LOS FEMINICIDIOS

Cada grupo político busca llevar agua a su molino.

Sergio Sarmiento
Columnas
Foto: Especial
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Los homicidios han venido creciendo de manera muy importante en México pero los feminicidios lo han hecho a un paso más acelerado. Según el fiscal general Alejandro Gertz Manero esta figura ha tenido un aumento de 137% desde 2012, ante un alza de 35% de todos los homicidios, incluyendo los de mujeres.

Para el fiscal esto es consecuencia de una tipificación extremadamente compleja del crimen, la cual ha hecho difícil para los ministerios públicos lograr el castigo de los responsables.

Es por eso que Gertz propuso perseguir este delito como homicidio calificado, con las agravantes que se requieran. La propuesta, que no se formalizó hasta ahora en una iniciativa concreta, es rechazada por los grupos feministas, que consideran importante mantener la figura de feminicidio porque este delito es significativamente diferente al homicidio de un hombre y porque ayuda a “visibilizar” la naturaleza del crimen y los derechos de la mujer.

México sufre una fuerte oleada de violencia. Tan solo en 2019 el país registró 34 mil 582 homicidios, de los cuales 10% fueron de mujeres. No todos fueron feminicidios ya que esta figura requiere de ciertas condiciones, en particular que la agresión se realice por motivos de género. La muerte de una mujer por otra mujer no puede ser, por definición, un feminicidio. Aun así cada día se registran en nuestro país diez feminicidios en promedio.

Algunos llamaron poderosamente la atención en los últimos tiempos. Quizá los más sonados han sido el de Abril Pérez en noviembre de 2019 y los de Ingrid Escamilla y la niña Fátima en febrero de 2020. Estos actos de violencia impulsan movilizaciones de grupos feministas que resultan en actos de vandalismo.

Estereotipos

Cada grupo político busca llevar agua a su molino. El presidente López Obrador afirma que el neoliberalismo es el responsable de la violencia. Otros responsabilizan al gobierno actual o al fiscal general de la violencia. Las líderes de las manifestaciones buscan visibilizarse políticamente y cuando el presidente cuestiona que pintarrajean los muros o puertas coloniales del Palacio Nacional ellas responden diciendo que al mandatario le interesan más las puertas que las mujeres.

En este perverso juego político lo importante es no olvidar el daño que los feminicidios y otras formas de violencia contra la mujer causan a la sociedad. El tema no debería ser cuestión de dogmas. Deberíamos estar buscando como sociedad formas de disminuir o eliminar las agresiones a mujeres.

Ni las manifestaciones ni el vandalismo de monumentos públicos ayudan a resolver este problema. Tampoco la falta de empatía por parte de los políticos que consideran que sus causas favoritas, como la rifa de un avión, son más importantes que las muertes de mujeres. La única y verdadera cura de la violencia es la erradicación de la impunidad.

Si hay una causa que debería unirnos a todos es esta. Los grupos políticos no deberían rechazar por dogma propuestas prácticas que puedan reducir la impunidad. Debemos también combatir los estereotipos culturales que hacen pensar a los hombres que tienen derecho a hacer lo que quieran con el cuerpo o la vida de una mujer. Esto es algo que se debe trabajar desde la escuela.

El tema de la violencia contra las mujeres nos obliga a escuchar y aprender. Desafortunadamente vivimos en un país en el que nadie quiere atender razones y todos pretenden impartir cátedra y dogmas desde sus tribunas políticas.