EUROPA Y OCDE QUIEREN MAYORES IMPUESTOS PARA LAS TECNOLÓGICAS

Tres mil 900 millones de personas en el mundo siguen sin acceso a la red.

Redacción
Política
Foto: Especial
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Por Claudia Luna Palencia

En el último quinquenio la Comisión Europea ha insistido reiteradamente en la necesidad de reformular los convenios de fiscalidad en el mundo ya que algunos datan desde 1920 para regular las relaciones económicas derivadas de actividades internacionales y, obsoletos, han perdido vigencia superados por la creciente realidad de la economía digital.

El órgano de gobierno de la Unión Europea denuncia hoy las enormes disparidades entre los impuestos que paga una compañía con un modelo de negocio convencional o tradicional en Europa, con una tasa media de 23.5%, respecto de una tecnológica con un modelo de negocio digital, con un tipo promedio de 9.5%, lo que para la UE debe reformularse lo más rápidamente posible.

La expansión de la sociedad de la información, primero con base en la utilización de las redes sociales y después detonando el comercio online dando surgimiento a la tendencia del marketing y la publicidad en línea, ha significado un parteaguas no solo en la forma tradicional de hacer economía sino generando nuevos modelos de negocios: la presencia física deja de tener relevancia.

Son claras las implicaciones: el mercado está penalizando a las empresas que no tienen un sitio web que facilite al consumidor hacer una reserva, pagar por un servicio o adquirir una mercancía.

Las grandes compañías tecnológicas son las que precisamente aprovechan el enorme tirón de la economía digital: la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) señala que llegarán a generar 15.5% del PIB mundial antes de 2022.

A la fecha ya hay multinacionales con un tamaño económico equiparable o superior al de la generación de la riqueza anual de diversas naciones del mundo.

De acuerdo con información de Forbes cinco son las multinacionales más grandes del orbe por valor de capitalización bursátil: Microsoft con 769 mil 325.76 millones de dólares; Apple con 733 mil 568.64 millones; Amazon con 719 mil 727.68; Alphabet con 708 mil 780.8, y Berkshire con 492 mil 548 millones de dólares.

Sumando el valor de capitalización de estos cinco gigantes, además todos estadunidenses (cuatro dedicados a la tecnología menos Berkshire, que es un gestor de inversiones), aglomeran la exorbitante cantidad de tres billones 423 mil 950.88 millones de dólares.

Una cifra que según datos recabados del Factbook de la CIA 2019 equivaldría a toda la riqueza anual generada por el PIB de 23 países del mundo, entre los que se encuentran Groenlandia, Belice, Andorra, República Centroafricana e Islas Caimán.

Se presume que tan solo es el principio del poderío de la economía digital. En su caso la Conferencia de Naciones Unidas Sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) advierte que seguirá evolucionando “a una velocidad vertiginosa”.

En el Informe sobre la economía digital elaborado por el organismo adscrito a la ONU se recopila que el tráfico mundial a través del Protocolo de Internet (IP) usado para el flujo de datos “pasó de unos 100 Gigabytes (GB) al día en 1992 a más de 45 mil GB por segundo en 2017”.

Y eso que el mundo, apunta, “solo se encuentra en los principios de la economía basada en datos; se prevé que para 2022 el tráfico IP mundial alcance los 150 mil 700 GB por segundo, alimentado por un número cada vez mayor de personas que se conectan por primera vez y por la expansión del Internet de las Cosas”.

Respecto del número de personas con acceso al universo digital, Internet World Stats afirma que tres mil 900 millones de personas en el mundo siguen sin acceso a la red; sin embargo de cara a 2030 se anticipa una expansión de entre 18 y 25% en los grupos de población hasta el momento excluidos y para 2050 la brecha digital se reducirá a la mitad.

Internet y el nuevo modelo de negocio

En su panorama general el Informe sobre la economía digital de la UNCTAD analiza que en la última década por todo el mundo ha emergido “una plétora de plataformas digitales” que usan modelos de negocios con base en los datos y que “han alterado a su paso las industrias tradicionales”.

