágenes de los niños soldado el gobierno de Guerrero pidió a la CRAC respetar los derechos humanos de los menores, quienes luego fueron desarmados.

No obstante la marcha demostró lo fácil que es reclutar infantes para cuestiones bélicas, sea cual fuese la causa, indica la UNICEF.

Otro ejemplo es Colombia, que cuenta con el triste récord de los niños en guerra. En los 61 años de conflicto armado el Centro Nacional de Memoria Histórica de ese país estima que 17 mil 778 niñas y niños fueron reclutados por la guerrilla, los paramilitares y las fuerzas de seguridad gubernamentales. Pese al acuerdo de paz firmado entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el gobierno colombiano en 2016 se sabe que el reclutamiento de niños sigue siendo una dura realidad.

Y es en África donde la problemática de este flagelo se presenta con mayor crudeza.

En el norte de Uganda el Ejército de Resistencia del Señor (LRA, por sus siglas en inglés) lleva 20 años combatiendo contra el gobierno de su país. El grupo mantiene bajo terror a la población civil y ha cometido atrocidades. Ya que carece de apoyo popular el LRA ha secuestrado a cerca de 30 mil niños para llenar sus filas, arrancándolos de los hogares, de escuelas y de campamentos de desplazados. El grupo emplea tácticas brutales para exigir obediencia, y obliga a los niños a cometer atrocidades para romper los lazos con sus comunidades de origen y matar a otros niños por desobedecer las órdenes o tratar de escapar.

En Myanmar —donde se considera está el mayor número de niños soldado del mundo— los reclutadores usan la coerción y las amenazas para obligar a los jóvenes a alistarse, a menudo diciéndoles que si se niegan les espera la detención y la cárcel.

En Sri Lanka los Tigres Tamiles llevan más de dos décadas luchando contra el gobierno. Aunque muchos niños son coaccionados para sumarlos a las filas otros se presentan voluntarios, porque consideran que es su deber unirse a la lucha por un Estado independiente para la minoría étnica tamil, o porque han sido testigos de los abusos contra los derechos humanos cometidos por las fuerzas gubernamentales contra integrantes de su familia.

Defensa

Si bien en los últimos años se ha avanzado acerca de la protección jurídica internacional de los niños contra estas terribles prácticas de reclutamiento infantil para la guerra, puede observarse que aún falta mucho por hacer.

En 2002 se puso en práctica el Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño, relativo a la participación de los niños en conflictos armados. Entre otros puntos el protocolo prohíbe la participación de niñas y niños menores de 18 años en las hostilidades, y supone un aumento de la edad mínima previa de 15 años que se había establecido en la propia Convención y en las Convenciones de Ginebra de 1949 y sus Protocolos adicionales de 1977.

En julio de 2002 se alcanzó otro hito cuando se puso en vigor el Estatuto de la Corte Penal Internacional, donde se considera un crimen de guerra la leva, el reclutamiento o la utilización de menores de 15 años en las hostilidades por parte de las fuerzas armadas nacionales.

De manera positiva en los últimos años decenas de miles de niños se han desmovilizado de los grupos armados a medida que terminaban los conflictos y se alcanzaban acuerdos de paz en países como Sierra Leona, Liberia y Angola. Sin embargo los programas de ayuda y de reinserción a la sociedad son demasiado escasos y a menudo ofrecen poca ayuda.

En Myanmar prácticamente no hay programas para ex niños soldado, e incluso se les pide a las ONG que operan al otro lado de la frontera, en Tailandia, proporcionar estos servicios.

En la República Democrática del Congo la Coalición para Acabar con el Uso de Niños Soldado informó que la mala planificación, la mala gestión y la escasa financiación habían dejado casi a la mitad de los 30 mil ex niños soldado sin ayuda para la reinserción cuatro años después de que se pusiera en marcha el programa.

Para las Naciones Unidas la lucha contra el uso de niños soldado es una prioridad.

El Consejo de Seguridad de la ONU subraya la importancia de la rendición de cuentas de todas las violaciones y abusos contra la infancia en conflictos armados.

Inger Ashing advierte que “la muerte de niñas y niños continuará, a menos que todos los gobiernos y las partes en conflicto actúen ahora mismo para hacer valer las normas y los estándares internacionales, y para lograr que los perpetradores respondan por sus crímenes”.

Secuelas de un niño soldado

Físicas. Pueden ser causadas por la propia batalla o ser fruto de las torturas y abusos por parte de sus jefes. Muchos niños son mutilados, sufren desnutrición o incluso enfermedades de transmisión sexual. En el caso de las niñas muchas quedan embarazadas por abuso sexual.

Traumas emocionales. El hecho de haber presenciado actos de violencia terribles o tener que cometerlos directamente les puede atormentar si no se les da apoyo sicológico. Muchas veces el primer acto que les obligan a cometer es matar a sus padres para romper el vínculo familiar.

Dificultad de salir de la espiral de violencia y volver a casa:

a) Porque pasan en el grupo o fuerza armada los años en los que desarrollan su personalidad, y aprenden a convivir en un entorno jerárquico y de violencia.

b) Porque no saben dónde está su familia y comunidad y cuando por fin se encuentran a veces la familia los rechaza por su pasado ya que tienen miedo a que los ataquen o no aceptan a las niñas cuando vuelven con hijos que han tenido durante su ausencia.

c) Porque no han podido ir a la escuela y esto hace que sus oportunidades de un futuro mejor se reduzcan enormemente.

Fuente: UNICEF