El poder de las plataformas “se refleja en el hecho de que siete de las ocho empresas más importantes del mundo por capitalización bursátil utilizan modelos de negocio con base en plataformas”, destaca el organismo.

Las plataformas digitales permiten usar los mecanismos para interactuar en línea. En el caso de las plataformas de transacción (mercados de dos o más vías con una infraestructura en línea) son el modelo de negocio de las grandes empresas digitales y que generan mayores ganancias, como acontece con Amazon, Alibaba, Facebook y eBay.

Cuando se analiza la geografía económica de la economía digital, la UNCTAD específica que a diferencia de la economía tradicional no es notoria la línea divisoria entre el norte y el sur que tanto análisis ha provisto a la literatura económica al abordar las brechas en la generación de la riqueza y en los programas de desarrollo.

“La economía digital está liderada de manera sistemática por un país desarrollado y otro en desarrollo: Estados Unidos y China representan 75% de todas las patentes relacionadas con las tecnologías de cadenas de bloques, 50% del gasto mundial en el Internet de las Cosas y más de 75% del mercado mundial de la computación en la nube dirigida al público”, refiere la UNCTAD.

No obstante dicho potencial de EU y China, con sus respectivas multinacionales poderosas en el renglón de la tecnología, todavía va más allá porque significa 90% de la capitalización de mercado “de las 70 plataformas digitales más grandes del mundo”.

Solo siete “superplataformas”, entre las que se encuentran Microsoft, Apple, Amazon, Google, Facebook, Tencent y Alibaba, representan dos tercios del valor total del mercado.

Mukhisa Kituyi, secretario general de la UNCTAD, revela que en 2017 el valor general de las empresas con una capitalización bursátil mayor a los 100 millones de dólares y que utilizan las plataformas digitales globales ascendió a más de siete billones de dólares.

“Por ejemplo Google acapara alrededor de 90% del mercado de búsquedas en internet; Facebook representa dos tercios del mercado mundial de los medios sociales y es la principal plataforma de medios sociales en más de 90% de las economías del mundo, y Amazon tiene una cuota de casi 40% de las ventas minoristas en línea del mundo”, destaca el ejecutivo.

Y de China los números son igualmente considerables, con WeChat con más de mil millones de usuarios activos; y Alipay, de Alibaba, prácticamente dominando el sistema de pagos móviles en el gigante asiático.

Que paguen más impuestos

Además de la Comisión Europea casi todos los organismos internacionales refieren al poderío de las empresas de la tecnología y al mismo tiempo su implicación global. Así la ONU, la OCDE, el FMI y el Banco Mundial examinan la necesidad de modificar no solo la vigencia de las leyes de fiscalidad internacional imperantes sino también los esquemas de protección para los usuarios de los servicios digitales y los consumidores online; y la delimitación, en cuanto a responsabilidad, de las redes sociales en la difusión y propagación de mensajes, contenidos o videos que constituyan un delito.

Desde el seno de la OCDE, en París, Pascal Saint-Amans detalla que el organismo internacional que dirige José Ángel Gurría propone que este año se ponga en marcha “un impuesto unificado sobre los gigantes de la tecnología” que tenga un carácter global con base en un gran acuerdo político según el consenso entre 134 países.

“Si el G-20 y otros países aceptan negociar sobre esta base podremos avanzar muy deprisa hacia un acuerdo político. Lo decisivo es que haya una verdadera negociación con ganas de concluirla de cara a junio o julio de 2020; esperamos una dinámica bastante positiva aunque el tema es complicado”, asevera Saint-Amans.

Por su parte Gurría considera que la celeridad en llegar a un amplio acuerdo global es relevante para “evitar el riesgo de que otros países tomen medidas unilaterales” dando lugar a consecuencias negativas en momentos de tibieza en el ritmo de la economía mundial.

¿En qué se basa el borrador elaborado por la OCDE para fijar las nuevas bases de la fiscalidad global? Uno de sus apartados esgrime que en la era digital la atribución de los derechos fiscales no puede quedar circunscrita “exclusivamente a la referencia de la presencia física”.

Refiere el texto que “las actuales reglas se remontan a los años de 1920 y ya no son suficientes para una justa atribución de los derechos fiscales en un mundo cada vez más globalizado”.

La intención es crear un sistema mixto que tome en cuenta tanto el volumen de negocios como el nivel de beneficios obtenidos, para determinar si una empresa sin presencia física en un territorio está sujeta o no a la tasa digital; según el documento deberá valorarse si cuenta con excepciones o bien cumple con algunos de los modelos fiscales que quedarían definidos con base en tres esquemas de funcionamiento y operatividad en la economía digital.

En las asambleas internacionales más recientes los ministros de Finanzas de varios países han urgido en la necesidad de lograr lo más pronto posible un nuevo marco multilateral tributario para evitar la evasión fiscal que la OCDE cifra en más de 216 mil millones de dólares.

Si bien el proceso no es sencillo el riesgo es que sigan cayendo en cascada decisiones unilaterales de diversos países anunciando su propio impuesto digital y que en contraparte EU reaccione imponiendo una serie de castigos arancelarios en protesta por los gravámenes.

Le ha sucedido a Francia y podría pasarle también a España. El año pasado el gobierno de Emmanuel Macron anunció un impuesto de 3% sobre la facturación en territorio francés de las compañías digitales que tuviesen un volumen de negocio superior a los 810 millones de dólares a escala mundial y que, al menos, hubiesen obtenido en Francia ingresos superiores a los 27 millones de dólares anuales.

Para Washington esa medida ha sonado a tambores de guerra y el propio presidente estadunidense, Donald Trump, dio a conocer la imposición de un arancel de hasta 100% a varios productos franceses importados por su país por un valor de dos mil 400 millones de dólares.

En la pasada cumbre del G-7 en Biarritz el presidente Macron le explicó personalmente a su homólogo estadunidense las razones por las que la Hacienda pública gala tomaba la medida del impuesto digital asumiendo el compromiso de “reembolsar” a las multinacionales tecnológicas la diferencia entre la tasa impositiva francesa y la resultante a nivel global de la OCDE. Francia prevé recaudar 702 millones de dólares.

Pero Trump no ha demorado en implementar un castigo y los equipos comerciales y de relaciones exteriores trabajan para evitar la entrada en vigor de las sanciones arancelarias contra Francia.

Italia también tiene su impuesto digital: a finales de 2019 el Parlamento italiano votó a favor de una tasa digital dirigida a las multinacionales de la tecnología gravándolas con 3% sobre los ingresos digitales si superan los 810 millones de dólares en ingresos anuales, de los que al menos 5.94 millones de dólares hayan sido generados en Italia por la prestación de servicios digitales.

En el mismo derrotero el pasado lunes 17 de febrero en el seno del Consejo de Ministros de España se aprobó el proyecto de Ley del Impuesto Digital con base en un gravamen de 3% que se aplicará en la facturación de los servicios de publicidad online y en los servicios de intermediación en línea y venta de datos generados a partir de información de usuarios.

El gobierno del socialista Pedro Sánchez prevé una recaudación anual de mil 45.44 millones de dólares anuales derivada del nuevo tipo digital, que significaría 0.45% del total de los impuestos recaudados por Hacienda; su declaración no será trimestral sino con base en un único pago a partir del próximo 20 de diciembre.

Desde Washington han revirado a la estrategia advirtiendo que estudiarán la posibilidad de imponer una serie de sanciones comerciales contra la economía española.

Mientras que en Reino Unido hace meses que cuentan con la Tasa de Servicios Digitales (DST, por sus siglas en inglés) aprobada por el anterior gobierno de la entonces primera ministra Theresa May. El DST deberá entrar en vigor el próximo mes de marzo pero no se sabe todavía si el nuevo premier británico, Boris Johnson, se encuentra a favor o no de su adopción.

Este impuesto gravará con 2% a todos “los modelos empresariales digitales” cuyos ingresos estén vinculados “con la participación de usuarios de Reino Unido”.

Fundamentalmente recae en la facturación obtenida por los servicios de motores de búsqueda, las plataformas de redes sociales y los sitios de venta online; y que generen ingresos mínimos globales de 615.6 millones de dólares quedando exentos “los primeros 30.24 millones de dólares” para no afectar a las startups.

Con el tiempo sumando días rumbo al cierre del primer trimestre de 2020 la OCDE sigue sin presentar el documento final para lograr un sistema tributario único —que grave ingresos y beneficios— para la economía digital y que, fruto del multilateralismo, neutralice la irritación de EU y la proliferación de más países imponiendo a su vera su propia tasa digital.

En las últimas conversaciones entre expertos involucrados en la elaboración del marco base con diversas autoridades competentes norteamericanas se ha incluido que las empresas dispongan “de cierta voluntariedad” al momento de adoptar el nuevo marco fiscal normativo.

“Le han llamado régimen de puerto seguro en el que EU busca proteger a empresas como Google, Amazon, Facebook y Apple y que les permitiría decidir seguir pagando impuestos en Irlanda aunque den sus servicios en España o en Francia, por citar un ejemplo”, según lo ventilado.

La OCDE no pierde la esperanza de reflotarlo este año y evitar que las negociaciones queden fracturadas, sin limar asperezas, con EU defendiendo su unilateralidad a ultranza y protegiendo a sus multinacionales con una batería de granadas arancelarias, en detrimento del comercio mundial.

Barcelona cancela el Mobile World Congress

El renglón de la tecnología de dispositivos celulares o móviles cada mes de febrero se convierte en un punto de imprescindible encuentro en Barcelona en el famosísimo Mobile World Congress (MWC), celebrado en la ciudad condal desde 2006, aunque la historia de dicho congreso se remonta a 1987. Tradicionalmente es una cita (congrega a más de 100 mil profesionales de 198 países) aprovechada por los creadores de gadgets, de fibra, de redes y de aparatos relacionados con detonar la Inteligencia Artificial. Se ha convertido en un relevante escaparate para las firmas tecnológicas, que cita tras cita dan un avance de los aparatos que saldrán al mercado de forma inminente. La edición de este año, del 24 al 27 de febrero, quedó suspendida tras la cancelación de 30 grandes empresas de la tecnología que, ante el riesgo de contagio del COVID-19, han decidido tomar precauciones y no desplazar hasta la ciudad condal a sus equipos participantes en el MWC.

Zuckerberg hace lobby en la UE

Preocupado por el futuro de la nomenclatura tributaria mundial para las multinacionales de la tecnología y las regulaciones de las criptomonedas, el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, visitó Bruselas para reunirse con diversas autoridades del gobierno de la UE. No se trata del primer acercamiento del empresario estadunidense, quien ya pidió perdón porque su plataforma social ha sido utilizada para cometer delitos de odio así como para incitar atentados terroristas. El empresario considerado como el joven más rico del mundo, según Forbes, se reunió con Thierry Breton, comisario europeo de Mercado Interior, quien reveló que habló con Zuckerberg de cómo regular las plataformas y hacer más esfuerzos contra el mal uso de las redes sociales. “Facebook nos ha explicado que están ya usando aplicaciones de Inteligencia Artificial para monitorizar el discurso de odio. Veremos si funciona y lo tendremos en cuenta, pero si vemos que no es lo que necesitamos para cumplir con nuestros estándares, regularemos. También hemos hablado de su posición en el mercado y escuchado sus reflexiones, y la conclusión es la misma: si no hacen algo tendremos que regular”, comentó Breton.